La Malvarrosa quiere ser un barrio sin gueto, sin drogas, sin el estigma de las Casitas Rosas
El Ayuntamiento de Valencia, la asociaci¨®n de vecinos y urbanistas buscan soluciones para regenerar la zona y acabar con el punto de venta y delincuencia de tres bloques degradados desde hace d¨¦cadas
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La Malvarrosa de Valencia, un barrio con 14.000 vecinos, es mucho m¨¢s que las Casitas Rosas, uno de los puntos mas calientes de compra-venta de droga de la ciudad, que enturbia desde hace d¨¦cadas la convivencia de este enclave marinero, continuaci¨®n del mejorado Cabanyal-Canyamelar, y donde el siglo pasado se establecieron andaluces, extreme?os y castellano-manchegos en busca de trabajo y una vida mejor. El contraste entre su fachada mar¨ªtima, con una playa urbana envidiable, el museo dedicado al escritor y pol¨ªtico Vicente Blasco Ib¨¢?ez, y adosados y chal¨¦s remozados a solo unos metros del paseo mar¨ªtimo, y las calles del interior es brutal.
Los vecinos defienden con ah¨ªnco que el barrio no son las Casitas Rosas para no estigmatizar m¨¢s la Malva, como se conoce popularmente, fuera de sus l¨ªmites. Las Casitas Rosas estaban formadas originariamente por cuatro bloques de viviendas, erigidos tras la riada de 1957 para albergar a los que perdieron todo por el desbordamiento del Turia. Se derrib¨® un bloque, pero sigui¨® siendo un gueto. Cuando cae la tarde se convierte en un lugar de trapicheo de drogas, donde los toxic¨®manos se pinchan en cualquier rinc¨®n, sin importarles si es a las puertas de un colegio, en un parque infantil o en los portales de los edificios. Alrededor hay suciedad, en ocasiones reyertas y m¨²sica a todo volumen hasta la madrugada, haciendo imposible la convivencia con el resto de vecinos.
En Noruega, la exitosa novela de Rafa Lahuerta sobre Valencia, las casitas son el lugar donde la gente iba en los 80 a pillar droga. ¡°Esto no se ha erradicado nunca. Es una zona tan degradada que degrada todos los alrededores. Ha sido un caballo de batalla al que ning¨²n equipo de gobierno se ha atrevido a meter mano. Y sabemos que es un trabajo complicado, eso lo reconocemos todos, pero hay que hacer algo¡±. apunta Esther Concepci¨®n, presidenta de la asociaci¨®n vecinal Amics de la Malva, heredera de las entidades vecinales que en octubre de 1991 salieron a la calle a manifestarse contra la droga, hartos ya del problema.
La Malvarrosa tiene ¡°la parte golosa de la playa¡±, subraya la dirigente vecinal, pero luego es un barrio perif¨¦rico donde hist¨®ricamente los sucesivos gobiernos municipales no han invertido en el interior lo que s¨ª han destinado a la fachada mar¨ªtima. Es un enclave con muchos descampados, donde a menudo se acumula la suciedad, faltan zonas verdes, no hay carriles bici, y es el ¨²nico o de los pocos barrios de Valencia que carecen de una biblioteca p¨²blica. ¡°Son peque?as cosas pero si las unes todas, al final el barrio se degrada cada vez m¨¢s¡±, a?ade Concepci¨®n. Un informe del S¨ªndic de Greuges reconoci¨® en 2021 los a?os de inacci¨®n p¨²blica en el barrio y lo declar¨® en situaci¨®n de vulnerabilidad.
El Gobierno local y, en concreto, la Concejal¨ªa de Urbanismo, al frente de la cual est¨¢ la socialista Sandra G¨®mez, esboz¨® en 2021 un plan integral de actuaci¨®n para regenerar la Malvarrosa y que la asociaci¨®n vecinal opinase, pero la actuaci¨®n sobre las Casitas Rosas iba aparte. Los vecinos replicaron que no habr¨ªa soluci¨®n integral si no se inclu¨ªan medidas de choque contra los pol¨¦micos bloques de pisos. Urbanismo encarg¨® al Observatorio 3R, de ¨¢mbito estatal y especializado en regeneraci¨®n urbana, un plan de actuaci¨®n en estas manzanas degradadas. ¡°Nos pidieron conocer qu¨¦ hab¨ªan hecho otros sitios con problemas similares en Espa?a y que les di¨¦ramos una primera receta. Es como una primera consulta al especialista¡±, explica Juan Rubio del Val, director de 3R y arquitecto-urbanista con m¨¢s de 30 a?os de experiencia en la sociedad p¨²blica de vivienda de Zaragoza.
