Pilar Das¨ª, encerrada en el Patronato de Protecci¨®n a la Mujer: ¡°Hab¨ªa sadismo; fue una salvajada del franquismo¡±
La psicoanalista relata su estancia en un reformatorio, hoy olvidado, al que le envi¨® su madre cuando ten¨ªa 19 a?os sin cometer ning¨²n delito, solo por transgredir la moral de la dictadura
Pilar Das¨ª recuerda a la perfecci¨®n el d¨ªa que fue al cine con su marido y su hija a ver Las hermanas de la Magdalena (2002): ¡°No pod¨ªa hablar; horas y horas llorando¡±. La pel¨ªcula narra el internamiento de tres j¨®venes en uno de los asilos de las Lavander¨ªas de la Magdalena en Irlanda. ¡°Ten¨ªa una congoja, es lo que yo viv¨ª¡±, zanja. La cinta dirigida por Peter Mullan hizo aflorar el dolor de unos recuerdos que guard¨® bajo llave en un caj¨®n silencioso de su memoria: ¡°Esto ni se me hab¨ªa ocurrido que lo pod¨ªa contar nunca. ?C¨®mo lo cuentas? ?Te van a creer?¡±.
Con ¡°esto¡± se refiere al encierro contra su voluntad por transgredir la moralidad impuesta durante la dictadura franquista. No hubo juicio. No cometi¨® ning¨²n delito. Su conducta, entendida como un pecado, y una decisi¨®n materna bastaron para privarla de su libertad.
Ten¨ªa 19 a?os cuando fue internada en uno de los reformatorios del Patronato de Protecci¨®n a la Mujer, una de las instituciones m¨¢s longevas y desconocidas del franquismo. Fundada en 1941 para ¡°la dignificaci¨®n moral de la mujer, especialmente de las j¨®venes, para impedir su explotaci¨®n y apartarlas del vicio¡±, se cre¨® para perseguir y castigar aquellos comportamientos que cuestionaran las normas morales implantadas. En definitiva, para ejercer un f¨¦rreo control patriarcal sobre aquellas muchachas que desafiaran el modelo ¨²nico de mujer que las obligaba a actuar como esposas, madres y cristianas ejemplares.
Pilar atiende a EL PA?S en su casa, respaldada por su hermana Neli y su amiga Carmen Monzon¨ªs. M¨¢s all¨¢ de su c¨ªrculo m¨¢s cercano, jam¨¢s hab¨ªa pensado en compartir su experiencia. Hoy tiene claro que ¡°lo que importa es el testimonio m¨¢s que el testigo. Yo soy testigo de esto; pero lo que pretendo que cre¨¢is es el testimonio, no a m¨ª¡±. ¡°Te maltrataban, hab¨ªa sadismo¡±, externaliza. El Patronato, contin¨²a, ¡°hay que situarlo en su contexto como una extralimitaci¨®n del franquismo de forma muy salvaje¡±. El organismo, activo hasta 1985, sobrevivi¨® a la muerte del dictador.
Pilar naci¨® en 1951 en el seno de una familia represaliada. Comenz¨® a trabajar en una gestor¨ªa y, posteriormente, consigui¨® un empleo en Ascensores Carbonell como administrativa. Su adolescencia estuvo marcada por ¡°muchas broncas¡± en el entorno familiar. Aquella joven absorta en ¡°un mundo absolutamente cultural¡± y que ¡°no cumpl¨ªa ni una norma¡± top¨® con una madre obcecada en que volviera pronto a casa. ¡°Yo lo que hac¨ªa era estudiar, leer e ir al cine; lo que ocurre es que yo era, voy a decir, salidora¡±, se?ala.
Con los a?os, ha llegado a la conclusi¨®n de que ¡°en aquellos momentos la sexualidad de las hijas era inconcebible para las madres¡±. La historiadora de la Universitat de Val¨¨ncia M¨¦lanie Ib¨¢?ez subraya que ¡°el foco del pecado era el cuerpo de la mujer¡±. ¡°Las madres se preocupaban por mantener la pureza de las hijas cuando llegaban a adolescentes. Hab¨ªa que tener cuidado, evitar la mirada y el acercamiento a los hombres¡±, apunta.
La madre de Pilar conoci¨® la existencia del Patronato de Protecci¨®n a la Mujer a trav¨¦s de una prima de Madrid, Aurorita, ¡°que se arrog¨® el poder de salvar a las ovejas descarriadas¡±. Est¨¢ segura que su progenitora acept¨® su encierro para ¡°enderezarla¡± y ¡°darle un escarmiento¡±. La investigadora Consuelo Garc¨ªa del Cid, superviviente del Patronato, se?ala que ¡°se sab¨ªa qu¨¦ eran los reformatorios, pero era como un cuento¡±. El ingreso sol¨ªa seguir el mismo patr¨®n: ¡°Cuando alguna adolescente generaba problemas, las familias daban con profesores, monjas, curas o m¨¦dicos que les recomendaba acudir a la instituci¨®n¡±.
Varios polic¨ªas aparecieron una ma?ana en Ascensores Carbonell, esposaron a Pilar y la trasladaron a uno de los reformatorios del organismo en Valencia. ¡°Vinieron a por m¨ª, todo el mundo alucin¨®¡±, reconstruye. El 9 de octubre de 1970 fue internada en el Patronato de Protecci¨®n a la Mujer con 19 a?os.
