Santiago descubre sus 300 g¨¢rgolas bajo la pertinaz lluvia
Rutas guiadas, libros y conferencias reivindican la ciudad gallega como capital europea de los aliviaderos escult¨®ricos por el n¨²mero de piezas labradas con motivos grotescos, mitol¨®gicos y monstruosos que adornan los monumentos
No conviene, en una mesa repleta de compostelanos de pro, preguntar de d¨®nde viene ese gentilicio suyo ¡ªalternativo, coloquial, jacarandoso¡ª de ¡°picheleiros¡±. Porque es posible que cada uno de los presentes tenga su teor¨ªa y acalorados puntos de desencuentro con los dem¨¢s; y que la discusi¨®n se extienda m¨¢s all¨¢ de los postres y el licor caf¨¦. La mayor¨ªa aceptar¨¢ que el nombre viene de ¡°pichel¡±, una jarra de esta?o, alta y con tapa, que se fabricaba en Santiago ya en la Edad Media, bautizada con una palabra evolucionada del occitano, del lat¨ªn o hasta del griego (primer motivo de disputa). Otros, sin embargo, defender¨¢n que lo que naci¨® como un mote no se debi¨® tanto al oficio como a la afici¨®n de los lugare?os de beber por el pichel (segunda controversia). Un tercer bando insistir¨¢, por su parte, en que lo aut¨¦ntico no es ¡°picheleiro¡±, sino ¡°picholeiro¡± (tercera discusi¨®n), y explicar¨¢ que esto deriva de la abundancia de fuentes y ca?os de agua o ¡°pichos¡± que hay en la capital gallega; este grupo hasta desarrollar¨¢ su teor¨ªa asegurando que picho es un t¨¦rmino emparentado con el coloquial ¡°pichola¡± (pene, picha, en castellano). A partir de aqu¨ª, alguno recordar¨¢ que tambi¨¦n se ha dicho y escrito que Santiago, esa ciudad ¡°donde la lluvia es arte¡± (en una Galicia donde este a?o llueve tercamente), es uno de los lugares con mayor densidad de g¨¢rgolas de Europa.
Y ?qu¨¦ es una g¨¢rgola m¨¢s que un ¡°picho¡± gigante? Seg¨²n el recuento de Benxam¨ªn V¨¢zquez, uno de los mayores exploradores de estos elementos arquitect¨®nicos tan funcionales y tan art¨ªsticamente libres que se ciernen sobre las cabezas de los turistas, en Compostela hay al menos 300 aliviaderos escult¨®ricos en edificios monumentales. Hay tantos, tan sorprendentes, tan bellos, tan enigm¨¢ticos, tan simb¨®licos, tan monstruosos ¡ª¡°y tan f¨¢licos¡±, apunta el investigador¡ª que en Santiago se multiplican las visitas guiadas y las conferencias que los reivindican. Mientras tanto, este periodista jubilado ha publicado un libro, G¨¢rgolas de Compostela (Compostela Gargoyles) (Editorial Alvarellos) junto al fot¨®grafo Xaime Cortizo.
Juan Segade es el gu¨ªa que en 2018 decidi¨® que hab¨ªa que ¡°desmarcarse del est¨¢ndar¡±, y ofrecer a los turistas rutas por los desag¨¹es escult¨®ricos. En una visita a la biblioteca, cay¨® en sus manos un trabajo anterior de Benxam¨ªn V¨¢zquez acerca de g¨¢rgolas, un cat¨¢logo (Gorjeos de G¨¢rgolas) editado con motivo del A?o Xacobeo 93. Al a?o siguiente dej¨® de trabajar para agencias, fund¨® su propio sello, Compos Tours, y empez¨® realizando ¡°freetours ben¨¦ficos¡± para comprobar si la idea de funcionaba. ¡°Lo recaudado se destinaba a Down Compostela¡±, cuenta, y el proyecto enseguida cuaj¨® entre los visitantes de todas las edades, pero de manera especial ¡°entre los ni?os¡±. Segade va con un libro ilustrado destinado a este p¨²blico, Sar, Sarela y los monstruos de Compostela (Paco L¨®pez-Barxas y Kiko Dasilva, Editorial Kalandraka), en el que las g¨¢rgolas de la ciudad cobran vida, y lleva a los peque?os hasta donde esas esculturas del cuento est¨¢n en la realidad. ¡°Una, entre todas, les encanta a los cr¨ªos porque se parece mucho al Pato Donald¡±, comenta el gu¨ªa tur¨ªstico, que tambi¨¦n informa de que la g¨¢rgola m¨¢s antigua que se conserva en la ciudad ya se ha jubilado: ¡°Es un le¨®n del siglo XIII que ahora se expone en una sala de la Colexiata do Sar¡±.