El Observatorio organiz¨® una jornada de escucha con los vecinos de la Malvarrosa donde se expusieron las luces y las sombras de intervenciones en otras capitales espa?olas. El arquitecto catal¨¢n Sebasti¨¤ Jornet expuso el caso del barrio de La Mina, en Sant Adri¨¤ del Bess¨®s, que fue galardonada con el Premio nacional de Urbanismo. Pero tambi¨¦n salieron los casos de Santa Adela, en Granada, o El Puche en Almer¨ªa. Las recetas son variadas, ad hoc, y plantean desde el derribo de infraviviendas, a m¨¢s rehabilitaci¨®n, o la creaci¨®n de nuevos espacios de centralidad donde todos los vecinos se reconozcan. ¡°Buscamos una soluci¨®n ambiciosa que cierre una herida abierta desde hace mucho tiempo¡±, reconoci¨® en la jornada la vicealcaldesa ante una amplia representaci¨®n vecinal.
¡°Hablar de problemas en la Malvarrosa ser¨ªa una exageraci¨®n porque no hay asuntos graves en el barrio, hay un problema perfectamente localizado en unos bloques con 400 viviendas¡±, seg¨²n Rubio. Este experto propone, en primer lugar, hacer un an¨¢lisis sociol¨®gico de los residentes, el uso que se hace de las viviendas, si son de propiedad o de alquiler, y un estudio t¨¦cnico de c¨®mo est¨¢n los edificios ¡°porque, aparentemente est¨¢n bien, pero no conocemos sus condiciones de habitabilidad¡±, se?ala el arquitecto.
Rubio plantea la posibilidad de un convenio entre el Ayuntamiento de Valencia y la Generalitat para declarar ese ¨¢rea de especial vulnerabilidad. Tambi¨¦n la creaci¨®n de una oficina de rehabilitaci¨®n, de una comisi¨®n mixta entre el Ayuntamiento y las entidades vecinales, o la constituci¨®n de una mancomunidad de propietarios de las Casitas Rosas, donde se estima que menos del 10% de los residentes se dedican al trapicheo de drogas. ¡°Es el conjunto del barrio el que tiene que revitalizarse. Porque har¨ªamos muy poco si en uno o dos a?os pudi¨¦ramos arreglar el problema de los bloques pero el resto del barrio no fortalece algunas de sus debilidades: mejorar la calidad de los espacios p¨²blicos o priorizar ejes peatonales que favorezcan la actividad comercial¡±, pone de ejemplo el urbanista. Ese plan inicial encargado por Urbanismo estar¨¢ listo en unas semanas.
Los vecinos de este marinero barrio con solera tienen sobre la mesa muchas promesas: parques, plazas, una biblioteca p¨²blica o la conexi¨®n con la avenida de Tarongers, al lado del antiguo hospital de Valencia al mar, hoy propiedad de la Generalitat. Uno de los descampados que siempre se inunda ¡ªtodav¨ªa hay un gran charco de agua despu¨¦s del ¨²ltimo episodio de lluvias¡ª deb¨ªa ser una plaza desde hace d¨¦cadas, cuenta la asociaci¨®n. Hoy es un gran solar que sirve de aparcamiento a los coches pero Urbanismo se ha comprometido a reurbanizarlo este mandato. Elena, Manola y Vicent, tres vecinos del barrio, hacen repaso y concluyen que la ¨²nica inversi¨®n reciente se ha hecho en la plaza de M¨²sico Moreno Gans, que se urbaniz¨® ¡°en el primer mandato progresista¡±, explican, y fue porque se gan¨® en los presupuestos participativos. La Malvarrosa necesita inversi¨®n urban¨ªstica, sanitaria, social y educativa porque polic¨ªa hay mucha pero no puede solucionar todos los problemas de convivencia, opinan.
Mientras se discute la mejora inaplazable de la Malvarrosa, la plaza de las Casitas Rosas ¡ªsurgida de la demolici¨®n de uno de los bloques¡ª apenas tiene movimiento a mediod¨ªa. Es pronto y los trapicheos empiezan a partir de las seis o siete de la tarde y se prolongan hasta la madrugada. Las Casitas Rosas no es el ¨²nico problema del barrio pero s¨ª el m¨¢s acuciante. Elena muestra la plaza de Hugo Z¨¢rate, en recuerdo de un hist¨®rico del movimiento vecinal, y apunta que se ha abierto para evitar que los toxic¨®manos se refugien en lo que todav¨ªa es un solar para pincharse. ¡°Recibimos todo lo malo y migajas de lo bueno¡±, se lamentan. Manola imagina un barrio amable, con relaciones de aprecio, estima y solidaridad y vecindad: ¡°Donde dispongamos de recursos p¨²blicos y servicios adecuados y suficientes¡±. ¡°Siempre hemos sido un barrio acogedor¡±, a?ade Vicent, ¡°y queremos que se mantenga de esa manera, y se frene la especulaci¨®n de la vivienda y la proliferaci¨®n de pisos tur¨ªsticos¡±.
La presidenta de Amics insiste en que no quieren que se derriben todos los bloques y ya est¨¢. ¡°Si la conclusi¨®n del estudio es esa, pues ser¨¢, pero habr¨¢ que darle una respuesta al resto de personas que viven normalizadamente en las casitas. Tampoco queremos que ahora derrumben una finca, hagan otra y vuelvan los fondos buitre a especular con las viviendas del barrio, porque disparan los precios y expulsan a los residentes de siempre¡±.
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