Aguas en un laberinto de ca?ones y gargantas
El X¨²quer acaba convirtiendo la Ribera en un jard¨ªn ¨²til, de feracidad golosa y contrastada; sin su caudal no se explicar¨ªan ni los naranjales de Carcaixent y Alzira ni los arrozales de Sueca
Este r¨ªo nace en el Cerro de San Felipe, en la sierra de Tragacete. Como el Turia, pertenece a la vertiente mediterr¨¢nea de los Montes Universales. Cuando llega a Cuenca, el J¨²car ya cuenta con un caudal importante. Por estas tierras (curso superior), el r¨ªo excita un laberinto de ca?ones y gargantas y provoca una explosi¨®n de fen¨®menos de erosi¨®n fluvial con denominaciones hipercal¨®ricas: torcas y dolinas (depresiones o planicies arcillosas), lapiaces o lenares (afloramiento de calizas por procesos k¨¢rsticos). Es la lengua del r¨ªo, o de su contexto.
Entre Villalba de la Sierra y el pantano de Tous tenemos el llamado curso medio del J¨²car. El r¨ªo aqu¨ª es mediopensionista: desayuna y s¨®lo elige otra comida. En Alarc¨®n ya se han olvidado sus caracter¨ªsticos meandros encajados y el agua es capturada con fines civilizatorios.
Cuando pasa por Cofrentes, a las envistas de la central nuclear (siempre con m¨²sica de Mike Oldfield), el r¨ªo est¨¢ listo para desenvolverse de nuevo en su orograf¨ªa abrupta, cosa que ocurrir¨¢ entre las muelas de Cortes de Pall¨¢s y Alb¨¦itar. En Cofrentes se ha unido al J¨²car su principal afluente, el Cabriel. Desde 2019, el valle del Cabriel est¨¢ declarado Reserva de la Biosfera, un espacio que comprende el bell¨ªsimo Parque Natural de las Hoces del Cabriel, que bien vale una visita.
Tras atravesar el macizo del Caroig (transici¨®n entre los dominios ib¨¦rico y b¨¦tico) y abandonar Tous, el J¨²car consigue su caudal m¨¢ximo a la altura de Sumac¨¤rcer. Estamos en su curso bajo. Es entonces cuando las comarcas de la Ribera Alta y la Ribera Baja buscan convertirlo en un alegre regador, siempre listo a propiciar placeres hortofrut¨ªcolas. Pero el r¨ªo, qu¨¦ duda cabe, tiene su propia cosmovisi¨®n, y por eso las inundaciones no son raras.
El 20 de octubre de 1982 revent¨® la presa de Tous. El desastre destruy¨® casi completamente las poblaciones de Gavarda y Beneixida, que fueron reconstruidas en otro lugar. La cat¨¢strofe pudo ser mayor, pero por suerte una parte del alud de agua se deriv¨® hacia la Albufera, mentras la otra buscaba el mar en su desembocadura natural por Cullera. Luego Raimon escribi¨® un tema m¨ªtico, Al meu pa¨ªs la pluja, que comenzaba evocando la pantanada de Tous (¡°Qui portar¨¤ la pluja a escola/ qui li dir¨¤ com s¡¯ha de ploure?¡±) y terminaba siendo una impugnaci¨®n general del franquismo: ¡°Qui em rescabalar¨¤ dels meus anys/ de desinformaci¨® i desmem¨°ria?¡±.
Sin estas aguas pr¨®digas no se explicar¨ªan ni los naranjales de Carcaixent y Alzira ni los arrozales de Sueca. El X¨²quer, en efecto, acaba convirtiendo la Ribera en un jard¨ªn ¨²til, de feracidad golosa y contrastada.
Precisamente esta furia agr¨ªcola tiene su contrapartida en los problemas que arrastra la Albufera. Al fin y al cabo, la laguna litoral valenciana (declarada Parque Natural desde 1986) se origin¨® por la aportaci¨®n de sedimentos de los r¨ªos X¨²quer y Turia. Pero de las 30.000 hect¨¢reas que ocupaba el lago en la ¨¦poca romana ya s¨®lo quedan 2.800, y en regresi¨®n. Lo que ocurre es que los ribere?os tienen sus propios intereses, no siempre ambientalistas. Supongo que ya nadie lee a don Vicente Blasco Ib¨¢?ez, pero quiz¨¢ alguien recuerde, de ciertas reposiciones televisivas, alguna serie basada en sus obras donde se narra el fen¨®meno (culminado entre el final del siglo XIX y el principio del XX) de colonizaci¨®n agraria de la laguna, es decir, soterramiento a mansalva. El arroz era m¨¢s preciado que la tenca, esto es un hecho (aunque tambi¨¦n hay que decir que casi cualquier cosa es mejor que una tenca...).
Para amantes de las emociones fuertes sin apenas bajarse del sof¨¢, a?adir¨¦ que hay un autob¨²s que sale ¨Co sal¨ªa- de la plaza de Zaragoza o de la Reina y te lleva, por la carretera del Saler, directamente al Palmar, como ya cont¨¦ en Viatge pel meu pa¨ªs. All¨ª, en el embarcadero del T¨ªo Pastilla, una barca te recoge y te transporta por un lago Ness sin monstruos. Y Manolo, el barquero, te informa, content¨ªsimo, que ahora hasta las tencas tienen valor: son muy apreciadas en los restaurantes chinos. Un mundo fascinante para guiris...
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