Regresa el mejor catalanismo
Es indiscutible el progreso pol¨ªtico que significa el uso de la lengua catalana en el Congreso de los Diputados
El independentismo catal¨¢n acaba de conseguir su primera y hasta ahora ¨²nica victoria tangible despu¨¦s de una larga d¨¦cada de esterilidad en pos de la ruptura constitucional y la secesi¨®n de Espa?a. Es indiscutible el progreso pol¨ªtico que significa el uso de la lengua catalana en el Congreso de los Diputados, paso previo a su reconocimiento tambi¨¦n como lengua de uso oficial en el Parlamento Europeo.
Tan sonora victoria tiene un inconveniente, va en direcci¨®n contraria al camino recorrido por el secesionismo hasta ahora. Al contrario de lo que puede interpretarse a primera vista, no significa avance alguno en direcci¨®n a la independencia de Catalu?a, sino que refuerza la cohesi¨®n casi-federal de la Espa?a constitucional, debilita la identificaci¨®n entre naci¨®n y lengua propia de los nacionalismos ling¨¹¨ªsticos ¡ªel catal¨¢n y el espa?ol¡ª y arrastra solidariamente a las otras dos lenguas oficiales en otras comunidades aut¨®nomas como es el caso del gallego y el euskera.
Por m¨¢s que haya sido Junts per Catalunya quien ha descorchado el acuerdo con el PSOE, entregando todos sus votos a Francina Armengol, quien sale beneficiado es el amplio espacio del catalanismo plural e integrador que contribuy¨® a la Constituci¨®n espa?ola y fue el motor del Estado de las autonom¨ªas. El conjunto del independentismo, representado por Junts y por Esquerra y ahora en fase de fuerte retraimiento electoral, en nada ha conseguido avanzar en el programa rupturista, al menos en la constituci¨®n de la Mesa, sino precisamente en el territorio de pluralismo y reconocimiento ling¨¹¨ªstico tradicionalmente propugnado por las formaciones de izquierda, tanto el PSC como el espacio a su izquierda de los Comunes.
Este acuerdo solo puede disgustar a quienes consideran que naci¨®n y lengua componen un todo pol¨ªtico indisociable. El secesionismo m¨¢s genuino no quiere saber nada del reconocimiento de su lengua en las instituciones de una naci¨®n que considera ajena. Tampoco puede complacer a un nacionalismo espa?ol que identifica a la lengua y la cultura catalanas como instrumentos de la secesi¨®n y solo se satisface con su minimizaci¨®n en la vida p¨²blica, como ya est¨¢n haciendo PP y Vox en Valencia y en Mallorca. Los inconvenientes pol¨ªticos del acuerdo son obvios tanto para los enemigos de la Espa?a plural como los de la Catalu?a plural.
Esta victoria catalanista contrasta con los retrocesos que significan los gobiernos de coalici¨®n entre el PP y Vox con un programa abiertamente hostil a la cultura y a la lengua compartidas en las comunidades aut¨®nomas valenciana, balear e incluso una parte significativa de la aragonesa. Los dos partidos independentistas con representaci¨®n en el Congreso tendr¨¢n, por tanto, una poderosa raz¨®n para evitar la disoluci¨®n de esta C¨¢mara que ha reconocido el pluralismo ling¨¹¨ªstico en sus pr¨¢cticas, con el riesgo que significar¨ªa la repetici¨®n de las elecciones generales de forma que decayera el actual pacto alcanzado con la izquierda espa?ola.
Por m¨¢s que Junts y Esquerra amaguen con desenfundar sus reivindicaciones m¨¢s radicales a la hora de acordar la investidura de S¨¢nchez, el car¨¢cter del pacto ling¨¹¨ªstico alcanzado para la Mesa del Congreso prefigura la posibilidad de una progresiva reintegraci¨®n del nacionalismo catal¨¢n al f¨¦rtil espacio del catalanismo posibilista, que es el ¨²nico que ha protagonizado los mejores avances en el reconocimiento de la personalidad de Catalu?a dentro de Espa?a.
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