Se empiezan a vaciar los bares y restaurantes de Madrid: ¡°Nos vamos a meter en un pozo. Esto no lo hemos visto nunca¡±
El avance del coronavirus en la ciudad hace que la facturaci¨®n en los negocios caiga hasta un 80%
A Jes¨²s, el m¨ªtico due?o de El Doble, uno de los negocios m¨¢s conocidos de Ponzano, la calle de moda en Madrid, la situaci¨®n le da pena m¨¢s que nada ¡°por la tristeza¡± que hay en un espacio tan espa?ol como el bar, un lugar que siempre se ha identificado con la alegr¨ªa. Los pocos que entran por la puerta vienen mustios, ojerosos y melanc¨®licos, y solo quieren hablar del avance imparable del coronavirus. Desde el lunes, cuando se cancelaron las clases en toda la regi¨®n, Jes¨²s cree que la facturaci¨®n est¨¢ cayendo en picado. Calcula que la caja se ha desplomado un 80%. La idea del cierre temporal ronda su cabeza, pero no la ejecutar¨¢ hasta que no lo imponga una instancia oficial: ¡°Cuando diga la tele que cerremos, pues cerramos¡±.
La situaci¨®n se repite en las zonas m¨¢s concurridas de Madrid. Lavapi¨¦s, Ant¨®n Mart¨ªn, Huertas, Malasa?a, Tirso de Molina, La Latina. Hay menos olor a caf¨¦. Tostadas intactas. Barriles de cerveza almacenados. ¡°No hay ninguna directriz. Estamos a expensas de las comunicaciones del Gobierno y de sanidad. Esto est¨¢ generando un cambio de h¨¢bitos en la sociedad. La gente ya no va a los men¨²s del d¨ªa. Nos cuentan que s¨ª que existe un descenso de visitas y de reservas¡±, dice un portavoz de la Asociaci¨®n de la Hosteler¨ªa madrile?a, que aglutina a m¨¢s de 2.500 asociados. ¡°La semana pasada el sondeo era de un 15% de impacto de facturaci¨®n. Ahora prevemos que el escenario cambie y cada medida genera un escenario nuevo¡±.
En El Doble, cerca de la una de la tarde, cuando el cuerpo empieza a pedir una ca?a, entra por la puerta un se?or enchaquetado. El Doble es un lugar castizo decorado con azulejos de ¨¦poca y banderines de equipos de f¨²tbol. Primer cliente, milagro. Sin embargo, no se trata de un consumidor al uso, m¨¢s bien al rev¨¦s, resulta que es Jos¨¦ Vega, comercial de vinos. ¡°Ayer y hoy he flipado. No he vendido nada. Tengo 50 facturas por cobrar. Gastar¨¦ el d¨ªa en cobrar¡±, se queja. Jes¨²s, el due?o, y ¨¦l se ponen al d¨ªa de todas las noticias sobre la Covid-19 que uno y otro han o¨ªdo en las ¨²ltimas horas. Cuesta decidir cu¨¢l de los dos ve m¨¢s negro el horizonte. Por fin, llega el momento de la verdad:
¨D Bueno, Jes¨²s, te paso la factura¡ª , le deja caer el comercial.
¨D ?Yo te debo a ti algo?
¡ª ?Hombre que no! 200 euros.
¡ª Vale, te pago pero no compro m¨¢s cajas. ?No vendo nada!
El mismo dilema se plantea unos metros m¨¢s adelante. Benito tiene 84 a?os. El 25 de este mes cumple 85. Mientras lo dice toca la madera de la barra de su negocio. Regenta desde que el mundo es mundo Casa Benito, un restaurante de la calle Santa Engracia. Esta ma?ana le ha llamado su hijo para que baje la persiana y se vaya a casa. ?l se lo est¨¢ pensando. Duda, y en esa duda se revela el car¨¢cter empresarial que Benito arrastrar¨¢ hasta el fin de sus d¨ªas: ¡°Puede que cierre y les d¨¦ vacaciones a todos los empleados antes de que el Gobierno saque el decreto de cierre. Si lo hace ya no puedo hacerlo. ?El Gobierno nos va a obligar a pagar los sueldos a todos los empleados si cerramos? No puede ser eso. Son unos gastos que el Estado tiene que absorber. Hay que levantar el pa¨ªs, pero en eso tienen que colaborar el obrero, el patr¨®n y el Gobierno¡±, dice, con su camisa blanca y la pajarita granate, el uniforme de todos los trabajadores del restaurante. Hoy, por tanto, tomar¨¢ una decisi¨®n. ¡°Llegar¨¦ despu¨¦s de comer a casa y pondr¨¦ 13tv. Ah¨ª habla gente seria. Seg¨²n lo que escuche ah¨ª, cierro o no cierro¡±.
El Benteveo lo debatir¨¢ en unas horas. De estilo argentino, es una de las cantinas m¨¢s emblem¨¢ticas de Lavapi¨¦s. De ma?ana: caf¨¦ espumoso, tostadas de pan pay¨¦s, mermeladas caseras, churros, empanadas. De almuerzo: men¨² del d¨ªa con crema de verduras, hojaldre de calabac¨ªn y puerros. Y ahora: ¡°Una pasada¡±, cuenta sorprendido sobre la barra Federico Herrera, uno de los dos encargados. ¡°Estamos perdiendo cerca del 60% de facturaci¨®n con respecto a la semana pasada. Esta tarde vamos a plantearnos cerrar. Uno tiene de referencia a Italia y viendo las cosas que pasan¡¡±.
