Polarizaci¨®n: la droga que arrasa en las citas navide?as
Quiz¨¢s haya llegado el momento de reivindicar el poder transformador de la pol¨ªtica. No la de los diputados que gritan exaltados en el Congreso sino la que no crea trincheras
Vuelven las Navidades y, con ellas, las tan ansiadas (y, para otros, tan odiadas) cenas navide?as. Largas jornadas para compartir con nuestras familias el tiempo que no hemos podido (o no hemos querido) pasar durante el resto del a?o. Apenas nos acordamos (o no nos queremos acordar) de las Navidades pasadas, que muchos de nosotros (entre quienes me incluyo) pasamos confinados con la covid 19, cenando solos en la cocina mientras el resto de integrantes de la familia cenaban en el comedor. Pero, por suerte, las PCR y los dramas coronav¨ªricos del pasado quedaron atr¨¢s.
Vuelven las copiosas cenas y comidas post-covid y, con ellas, vuelven los comentarios en redes sociales sobre los cu?ados, aquellos familiares que igual hacen un recorrido por tu historial amoroso que te ofrecen una larga lista de soluciones para todos los problemas que aquejan a nuestra malherida condici¨®n humana. Y s¨ª, da igual si solo les has preguntado si quer¨ªan m¨¢s gambas. En resumen, las acaloradas discusiones entre el t¨ªo facha y la sobrina que ¡°nos ha salido revolucionaria¡± est¨¢n de vuelta, qu¨¦ le vamos a hacer. El caso es que, con los comentarios sobre los cu?ados y las cenas de Navidad vuelve el eterno debate: ?Se debe dejar aparte la pol¨ªtica en las cenas navide?as para evitar conflictos?
Y es que vivimos en una sociedad cada vez m¨¢s crispada y m¨¢s polarizada en la que, cada d¨ªa que pasa, tenemos menos ganas de intercambiar nuestras ideas pol¨ªticas. Para muestra, un bot¨®n. Seg¨²n un estudio llevado a cabo por la consultora Llorente y Cuenca, la polarizaci¨®n ha crecido en un 39% durante los ¨²ltimos 5 a?os en Iberoam¨¦rica, a una media del 8% anual. Adem¨¢s, se estima que una de cada cuatro personas padecen riesgo de polarizaci¨®n extrema, cifra que aumentar¨¢ a la mitad de la poblaci¨®n para 2040, si no ponemos remedio. ?Qu¨¦ consecuencias tiene esto? Cada vez nos convertimos en una sociedad m¨¢s tribal e intolerante, dispuesta a hablar, pero no a escuchar. Como si fuese una droga, la polarizaci¨®n genera dopamina, que activa nuestros receptores opioides, y deteriora nuestras relaciones sociales y el nivel de nuestra conversaci¨®n p¨²blica.
Por todo ello, quiz¨¢s haya llegado el momento de reivindicar el poder transformador de la pol¨ªtica. No la de los diputados que gritan exaltados en el Congreso y nos provocan dolor de cabeza, claro. La que devolvi¨® el dinero que le deb¨ªan a mi abuela por la dependencia despu¨¦s de que falleciera. La que recupera los grises y los puntos de encuentro, y es capaz de poner lo que nos une por delante de lo que nos separa. La que no crea trincheras sino que se re¨²ne en torno a la chimenea para disfrutar de los puntos de vista de los dem¨¢s. La que se toma el tiempo necesario y se cocina a fuego lento como una buena paella, por el placer de compartir y cuidarnos colectivamente.
Para ser capaces de persuadir tenemos que aprender a escuchar. Y qui¨¦n mejor que los valencianos, el Pueblo de la creatividad y la disrupci¨®n que mostr¨® el maestro Berlanga y de las canciones alegres y mediterr¨¢neas de La F¨²miga, para mostrar que existe otra forma de entender la pol¨ªtica y de organizarnos como sociedad. Hemos demostrado que sabemos hacer pol¨ªtica en Les Corts mientras otras asambleas auton¨®micas (no quiero mirar a nadie) se convert¨ªan en un estercolero. Valencianos, os propongo solo una cosa para estas fiestas: hagamos un esfuerzo por escuchar a quien piensa diferente; es la ¨²nica cura frente a la polarizaci¨®n y los prejuicios. ?Felices fiestas!
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