Pilar fue conducida hasta el convento Madre Sacramento de las religiosas Adoratrices. ¡°A m¨ª no me preguntaron nada ni me dijeron por qu¨¦ estaba all¨ª¡±, asevera. D¨¦cadas despu¨¦s, ignora el motivo ¨Cel pecado cometido¨C para su internamiento. Al autorizar su encierro, sus padres perdieron la patria potestad. Garc¨ªa del Cid explica que el Patronato se convert¨ªa en ¡°el due?o de las vidas de las j¨®venes hasta los 25 a?os¡±. ¡°Ya no eran hijas de sus padres, eran hijas del Estado; y el Estado era el Patronato¡±, clarifica.
A los cuatro d¨ªas, fue trasladada a otro reformatorio de las Adoratrices en la avenida del Puerto, rehabilitado en la actualidad en un hotel. El establecimiento funcionaba como un Centro de Observaci¨®n y Clasificaci¨®n, donde se evaluaba si las j¨®venes estaban ¡°completamente limpias¡± o mostraban ¡°comportamientos homosexuales u otras anomal¨ªas de orden mental¡±. Al escuchar este nombre, Pilar casi se marea: ¡°Observaci¨®n y vigilancia. Yo no ten¨ªa los significantes para nombrar lo que era aquello¡±.
Emplea las palabras ¡°s¨®rdida¡± y ¡°oscura¡± cuando habla de la vida en los reformatorios: ¡°El llanto y el miedo eran el pan de cada d¨ªa¡±. Algunas internas ¡°no hablaban con nadie¡±, otras rezaban, varias ¡°estaban muy mal, sin salida¡±. Muchas pertenec¨ªan a la burgues¨ªa valenciana, ¡°hijas de padres muy franquistas, que hab¨ªan salido d¨ªscolas¡±. Viv¨ªan hacinadas en habitaciones compartidas; recib¨ªan duchas de agua fr¨ªa; se alimentaban con una ¡°comida monstruosa, sopa de agua, ajo, piment¨®n y pan¡±, y eran obligadas a rezar. ¡°Todo muy t¨¦trico, muy precario. No pod¨ªas tener nada personal¡±, dibuja Pilar, que no olvida ¡°el desprecio y la chuler¨ªa¡± en el trato de las monjas.
![Un grupo de internas en un Patronato de Protecci¨®n de la Mujer en una imagen del archivo de la Junta de Andaluc¨ªa.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/4LSZTJIUOVFMVLOKXQAOGVEMEA.jpg?auth=b2f711e8deea9241c23a08ad030ba0f325fecdb7a8d4ce09d8fc11fd8e31e18f&width=414)
Su salida del reformatorio sobrevino de manera inusual. Su ¡°noviete¡±, m¨¢s tarde su marido y padre de su hijo, puso al corriente del encierro a Alberto Garc¨ªa Esteve, abogado valenciano dedicado a la defensa de personas represaliadas por la dictadura. ¡°Mont¨® en c¨®lera, sab¨ªa que la ley era muy antigua y el uso que hac¨ªa el franquismo de ella al enga?ar a las familias¡±, cuenta. La intervenci¨®n del letrado signific¨® la libertad de Pilar, tras cuatro meses encerrada.
Pilar todav¨ªa se reconcome al pensar que sus compa?eras permanecieron encerradas: ¡°Yo sal¨ª, pero las dem¨¢s no salieron¡±. Impulsada por un sentimiento de culpa, experiment¨® una especie de ¡°s¨ªndrome de Estocolmo¡± y visit¨® a las otras internas durante un a?o aunque reconoce que se sent¨ªa ¡°muy impotente¡±. Poco a poco dej¨® de acudir al reformatorio, aunque mantuvo la idea de apoyar a mujeres que hubieran superado situaciones similares, lo que influy¨® en su elecci¨®n de estudiar Psicolog¨ªa y psicoan¨¢lisis. A los 20 a?os se fue a vivir con su novio, se afili¨® al Partido Comunista y dedic¨® su tiempo a todos aquellos estudios a los que se le hab¨ªa negado acceder.
No ha podido borrar la huella que el Patronato dej¨® en ella. Cada vez que pasea frente al convento de la calle Hern¨¢n Cort¨¦s recuerda sus meses de internamiento. Se enfada al pensar que ¡°sigue ah¨ª¡±, aunque aclara que durante la dictadura ¡°no era as¨ª¡±, pues ocupaba toda la manzana. Nunca ha vuelto a entrar. Cuenta que la familia de su marido ten¨ªa un chalet cerca del reformatorio que las Adoratrices inauguraron en 1973 en Torrent. Visitar a su suegro ¡°era tr¨¢gico porque, cada vez que iba, ve¨ªa a la Madre Sacramento¡±. Pese a su colaboraci¨®n con el organismo franquista, las ¨®rdenes religiosas apenas han sido cuestionadas.
Algunos a?os atr¨¢s, Pilar y su hermana acudieron a visitar a la se?ora Manola, una mujer que las cuidaba durante su infancia. ¡°Qu¨¦ alegr¨ªa que hayas venido, hija, porque yo te quer¨ªa pedir perd¨®n¡±, le dijo la anciana. ??Perd¨®n por qu¨¦??, respondi¨®. ?Porque lo que te hicimos a ti no tiene nombre. T¨² hac¨ªas entonces lo que ahora hacen mis nietos, solo que t¨²¡ Siempre estaba esperando volver a verte para dec¨ªrtelo¡±, le confes¨®. Pilar no pudo evitar emocionarse.
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