El atractivo tur¨ªstico de las g¨¢rgolas no es un fen¨®meno extra?o. Una de las visitas m¨¢s demandadas en la Catedral de Washington, construida a lo largo del siglo XX en estilo neog¨®tico, es el tour de hora y media que lleva a descubrir sus 112 g¨¢rgolas y grutescos, entre los que se encuentran el mism¨ªsimo Darth Vader, un ejecutivo, un jipi, un pulpo y hasta un turista a punto de ser tragado por un monstruo. No son las ¨²nicas del mundo que hacen gui?os a la cultura pop y al presente, y que no esconden su contemporaneidad aunque adornen edificios mucho m¨¢s antiguos: en la catedral Mar¨ªa Inmaculada de Vitoria hay un hombre hablando por tel¨¦fono y otro con m¨¢scara de gas. En la de Palencia, una g¨¢rgola representa al fot¨®grafo Jos¨¦ Sanabria, disparando desde el cielo a todo el que pasa por la calle. En la abad¨ªa de Paisley (cerca de Glasgow) hay un alien, y dos gremlins en la Capilla de Bel¨¦n, pr¨®xima a Nantes.
Sean de la Edad Media o completamente actuales (las m¨¢s recientes son probablemente las ocho que esculpi¨® Jos¨¦ Miguel Abril para la Torre G¨®tica de Alca?iz, Teruel) estas bestias desconocidas que nos acechan despiertan pasiones m¨¢s all¨¢ de la inigualable fama las de Notre Dame de Par¨ªs, ideadas por Violet le Duc en el siglo XIX. ¡°Y que, por cierto, no son g¨¢rgolas, sino quimeras, es decir... no cumplen con la funci¨®n arquitect¨®nica de canalizar y dar salida al agua de los tejados¡±, ilustra desde Madrid Dolores Herrero, la gran investigadora espa?ola de estas esculturas fant¨¢sticas en Europa.
Herrero es historiadora del Arte, autora del libro La g¨¢rgola y su iconograf¨ªa (Universo de Letras), el mayor compendio hasta el momento junto con sus videoposts y su blog (https://doloresherrero.com/gargolas-del-mundo-blog/), en el que desde 2016 da a conocer continuamente ca?os tallados en piedra que va descubriendo en sus visitas. La experta, que hizo su tesis doctoral sobre las g¨¢rgolas de Castilla y Le¨®n, explica que su monstruosa belleza ha inspirado ¡°mucha literatura desde el Romanticismo¡±. Sin embargo, ¡°hay un enorme desconocimiento y apenas existe documentaci¨®n¡± sobre estas piezas donde canteros geniales, pero an¨®nimos, se expresaban en libertad y plenitud, mucho m¨¢s que en los niveles de los edificios accesibles al ojo humano en edificios p¨²blicos y privados, en monumentos e iglesias.
