Efectos secundarios de las elecciones en Castilla y Le¨®n
Una intuici¨®n apunta a un posible futuro de acuerdos entre el centroderecha y la ultraderecha de Vox
La intuici¨®n inicial dice que el origen del patinazo del PP en Castilla y Le¨®n est¨¢ en una analog¨ªa precipitada y fraguada en los despachos, en c¨¢lculos de anticipaci¨®n y pron¨®sticos con bases poco fiables. La segunda intuici¨®n tiene otro calado y es m¨¢s inquietante todav¨ªa: no hay patinazo, sino un primer entrenamiento o una primera aclimataci¨®n pol¨ªtica a un futuro de acuerdos entre el centroderecha y la ultraderecha de Vox.
El invento de adelantar las elecciones por sorpresa y a traici¨®n ¡ªapenas horas antes de la comunicaci¨®n nadie sab¨ªa nada en Ciudadanos, ni In¨¦s Arrimadas ni Francisco Igea¡ª aspiraba a aprovechar el tir¨®n de Ayuso para asentar no solo a la candidata ganadora y revoltosa del PP, sino tambi¨¦n y sobre todo las expectativas de Casado como l¨ªder nacional del PP. Pero trasladar las muy singulares condiciones de Ayuso y Madrid ¡ªaut¨¦ntica burbuja barom¨¦trica y demosc¨®pica de Espa?a¡ª a una comunidad como Castilla y Le¨®n era como plantar vegetaci¨®n tropical en un clima continental: en Soria suele hacer mucho, mucho fr¨ªo. La tentaci¨®n de usar estas elecciones como indicio de cambio de ciclo o incluso como el trampol¨ªn nacional de Vox se antoja tambi¨¦n precipitada, porque el campo de trabajo ha sido una de las comunidades con rasgos propios m¨¢s diferenciados. De la misma manera que Madrid es ¨²nica en muchos sentidos, Castilla y Le¨®n lo es tambi¨¦n, como comunidad muy envejecida, con una poblaci¨®n muy dispersa en n¨²cleos de poblaci¨®n rural, con pocas ciudades grandes y gobiernos auton¨®micos apaciblemente conservadores desde hace 35 a?os.
La viabilidad de un paralelismo tan asim¨¦trico pudo estar solo en las enso?aciones de los estrategas. Las elecciones no mejoran la situaci¨®n de Casado ni del PP y, lo que es peor, tampoco de la democracia espa?ola. Nada hace prefigurar tampoco que anticipen el comportamiento electoral de Sevilla, Valencia, Barcelona, Zaragoza, Coru?a o San Sebasti¨¢n en unas elecciones generales. Ni siquiera predicen con certidumbre oracular la extinci¨®n de Ciudadanos, ni desde luego condenan al PSOE y a Unidas Podemos a la fatalidad de padecer las sensibles p¨¦rdidas que se han llevado a cuenta de las candidaturas de la Espa?a Vaciada. No est¨¢ nada claro que estas elecciones sean un term¨®metro fiable a otra escala, como nadie ha sido capaz de trasladar los burbujeantes resultados de Ayuso a otras comunidades. O todav¨ªa no, al menos.
En apariencia, el elemento de m¨¢s alto riesgo de la enso?aci¨®n de G¨¦nova consist¨ªa en facilitar el acceso de la ultraderecha al Gobierno de una comunidad por primera vez en nuestra democracia. Podr¨ªa funcionar como el primer pelda?o en su escalada de normalizaci¨®n democr¨¢tica: apenas quedan migajas del vibrante discurso de Pablo Casado contra Vox en sede parlamentaria y los dolidos melindres que Santiago Abascal amargamente le reproch¨® desde la tribuna de oradores. Cabe preguntarse si Ma?ueco, Casado y G¨¦nova tasaron el riesgo en que incurr¨ªan si el resultado no garantizaba al PP gobernar en solitario. Porque entre las graves consecuencias pol¨ªticas de este error est¨¢ la tentaci¨®n en los pr¨®ximos d¨ªas de banalizar o convertir en rutinaria la leg¨ªtima pero desgraciada alianza con Vox, ya sin m¨¢scara y sin disimulo.
Tras estas elecciones, el liderazgo de Casado en el PP queda atado a la prosperidad de Vox, y no a la suya propia. Los estrategas de G¨¦nova se la jugaron hace un mes y medio y el principal perjudicado a escala nacional ha sido el propio secretario general del partido. Casado ha jugado con fuego, pero quien se quema en Castilla y Le¨®n es el blindaje de la democracia espa?ola contra la ultraderecha. Estas auton¨®micas deb¨ªan ser parte de la escalera que llevase a Casado de ¨¦xito en ¨¦xito hasta la Moncloa. No ha habido ¨¦xito alguno, sino subordinaci¨®n forzosa a Vox. Por eso quiz¨¢ no es un disparate escuchar la segunda intuici¨®n y pensar que no hubo enso?aci¨®n alguna, sino un potencial efecto secundario todav¨ªa bajo control. Estas elecciones pueden haber acabado siendo el laboratorio local de lo que el PP sabe que no tendr¨¢ m¨¢s remedio que ir ensayando en el futuro si quiere desbancar al gobierno de coalici¨®n en las elecciones generales. Un primer test de aclimataci¨®n a escala local.
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