¡°Lo hemos perdido todo, no tenemos ni c¨®mo identificarnos¡±

Carla Ahumada, chilena, de 35 a?os, y Yanela Tardillo, peruana, de 21, parecen perdidas este viernes en el recibidor del Valencia Palace, uno de los hoteles de la ciudad que se han ofrecido a alojar de urgencia a personas que perdieron sus casas en el salvaje incendio que el jueves arras¨® un enorme edificio de la avenida Maestro Rodrigo. ¡°Estaba saliendo de la ducha cuando sent¨ª el olor. Se lo dije a mi novio, que fue a mirar por el balc¨®n y al volver me dijo: ¡®?Salgan, salgan, salgan!¡¯. Agarr¨¦ el tel¨¦fono celular y sal¨ª de casa en toalla. Al llegar abajo nos encontramos con gente llorando, personas que quer¨ªan volver a entrar a por sus mascotas, y me entr¨® una crisis de p¨¢nico¡±, cuenta Carla. ¡°Llevaba cuatro d¨ªas en Espa?a y lo perd¨ª todo. Mi pasaporte, mi ropa¡­ Toda mi vestimenta es donada. Nunca imagin¨¦ que iba a estar as¨ª¡±.

En el mismo apartamento, en ese momento, o¨ªa m¨²sica con auriculares Yanela Tardillo, peruana de 21 a?os, sobrina del novio de Carla. ¡°Al principio pensamos que el olor ven¨ªa de nuestra casa, porque era muy fuerte. Mi t¨ªo sali¨® a la terraza, me asom¨¦ con ¨¦l y vimos el fuego vivo y a la polic¨ªa gritando desde la calle: ¡®?Bajen, bajen, bajen!¡±. Con la desesperaci¨®n de salir no tuve tiempo de sacar nada. Ni dinero, tarjetas ni tel¨¦fono, no tenemos ni c¨®mo identificarnos. Documentaci¨®n para ir al banco y decir: ¡°Me llamo Yanela Tardillo, soy yo¡±, dice. Y los ojos se le llenan de l¨¢grimas.

Yanela, que lleva tres a?os en Espa?a, est¨¢ acabando los tr¨¢mites para sacarse el NIE y estudia para ser azafata de vuelo. Dice que esta ma?ana, al despertar en el hotel de cinco estrellas donde han sido alojadas, ha empezado a ver las cosas de otra manera. ¡°Ayer est¨¢bamos bien. Ve¨ªamos el edificio en llamas y pens¨¢bamos: ¡®Estamos bien¡¯. Pero ahora tengo otra perspectiva, al ver la realidad en la que estamos. No s¨¦ ni en qu¨¦ pensar primero¡±. Prosigue: ¡°Un d¨ªa antes, est¨¢bamos en nuestra habitaci¨®n, en nuestra casa¡­ y ahora ni siquiera me puedo imaginar que ya no lo tenemos¡±.

Hay otra cosa, probablemente una coincidencia, que Yanela no puede quitarse de la cabeza y empieza a contar su historia por ah¨ª. Dos d¨ªas antes del incendio, estando en el balc¨®n de su casa, asegura que vio llegar a la planta baja de su inmueble veh¨ªculos de bomberos y de polic¨ªa. ¡°Me asust¨¦ y le pregunt¨¦ a mi t¨ªo que qu¨¦ hac¨ªamos. Me contest¨® que si no nos dec¨ªan que sali¨¦ramos era porque lo ten¨ªan controlado¡±.

No mucho despu¨¦s del momento en que Carla sal¨ªa corriendo de la ducha y su mundo se pon¨ªa patas arriba, Marcos Correal, de 48 a?os, director de operaciones de una empresa fotovoltaica y profesor universitario, sal¨ªa del trabajo para ir a ver a su hija, que vive con su exmujer. Fue entonces cuando recibi¨® la llamada de un amigo, que le cont¨® que su edificio se estaba quemando. ¡°Pens¨¦ que era una exageraci¨®n, que se habr¨ªa incendiado alg¨²n piso y ya est¨¢. Acto seguido me llam¨® mi mujer, estaba bastante descolocada, en la calle porque justo coincidi¨® que hab¨ªa salido a dar una vuelta. Pero en nuestro piso s¨ª hab¨ªa una persona, Luisa, nuestra empleada del hogar. Cog¨ª un taxi y sal¨ª para all¨ª disparado. Cuando llegu¨¦, a las seis menos cuarto, estaba todo en llamas. A mi piso todav¨ªa no hab¨ªa llegado y hab¨ªa muchos coches de bomberos. Pero por d¨®nde estaban colocados, recuerdo que pens¨¦: creo que lo dan por perdido y lo que est¨¢n haciendo es evitar que el fuego llegue a otros edificios. Lo estaba viendo todo como en una pel¨ªcula. Creo que ni siquiera he asumido todav¨ªa lo que ocurri¨®¡±.

