Puig y Aragon¨¨s, m¨¢s forma que fondo
Las buenas noticias sobre el encuentro entre los presidentes valenciano y catal¨¢n se circunscriben al ¨¢mbito de la forma. El fondo es apenas una superficie lisa

Desde que la derecha (la que se aferraba al franquismo y la que se travest¨ªa para seguir en el espect¨¢culo) convirti¨® las afinidades entre Catalu?a y Valencia en el asedio de An¨ªbal a Roma, las relaciones entre ambas comunidades no han sido f¨¢ciles. La insaciable voracidad del quim¨¦rico imperialismo catal¨¢n, agitada de forma sist¨¦mica desde la derecha y sus altavoces medi¨¢ticos, casi siempre las distorsionaron. Casi, porque en la primera legislatura de Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar, en la que el PP necesitaba el salvavidas parlamentario de la extinta CiU, los populares valencianos (prioritaria sucursalidad) tuvieron que levantar el pie del acelerador, incluso plegarse. Pero el rumbo est¨¢ fijado desde la Transici¨®n, y con ¨ªmpetu ex¨®geno (jacobino) en el tim¨®n, porque no solo se trataba de permitir al opresor presentarse como libertador y deteriorar al adversario, sino tambi¨¦n de evitar en el per¨ªodo constituyente la legitimaci¨®n de ejes peninsulares que rompieran la ortodoxia de la espl¨¦ndida radialidad que irradia Madrid.
El reciente encuentro en Valencia de los presidentes Pere Aragon¨¨s y Ximo Puig, adem¨¢s de producirse bajo esa persistente intimidaci¨®n psicol¨®gica local, llegaba envuelto con varias capas de sinton¨ªa popular nacional. Catalu?a ya casi es un insulto en algunos ¨¢mbitos de Madrid. El choque de trenes que se produjo entre el Gobierno de Mariano Rajoy y la Generalitat de Catalu?a, por una parte. Y por otra, el rencor de la derecha por el apoyo que los partidos independentistas (ERC y PdeCAT) brindaron al PSOE en la moci¨®n de censura que desaloj¨® al PP de La Moncloa, as¨ª como el soporte del actual Gobierno, han emponzo?ado a¨²n m¨¢s cualquier v¨ªnculo que pueda establecerse en el ¨¢mbito institucional con Catalu?a. Y ah¨ª est¨¢, por ejemplo, Pablo Casado convertido en un entusiasta de la agitaci¨®n del fantasma del imperialismo catal¨¢n, sin desaprovechar ning¨²n desplazamiento a la Comunidad Valenciana o a Baleares para sacudir el espantajo con las deflagraciones ret¨®ricas oportunas. M¨¢s munici¨®n, pues, para el PP valenciano y legitimidad en su disparate y en sus reproches a Puig por disponerse hacia Catalu?a mientras busca (?las busca?) fricciones con la Comunidad de Madrid.
El ¨²ltimo recorrido pol¨ªtico de Catalu?a obstruye, m¨¢s si cabe, cualquier alianza con la Comunidad Valenciana por as¨¦ptica que sea, por lo que el encuentro entre ambos presidentes estaba gafado de antemano. Con todo, la visita de Aragon¨¨s a Valencia no est¨¢ exenta de claves positivas, como la confirmaci¨®n del deshielo institucional entre dos comunidades con un alto grado de interacci¨®n que se necesitan con independencia de los partidos que las gobiernan. Son territorios yuxtapuestos que, m¨¢s all¨¢ de las frustraciones, la cultura, el d¨¦ficit fiscal y las infraestructuras, comparten intereses id¨¦nticos y complementarios, interdependencias que han creado una urdimbre social muy compacta. Por poner un ejemplo en lo flagrante (son datos de C-Intereg), entre 1995-2010, Catalu?a fue el principal cliente de la Comunidad Valenciana (4.419,2 millones de euros, 21,5% de las ventas) y el principal proveedor para los valencianos (7.442,5 millones, el 31,9% de las compras). En ese mismo intervalo, la Comunidad Valenciana tambi¨¦n fue el mercado m¨¢s importante para Catalu?a (17,2% de las ventas) y su principal proveedor (17,8% de las compras).
La presencia de Aragon¨¨s en la calle Cavallers tambi¨¦n deber¨ªa ser una buena noticia para Espa?a (para el Estado auton¨®mico), porque la Generalitat de Catalu?a, da pasos (si bien pocos y retra¨ªdos) para retomar la senda de la normalidad en las relaciones institucionales interauton¨®micas, que fueron casi nulas con la Comunidad Valenciana durante los a?os del PP y discontinuas o interrumpidas en el ¨²ltimo lustro, coincidiendo con el per¨ªodo m¨¢s convulso del proc¨¦s. Pero las buenas noticias sobre el encuentro casi terminan ah¨ª. Se circunscriben al ¨¢mbito de la forma. El fondo de la visita es apenas una superficie lisa. Puig, a pesar de su esforzada disposici¨®n, solo ha logrado la comprensi¨®n de Aragon¨¨s en sus urgentes aspiraciones de tejer alianzas para reformar el sistema de financiaci¨®n auton¨®mica (?se pod¨ªa esperar algo m¨¢s en v¨ªsperas de las hogueras del 11 de septiembre y el 1 de octubre?). Para el presidente catal¨¢n, en un acto de resbaladizo funambulismo entre las claves internas y las institucionales (?el ¡°mientras tanto¡± de ERC era esto?), sigue siendo m¨¢s importante lograr un refer¨¦ndum para la autodeterminaci¨®n que reformar el modelo de financiaci¨®n, aunque tanto lo uno (para Catalu?a) como lo otro (para la Comunidad Valenciana) parece cada vez igual de ut¨®pico.
La retirada de la Generalitat catalana de los foros de negociaci¨®n multilaterales con el Gobierno central, en aras de un bilateralismo de resonancias descolonizadoras m¨¢s efectistas que efectivas, ha sido una cat¨¢strofe para Catalu?a, pero tambi¨¦n para la Comunidad Valenciana, que sufre las consecuencias de una infrafinanciaci¨®n desequilibrante y asfixiante. Fuera de la inalcanzable zona de confort del cupo vasco, y antes del intento de desagregarse del Estado, Catalu?a fue la locomotora a la que se enganch¨® la Comunidad Valenciana en los debates sobre financiaci¨®n auton¨®mica y de cuyos incrementos se benefici¨®. Era la comunidad con mayor peso en el Consejo de Pol¨ªtica Fiscal y Financiera (CPFF), la que arrancaba mejoras en su negociaci¨®n que acababan repercutiendo proporcionalmente en la Comunidad Valenciana (la gobernada por socialistas y populares). Ahora la Comunidad Valenciana es un vag¨®n en busca de una fuerza motriz de la que carece (?la fastidiosa invisibilidad?). El PP, siempre tan susceptible con el asunto catal¨¢n, hab¨ªa exigido a Puig que pidiera a Aragon¨¨s que volviera al CPFF para evitar privilegios en la financiaci¨®n, pero el privilegio para los valencianos ser¨ªa que Catalu?a volviera. Porque su ausencia no hace sino subrayar en fosforescente la impotencia pol¨ªtica de la Comunidad Valencia en el Estado. Con socialistas o con populares.
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