Solo en Ant¨®n Mart¨ªn hay m¨¢s bares que en toda Noruega, dice el vecino Joaqu¨ªn Sabina. Hasta ahora. ¡°Vamos a tener que cerrar¡±, dice el cuarent¨®n Jos¨¦ Luis Escudero apurando un pitillo con unos guantes de l¨¢tex azules en la puerta de la cervecer¨ªa Santa Isabel. ¡°C¨®mo voy a pagar a los proveedores as¨ª. Nunca hab¨ªa vivido una cosa igual. Solo van a sobrevivir las grandes cadenas. Nos tienen que ayudar, por favor¡±. En la Oficina 42, al lado de la m¨ªtica estatua de los abogados de Atocha, Sergio Guti¨¦rrez no para de limpiar con lej¨ªa. ¡°He suspendido todos los eventos. Me planteo cerrar ya. Llevo m¨¢s de un 60% de p¨¦rdidas. Los que tienen terrazas tendr¨¢n algo menos¡±.
Pero no. Miguel ?ngel Amaya, de 53, es el encargado de la terraza m¨¢s grande de Tirso de Molina. ¡°Este mi¨¦rcoles ten¨ªamos la mitad que la semana pasada, pero no nos planteamos cerrar¡±. A la 13.00 de la tarde hab¨ªa una mujer de unos cincuenta a?os jugando a la tragaperras y un se?or leyendo el peri¨®dico. Afuera, los j¨®venes veintea?eros Pablo e Irene degustaban dos copas de vino blanco con patatas fritas de bolsa.
¡ª Yo sinceramente pienso que esto es absurdo. Hay que hacer vida normal.
¨D Hay mucho inter¨¦s pol¨ªtico y el lobby farmac¨¦utico se est¨¢ lavando las manos.
En La Latina las mascarillas son un complemento m¨¢s del cuerpo. Se empieza a toser con el codo. Los camareros llevan guantes de l¨¢tex. Se percibe una conciencia social: los madrile?os empiezan a quedarse en casa. Si Espa?a est¨¢ cambiando en cuatro d¨ªas, Madrid lo ha hecho en 24 horas.
Este mediod¨ªa era posible comer huevos rotos en Casa Lucio sin reserva y sin colas. ¡°Estamos teniendo una barbaridad de cancelaciones, much¨ªsimas. Estamos hablando de un baj¨®n enorme¡±, cuenta uno de los trabajadores. En la taberna Posada de la Villa han optado por dar un portazo con un cartel en la puerta: ¡°Con el fin de preservar la integridad de todos los ciudadanos, este establecimiento permanecer¨¢ cerrado hasta el d¨ªa 25 de marzo¡±. Al menos nueve negocios han bajado la persiana en la Cava Baja.
En la plaza de Chueca el ambiente es el mismo: ¡°Las terrazas est¨¢n casi vac¨ªas. Ayer por la noche est¨¢bamos casi llenos porque jugaba el Atleti y hab¨ªa algo de ambiente¡±, cuenta la camarera Andrea Cuc¨², 30 a?os, ¡°pero hoy ya no, esto pinta muy mal¡±. En la taberna que lleva un letrero de madera con el nombre del barrio las cosas est¨¢n tambi¨¦n claras: ¡°Los que est¨¢n en la terraza son cuatro amigos que han venido a verme¡±, dice la due?a, Pilar L¨®pez, de 50 a?os.
Imbatible sigue la terraza de los 100 Montaditos de la calle Montera, pero con huecos. Pero la clientela de la mayor¨ªa de las terrazas, que suelen ocupar los turistas, ha desaparecido de un plumazo. ¡°Esto no lo hab¨ªa visto nunca¡±, se lamenta Jos¨¦ Joaqu¨ªn, uno de los camareros del local Ciudad de Tui.
Nacho Santamar¨ªa est¨¢ colgando un cartel en La Marina, una arrocer¨ªa en la calle Bret¨®n de los Herreros, en el que explica que a partir de ahora cierran por la noche. Solo dar¨¢n de comer a mediod¨ªa. Cree que las medidas de restricci¨®n de movimientos en Espa?a se est¨¢n tardando en poner en marcha. ¡°Estoy muy preocupado, sobre todo por el tema econ¨®mico. Nos vamos a meter en un pozo. Si esto fuera un periodo corto podr¨ªa aguantarse, pero imag¨ªnate dos meses o tres. ?Qui¨¦n aguanta eso? Es una barbaridad¡±, a?ade Santamar¨ªa, gerente del restaurante. La empresa ya tiene un ERTE en marcha para quedarse con el m¨ªnimo de plantilla imprescindible. ?l y sus socios tienen otros dos negocios en el norte de Madrid, donde dice que todav¨ªa no ha llegado este baj¨®n en las ventas. ¡°Pero llegar¨¢. No me cabe duda¡±.
Mientras tanto, el Madrid de hace una semana sigue vivo en el parque del Retiro. Los madrile?os corren, los columpios est¨¢n llenos, los perros tienen que esquivar a m¨¢s transe¨²ntes, las parejas se tumban y las terrazas, casi repletas.
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