Su mujer consigui¨® hablar por tel¨¦fono con Luisa, su empleada del hogar. ¡°Nos cont¨® que Juli¨¢n, el portero, hab¨ªa ido avisando puerta por puerta. A ella la hab¨ªa sacado del piso. Y entre los dos hab¨ªan sacado a otra persona que ten¨ªa dificultades para moverse, que viv¨ªa en nuestra misma planta¡±.

Durante un par de horas, Marcos y su mujer decidieron alejarse del edificio en llamas. ¡°Fuimos a El Corte Ingl¨¦s. Me dio un arrebato y me compr¨¦ much¨ªsima ropa¡±, dice, vestido con uno de esos trajes nuevos, azul p¨¢lido, en el hall del Valencia Palace. Este viernes por la ma?ana ha estado hablando con su seguro y conf¨ªa en que responder¨¢. Trata de racionalizar lo ocurrido. ¡°Estamos vivos. Todo lo que se ha perdido es material. Dentro de lo material, hay cosas que no vamos a recuperar, por el valor sentimental que ten¨ªan. Y hay cosas que no vamos a querer recuperar. A mi mujer, por ejemplo, cuando la conoc¨ª le regal¨¦ una primera edici¨®n de Alicia en el pa¨ªs de las maravillas; ella se llama Alicia. No se la voy a volver a comprar porque siempre le recordar¨¢ lo que ha ocurrido. Y aparte de eso est¨¢ todo lo digital, los documentos, los t¨ªtulos universitarios, toda la informaci¨®n que hubiese en los ordenadores. Todo eso no lo vamos a recuperar¡±.

Marcos cuenta que compr¨® el apartamento por ¡°algo sentimental¡±. Hace unos 10 a?os, al inicio de su divorcio, estaba buscando piso. La zona le daba un poco igual. ¡°Aquel d¨ªa, iba con mi hija, que tendr¨ªa cuatro o cinco a?os. Abrimos la puerta y la ni?a entr¨® como una flecha y se puso a bailar en el centro del piso. Dije: ¡®ya est¨¢, ya no miro m¨¢s, este es el piso¡¯. Y nos quedamos ah¨ª¡±.

Bajar a la calle en pijama

Jos¨¦ Luis Mas, m¨¦dico jubilado de 67 a?os, rememora el horror vivido el jueves, cuando estaba en su casa en el edificio que ardi¨® en el popular barrio de Campanar. ¡°Anoche no te puedes ni imaginar¡­ Gracias a Dios, soy m¨¦dico y me he podido recetar alguna pastilla para poder dormir alg¨²n rato. Pero mal. Y por la ma?ana es peor todav¨ªa porque ayer, con el calor del foll¨®n, uno est¨¢ en shock y no se entera tanto, pero cuando ves la luz y la realidad¡­ Encontrarte sin nada, con todo perdido, es una sensaci¨®n horrible. Uno lo ve en las pel¨ªculas, pero no lo imagina en la realidad¡±, explica con su esposa, ?ngela, de 57 a?os, a su lado. Llevaban tres a?os viviendo en esa casa. Su vida entera qued¨® reducida a cenizas en cuesti¨®n de minutos.

Cuenta que estaba viendo tranquilamente por televisi¨®n con su mujer un partido de tenis que se disputaba en Dub¨¢i. ¡°Nos hab¨ªamos puesto c¨®modos, en pijama y sentados en el sof¨¢, y empez¨® a oler como a pl¨¢stico quemado. Mi mujer se fue a la cocina, abri¨® el balc¨®n y vio una humareda negra enorme; decidimos irnos¡±. Mas lo narra todo detalladamente. Empez¨® a entrar humo dentro de la casa y, por su experiencia como m¨¦dico en el SAMU, sab¨ªa que cuando empieza la humareda ¡°lo normal son 10 minutos¡±. ¡°Y como aspires el humo, pues eso¡­ Dije: ¡®V¨¢monos, v¨¢monos¡¯. Yo, de hecho, voy en pijama. Bajamos corriendo, cogimos la cartera con la documentaci¨®n y el m¨®vil. Nada m¨¢s¡±, revive todav¨ªa con la voz entrecortada por la emoci¨®n y la frustraci¨®n. Nada m¨¢s salir, avis¨® a un par de puertas vecinas, pero nadie le contest¨®, y la pareja ya no pudo esperar m¨¢s, porque el pasillo se llen¨® de un humo espeso. Tuvieron la suerte de que la ¨²nica escalera de bajada que hab¨ªa la ten¨ªan delante, con lo cual fue abrirla y bajar siete pisos. Conforme miraban hacia atr¨¢s, todo se ve¨ªa invadido por el humo.