Caricaturas de monarcas y sacerdotes
¡°Con sus g¨¢rgolas transgresoras, demon¨ªacas, lujuriosas, burlonas, esot¨¦ricas y metam¨®rficas, los canteros demostraron que eran unos revolucionarios¡±, afirma Benxam¨ªn V¨¢zquez. Ah¨ª arriba, los desag¨¹es labrados en piezas de hasta 100 kilos y casi dos metros de largo (buena parte no se ve porque va encastrada en la cornisa) representan lo inimaginable: ¡°desde un individuo castrado, con el rostro desencajado por el dolor, hasta la muerte putrefacta¡±, describe. Desde un hombre que ense?a las nalgas y los test¨ªculos a los viandantes y vierte el agua de la lluvia por el ano (Hostal dos Reis Cat¨®licos, Praza do Obradoiro) hasta una quimera con forma de voluptuosa sirena (San Marti?o Pinario, R¨²a da Moeda Vella, Santiago). ¡°Son caprichos de cantero¡±, define el veterano periodista, ¡°y tienen muchas posibles interpretaciones¡±, aunque algunos se puedan clasificar sencillamente como gorgonas, basiliscos, mant¨ªcoras, dragones y grifones. Este mundo en ocasiones ¡°ca¨®tico y sin programa iconogr¨¢fico¡± que se hace fuerte en las alturas es, para V¨¢zquez, como ¡°un Jard¨ªn de las Delicias en piedra¡±.
En Santiago hay algunas g¨¢rgolas a 30 metros de altura sobre el nivel de la calle, ¡°m¨¢s que el Acueducto de Segovia¡±, apunta V¨¢zquez en un paseo por la ciudad, casi imposibles de descubrir si no es con prism¨¢ticos. Son distintas figuras de animales que custodian el monasterio de San Marti?o Pinario, y ¡°sus escultores se esmeraron en ellas¡± aun siendo conscientes de que jam¨¢s se apreciar¨ªan desde el suelo. Dolores Herrero explica que las g¨¢rgolas empezaron a proliferar ¡°en el siglo XIII en Par¨ªs, con el G¨®tico¡±, y que en Francia y Espa?a, por ejemplo, ¡°hay muchas m¨¢s que en Italia¡±, porque el Renacimiento las dej¨® atr¨¢s. En la arquitectura acabaron siendo relevadas por los desag¨¹es lisos, rectil¨ªneos, de simples formas geom¨¦tricas y muchas veces de metal, hasta que renacieron con el Romanticismo. ¡°La g¨¢rgola ha sido muy despreciada en la Historia del Arte, porque es un canal¨®n¡±, lamenta Herrero, ¡°muchas se encuentran en un estado lamentable por los excrementos de aves, el musgo, la contaminaci¨®n. En Le¨®n, ahora, llevan una rejilla, porque cayeron dos¡±.
All¨ª arriba, escondidas, pod¨ªan emplearse para caricaturizar a personajes p¨²blicos, a cl¨¦rigos pecadores y hasta a reyes. ¡°En Burgos hay un demonio que sujeta una figura con corona y en la Lonja de Valencia, otro rey con cara de poca inteligencia y solo tres dientes en la boca¡±, cita la historiadora; hay incluso g¨¢rgolas de ¡°monarcas cornudos¡±. ¡°Lo obsceno, lo escatol¨®gico, lo exagerado y lo profano¡± colonizaba las azoteas en contraste ¡°con lo cristiano¡±, a lo que complementaba ¡°como el yin al yang¡±, define la investigadora, que explica que el lugar donde ha contado m¨¢s g¨¢rgolas, ¡°aunque no criaturas m¨¢gicas, sino de l¨ªneas geom¨¦tricas¡±, es el Palacio Nacional de Mafra (Portugal): ¡°En un trabajo realizado con una colega de la Universidad de Lisboa contamos 396¡å. Cuando empezaba las investigaciones para su tesis, el can¨®nigo fabriquero de la catedral de Burgos se sinti¨® en la obligaci¨®n de advertir a la joven licenciada sobre aquellos seres espeluznantes, muchos imposibles de ver desde abajo, a los que iba a enfrentarse al subir al tejado: ¡°Sabes que te vas a meter en un bosque de monstruos, ?no?¡±.
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