M¨¢s madera: la tasa tur¨ªstica
Como todos los fantasmas, convenientemente zarandeada, tiene muchas propiedades erosivas en el campo pol¨ªtico
La tasa tur¨ªstica es un fantasma que de forma recurrente recorre la Comunidad Valenciana. Los temores que levanta en el sector hostelero son tan apocal¨ªpticos como los que enumer¨® Rafael Alberti respecto al comunismo como un recurso mordaz (¡°hogueras, con ganados ardiendo, que en vez de trigos tienen llamas¡±) en su c¨¦lebre poema. Los hoteleros temen que esa carga, que tienen que gestionar sin ning¨²n porcentaje a cambio, merme su competitividad respecto a otros mercados que no la aplican. Es un canon m¨ªnimo que pagamos sin aspavientos en los hoteles de muchas ciudades cuando viajamos, no existe ning¨²n informe riguroso que consigne efectos secundarios catastr¨®ficos para el sector y su recaudaci¨®n puede servir para paliar el impacto medioambiental que causa el turismo. Pero convenientemente zarandeado, como todos los fantasmas, tambi¨¦n tiene muchas propiedades erosivas en el campo pol¨ªtico. Y bajo ese ¨¢nimo parece que vuelve.
No se entiende de otro modo que la vicepresidenta (que lo es) M¨®nica Oltra lo metiera en el escenario mientras los focos apuntaban a Ximo Puig en el encuentro con su hom¨®logo andaluz Juanma Moreno Bonilla para unir fuerzas por la reforma del sistema de financiaci¨®n auton¨®mica. Oltra no solo consegu¨ªa distraer parte de la atenci¨®n medi¨¢tica volcada sobre Puig: reintroduc¨ªa en el debate un asunto inc¨®modo para los socialistas en un periodo inoportuno (un sector deteriorado por la crisis y una legislatura cayendo por la pendiente electoral), atra¨ªa a Podemos (la tercera pata del equilibrio insostenible) a su terreno sum¨¢ndolo a la iniciativa (y proyectando sinton¨ªas m¨¢s all¨¢) y mandaba un potente mensaje a los j¨®venes sin sitio, porque destinaba la recaudaci¨®n del posible impuesto a la promoci¨®n de vivienda para ellos. En pleno festival de coreograf¨ªas para animar el pre¨¢mbulo de la discusi¨®n presupuestaria, y en una escena de sof¨¢ con el tambi¨¦n vicepresidente H¨¦ctor Illueca (y con el despliegue de las camisetas reivindicativas que ayudaron a su celebridad como atrezzo), Oltra pon¨ªa en algo m¨¢s que un aprieto a Puig, siempre tan condescendiente con la patronal y los tiempos.
Y le falt¨® poco a Carlos Maz¨®n (ipso facto, como hubiera escrito otro Carlos, Arniches) para levantar el mango de la pancarta de la resistencia a la tasa tur¨ªstica y agitarla en Twitter como ¡°la puntilla definitiva para un sector muy afectado por la pandemia al que se le lleg¨® a criminalizar¡±, metiendo en el mismo saco hoteles, bares, restaurantes, pubs, chiringuitos y discotecas. Todo combustible ser¨¢ poco para iluminar el resplandeciente momento que ya est¨¢ escrito y en la Biblia est¨¢ que ha de venir. La tasa tur¨ªstica, como una munici¨®n llovida del cielo, va a ser uno de los temas preferidos en su pase¨ªllo hacia la plaza de toros de Valencia, donde el 3 de octubre recibir¨¢ la alternativa de diestros tan desmedidos en su arte como Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar, Isabel D¨ªaz Ayuso y Pablo Casado. Maz¨®n necesita un buen repertorio de fantasmas para emblanquecer la negra huella que dej¨® el PP en la Comunidad Valenciana, para sepultar su literatura judicial y posicionarse como l¨ªder. El de la tasa tur¨ªstica le permite retroceder hacia Alicante para tomar carrerilla con el aliento de un sector que, inflamado en las restricciones, ha llevado a D¨ªaz Ayuso la presidencia de la Comunidad de Madrid. Incluso le permite acelerar la hemorragia de Ciudadanos y hacer m¨¢s migas con la ultraderecha, mientras la izquierda, sin mirarse desde arriba, busca maneras de pulverizarse en su orfebrer¨ªa.
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