Humor en tiempos revueltos

Me he pasado la noche dando vueltas en la cama, con un sudor fr¨ªo recorri¨¦ndome la espalda y esta ma?ana me he despertado ojerosa sintiendo un pinchazo justo debajo de la ceja. Suele sucederme cuando no duermo bien porque algo me inquieta: solo me quedan dos rollos de papel higi¨¦nico, ?qu¨¦ va a ser de m¨ª!

Antes de encerrarme en casa visit¨¦ varios supermercados en busca de uno de los productos m¨¢s demandados, ¨²ltimamente, y en ninguno hab¨ªa. Quedaba algo de fruta, verdura, carne y l¨¢cteos, nada de arroz, muy poca pasta y solo un hueco gigante en el lugar en el que sol¨ªa estar colocado ese bien de supuesta primera necesidad que con tanto ah¨ªnco est¨¢n acaparando.

Si lo que acaban de leer les resulta absurdo es porque, en efecto, lo es, pero est¨¢ pasando. No todo en el p¨¢rrafo anterior es cierto, ahora bien, la actitud de unos consumidores que se consideran previsores y que, en realidad, se est¨¢n comportando como gorrones, s¨ª lo es. Jam¨¢s me quitar¨ªa el sue?o el papel higi¨¦nico, aun estando bajo m¨ªnimos porque no es imprescindible. Tengo bid¨¦. Si no dispusiera de ¨¦l, me quedar¨ªa la ducha y de no haber, usar¨ªa el lavabo y ese agua maravillosa de Madrid del que tanto presumimos. Eso s¨ª es importante, el agua, la comida y los medicamentos.

Como sigamos as¨ª, volver¨¢ el estraperlo y habr¨¢ que compr¨¢rselo en el mercado informal a alg¨²n tipo que llevar¨¢ gabardina y gafas negras y con quien haremos la transacci¨®n entre las sombras por el m¨®dico precio de mil euros el paquete de doce y seiscientos, el de seis. ?Aproveche la oferta, oiga! Sin embargo, eso implicar¨ªa una interacci¨®n que tal y como est¨¢ el patio, deber¨ªamos evitar, con el fin de no contagiar ni contagiarnos. Mejor agua, en serio.

Lo ¨²nico bueno que estoy sacando de esto son los estupendos v¨ªdeos que brotan del ingenio de las personas en el peor de los momentos. Gente que corta con cuchillos jamoneros trozos de papel higi¨¦nico como si se tratara de piezas llegadas del mism¨ªsimo Guijuelo; que lo usan a modo de pesas; que simulan cocinarlos en sartenes o que se rodean de rollos, en lugar de billetes, como si estuvieran en videoclips de los 90 y ellos fueran raperos. El encierro puede ser una fuente de humor en tiempos revueltos y de creatividad.

Y hablando del encierro, es incre¨ªble c¨®mo estamos viviendo las primeras horas enclaustrados en nuestros hogares. ?Ni que estuvi¨¦ramos en Alcatraz! Pegamos la frente y aplastamos la nariz en las ventanas, mirando con nostalgia una calle que no pis¨¢bamos tanto, ya que todav¨ªa estamos en invierno y hasta hace poco ha hecho malo. ?Acaso antes del COVID19 ten¨ªamos la agenda de una estrella del rock? ?Si en la mayor parte de los casos, nuestra rutina no era estar hoy en Atlanta y ma?ana en Nueva York, sino hacernos un casa-trabajo-casa de manual y alguna tarde, bajar a comprar! Ojo, que entiendo perfectamente que no es tanto el durante como la angustia que provoca no saber cu¨¢ndo acabar¨¢. Por desgracia, no tengo una bola de cristal para adivinarlo, pero s¨ª s¨¦ que si no nos movemos de casa, ser¨¢ m¨¢s f¨¢cil que mandemos esta pandemia horrible a pasear.

Salud para todo el mundo y gracias a quienes tienen que trabajar y se arriesgan por el resto.

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