Nada rese?able

Eso apunt¨® Luis XVI en su diario el 14 de julio de 1789. ¡°Nada rese?able¡±. Tambi¨¦n era martes, como hoy. El rey de Francia, all¨ª, en su casopl¨®n versallesco, a¨²n no ten¨ªa ni idea de que los parisinos estaban tomando la Bastilla ni de que arrancaba ese d¨ªa una revoluci¨®n que pondr¨ªa bocabajo Europa. Pero la anotaci¨®n en el diario del ciudadano Capeto no hac¨ªa referencia a la situaci¨®n del pa¨ªs, sino a su jornada de caza. Ese d¨ªa se hab¨ªa dado mal.

Y as¨ª me siento: nada que decir, nada rese?able. Creo que est¨¢ todo dicho. Que no aporto nada nuevo y que solo puedo sumarme a los aplausos y a los agradecimientos y al aguante de todos los que est¨¢n consiguiendo que la m¨¢quina siga en marcha. Lamento el perjuicio y el desastre que esto puede traer a muchos. Y el sufrimiento de los enfermos y sus familiares. Y el agotamiento de los que no pueden parar. Y lamento muy profundamente cosas que me tienen muy cabreada pero por las que ahora no me deber¨ªa cabrear porque no es el momento.

He hecho lo que me han dicho que hiciera. Estoy teletrabajando (la verdad es que teletrabajo desde hace 20 a?os), he donado sangre, solo tengo en reserva ocho rollos de papel higi¨¦nico, anul¨¦ un viaje de trabajo, no me he ido a mi casa de la playa y he aguantado (protestando, eso s¨ª) el chaparr¨®n de cr¨ªticas que nos han dedicado desde muchos lugares de Espa?a a los madrile?os porque algunos gilipollas que viven en la capital decidieron tomarse este asunto como unas vacaciones. Unos se fueron porque aqu¨ª se aburrir¨ªan; otros, porque en su pueblo el aire era m¨¢s puro (hasta que llegaron ellos, claro) y algunos jovenzuelos volvieron a casa de pap¨¢ y mam¨¢ por las croquetas.

Hasta ahora me hac¨ªa gracia este asunto y lo achacaba a los tontos de turno repartidos por toda la costa espa?ola y por todos los pueblos de monta?a, que se deben creer que Madrid tiene una poblaci¨®n nativa de no menos de 40 millones de personas capaces de repartirnos cuando llegan las vacaciones por todo el pa¨ªs. Sabido es que los de Albacete no viajan. Ni los de C¨¢ceres van a la playa. Ni los pontevedreses salen de la ciudad. Ni los de Bilbao, ni los de Girona... En vacaciones y en crisis epidemiol¨®gicas, los ¨²nicos que nos repartimos por toda Espa?a con la mala idea de molestar y esturrear virus somos, no los que viven en Madrid, sino los ¡°madrile?os¡±.

Tambi¨¦n es cierto que, visto desde la otra perspectiva, podr¨ªamos decir que Madrid se ha vaciado de tontos. Aut¨®ctonos o simples empadronados. Pero tontos.

As¨ª que, nada rese?able. Salvo que el silencio me permite escuchar a los p¨¢jaros, que el aire de Madrid est¨¢ limpio, que los cinco pisos tur¨ªsticos ilegales y denunciados de mi edificio est¨¢n vac¨ªos y que nadie ha meado en mi portal.

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