Mas explica que, ya en la calle, habl¨® con los bomberos para que llevaran ox¨ªgeno en el rescate. ¡°No me imaginaba entonces la dimensi¨®n del siniestro¡±, reconoce ahora. Habl¨® con la polic¨ªa para que pidieran al Centro de Coordinaci¨®n de Emergencias que el SAMU no trajera solo soporte vital b¨¢sico (SVB) porque la cosa ¡°pintaba fea¡±. Los efectivos de Emergencias le dieron ox¨ªgeno. Hab¨ªan inhalado gases y, adem¨¢s, ¨¦l padece una enfermedad cardiaca. ¡°Se incendi¨® en menos de 20 minutos, m¨¢s r¨¢pido que una falla en Valencia. La raz¨®n no la s¨¦, pero quiero crear una asociaci¨®n de vecinos afectados y empezar a trabajar el tema porque esto es muy gordo. Un edificio de 14 plantas, con 500 personas dentro, que se queme en nada, en nada¡­ Y el aire no fue porque si la estructura es de piedra o de hormig¨®n, el viento puede voltear el fuego, pero no puede quemar un edificio tan r¨¢pidamente. Eso parec¨ªa cart¨®n¡±. ¡°Yo he visto fallas que han tardado m¨¢s tiempo en quemarse que este edificio. Es incre¨ªble¡±, a?ade.

Horas despu¨¦s de lo sucedido, en la puerta del hotel donde han descansado algo durante la noche, explica a los medios que cuando pasa algo similar, uno no se cree lo que est¨¢ viendo, como si su cabeza lo bloqueara. ¡°Se quema todo, tu vida, tu piso, todo. Se te va todo¡±, comenta afectado. ¡°Uno se compra un piso, se pone a vivir y no mira y, ahora, retrospectivamente, uno se pregunta si en los pasillos hab¨ªa o no extintores. El ser humano no piensa en la muerte, piensa en la vida y no cae en esas cosas cuando se va a vivir a una casa¡±. E insiste en que le parece ¡°raro que el edificio se prendiera tan r¨¢pidamente¡±.

Hasta el momento, los n¨²meros que se conocen son estos: hay al menos nueve muertos, adem¨¢s de 15 heridos. Pero entre la desgracia de lo que se ha perdido, y las vidas reales que todav¨ªa no se sabe que se ha cobrado la tragedia, Mas explica que, aunque entre los vecinos hab¨ªa de todo, muchos de ellos eran de profesi¨®n sanitaria porque el edificio est¨¢ cerca de dos centros: el hospital p¨²blico Arnau de Vilanova y el privado de Vithas. Muchos de los que trabajan all¨ª compraron o alquilaron cuando en 2008 se puso a la venta ese complejo, formado por dos bloques de 138 viviendas de 14 y 10 plantas, unidos por un ascensor panor¨¢mico. ¡°Hay extranjeros, bastantes ucranianos y gente mayor. Hab¨ªa de todo¡±, insiste, haciendo memoria. ?l y su mujer se han salvado. Pero lo han perdido todo.

¡°Un reseteo total. Reiniciar de cero¡±

Ricardo Sampieri, venezolano de 59 a?os, lleva en Valencia cinco a?os, y cuatro de ellos de alquiler en el edificio devorado por el fuego en apenas unas horas. Primero en una planta y, desde hace un a?o, en otra. Es vecino de la familia fallecida, una pareja y sus dos hijos peque?os, los primeros cuatro muertos que se conocieron este viernes. ¡°?ramos buenos vecinos, una pareja joven, con un ni?o de tres a?os y otro que no ten¨ªa ni 15 d¨ªas¡±, explica realmente afectado.

En el momento del incendio, ¨¦l estaba fuera de la casa, pero su hijo menor, de 17 a?os, estaba dentro. Cuando escuch¨® a los vecinos que la finca estaba ardiendo, llam¨® a su hijo para que saliera de inmediato. ¡°Cuando llegu¨¦ junto al inmueble, el fuego todav¨ªa estaba localizado en una planta y tard¨® una media hora en propagarse¡±. Su esposa, afortunadamente, est¨¢ fuera del pa¨ªs. ¡°Est¨¢bamos en un momento vital de transici¨®n¡±, explica tras aclarar que no tiene empleo, ¡°pero esto que nos ha pasado es un reseteo total. Reiniciar de cero¡±, comenta.

La noche pasada la pas¨® de urgencia en la casa de unos conocidos, pero ahora permanece alojado en el hotel habilitado para esta situaci¨®n de emergencia. Lo han atendido los servicios sociales del Ayuntamiento para optar a alguna ayuda. El consistorio ha puesto a disposici¨®n de los que se han quedado sin casa un edificio de viviendas municipales. ¡°No s¨¦ todav¨ªa qu¨¦ haremos¡±.

Taxistas que dieron servicio durante el incendio

Usman, paquistan¨ª de 29 a?os, fue uno de los taxistas que acudieron a la zona siniestrada para dar servicio. ¡°Primero nos avisaron por emisora de que hab¨ªa un incendio y que evit¨¢semos la zona. Pero al rato nos dijeron que acudi¨¦semos para trasladar a la gente¡±, comenta. Lleg¨® al entorno del edificio y recogi¨® a una se?ora mayor y a un chico joven, ambos vecinos del edificio incendiado, y los llev¨® a Urgencias del Hospital General de Valencia. No cruzaron ni una palabra durante el trayecto, pero cuando llegaron al centro hospitalario la mujer le dio 20 euros, que el taxista rechaz¨®. ¡°El chico ten¨ªa la mano totalmente quemada y el pie fastidiado¡±, explica Usman, que despu¨¦s volvi¨® a la zona acordonada y se puso en cola por si hac¨ªan falta m¨¢s servicios. No hizo m¨¢s viajes porque otros compa?eros taxistas acudieron al lugar por si hac¨ªa falta. ¡°Fue horrible ver el edificio en llamas porque he ido all¨ª muchas veces a llevar y traer gente. O¨ª gritos, pero la situaci¨®n era tan extrema que tampoco pod¨ªas preguntar nada a nadie¡±.

Laura y Manu, su primera vivienda devorada por las llamas

Laura y Manu, una pareja joven de vecinos del complejo siniestrado, se encuentran sin nada, ni siquiera documentaci¨®n. ¡°Bueno, estamos vivos. A ratos es como una pesadilla de la que pensamos que nos vamos a despertar y que estamos viendo por la tele¡­¡±, explica esta profesora de profesi¨®n. Laura estaba dentro duch¨¢ndose y Manu en el trabajo cuando se desencaden¨® la tragedia. ¡°Sal¨ª de la ducha y ol¨ª un poco a churruscado, as¨ª que cerr¨¦ las ventanas del sal¨®n y de la habitaci¨®n porque me ten¨ªa que ir¡±. Se cogi¨® la chaqueta y cuando sali¨® al zagu¨¢n vio humo. Baj¨® por la escalera y ya entonces se top¨® con los bomberos. ¡°Sal¨ª por patas y a los dos minutos me di cuenta de que mi terraza estaba incendiada¡±. Ella y su pareja, Manu, entrenador deportivo, llevaban tres a?os de alquiler en el edificio. Era su primera casa.

Manu explica que cuando Laura lo llam¨® avis¨¢ndole de que el edificio estaba en llamas, cogi¨® la moto y enfil¨® hacia casa. Cuando lleg¨®, el complejo era una chimenea. En cuesti¨®n de minutos, las llamaradas se lo comieron todo. Horas despu¨¦s, se sienten desubicados, con lo puesto. No han dormido casi nada, con el tel¨¦fono sonando cada pocos minutos, llamadas de familiares y amigos angustiados por su suerte. ¡°Tenemos vecinos de los que no sabemos nada¡±, a?aden. No saben qu¨¦ van a hacer en las siguientes horas. ¡°No tengo mi DNI, mi tarjeta bancaria ni nada. Mi cartera se qued¨® dentro. Mi coche estaba en el garaje de la finca¡­ No me ha quedado nada¡±, a?ade angustiada Laura. ¡°No s¨¦ si irme a que me d¨¦ el aire, no s¨¦ qu¨¦ es lo primero que tengo que hacer, no s¨¦¡­¡±, comenta todav¨ªa en shock. Manu va a escribir una peque?a lista con las cosas m¨¢s urgentes: el carn¨¦ de conducir, un cargador de m¨®vil y hay un par de sitios que han habilitado donde pueden darles ropa para estos primeros momentos.

Hay un equipo m¨¦dico en el hotel, en la planta siete, para todo aquel que lo necesite. ¡°Hay familias muy afectadas¡±, apunta Laura. ¡°Hay gente que est¨¢ llamando a sus hijos y no les cogen el tel¨¦fono¡±, lamenta. ¡°Todo el mundo nos entend¨¦is, nos anim¨¢is, pero somos nosotros los que no tenemos nada. Vamos a intentar estar todos unidos y ayudarnos entre nosotros¡±, agrega Manu.