La cuarentena en pisos interiores sin apenas luz natural
La luz solar afecta a los ciclos circadianos. ¡°Si tuviera un balc¨®n para ver que pasa afuera o escuchar algo la soledad no ser¨ªa tan mala aqu¨ª encerrada¡±, explica una vecina
Algunos habitantes de pisos interiores ¡ªmuchos sin apenas luz natural durante gran parte del d¨ªa¡ª cuentan que a veces ni alcanzan a o¨ªr lo que pasa fuera. Tampoco los aplausos de las 20.00. La luz solar afecta a los ciclos circadianos (los cambios en el organismo en el ciclo diario, vinculados a la luz y la oscuridad). Por eso, pasar la cuarentena cuando la vista desde la ventana es una pared puede hacer que la situaci¨®n se vuelva m¨¢s dif¨ªcil.
¡°Vivo en un bajo y no tengo luz natural en mi casa¡±, cuenta Pamela Orozco, de 26 a?os. Lleg¨® hace seis meses a Madrid a hacer un m¨¢ster en Psicolog¨ªa Cl¨ªnica y ahora se encuentra pasando sus d¨ªas entre 45 metros en la zona de Goya, por los que paga 880 euros al mes. ¡°Si tuviera un balc¨®n para ver qu¨¦ pasa fuera o escuchar algo, la soledad no ser¨ªa tan mala aqu¨ª encerrada¡±, dice Orozco. ¡°La ¨²nica ventana que tengo est¨¢ en el sal¨®n y da a un patio interior en donde nunca he visto a ning¨²n vecino¡±, afirma.
Natalia Quintero, de 26 a?os, vive con su novio en un ¨¢tico de 25 metros en Arg¨¹elles por el que pagan 600 euros al mes. Seg¨²n los ¨²ltimos datos del Instituto Nacional de Estad¨ªstica (INE), de 2011, en la capital hay 13.994 viviendas con una superficie ¨²til de menos de 30 metros cuadrados. La ¨²nica ventana que tiene Quintero es m¨¢s alta que ella y solo alcanza a ver los edificios que son m¨¢s altos que el suyo.
¡°Nunca pasaba mucho tiempo en la casa, siempre estaba trabajando, as¨ª que nunca hab¨ªa sido un problema¡±, dice Quintero, que, como su pareja, ten¨ªa un empleo de camarera hasta que se decret¨® el estado de alarma y fue despedida. ¡°Apenas tener luz hace que nuestros ciclos circadianos se desregulen y perdamos la noci¨®n del tiempo, dejando de recibir vitamina D, lo que puede hacer que nos sintamos tristes y cansados, en casos extremos esto nos puede llevar a tener depresi¨®n¡±, explica la directora del centro de psicolog¨ªa y psicoterapia Elijo, Sonia Mu?oz.
Para la psic¨®loga, actos solidarios como los aplausos nos hacen tomar conciencia de que somos una tribu y que no estamos solos. ¡°Son unos minutos que nos quitan la sensaci¨®n de soledad y nos suben el ¨¢nimo¡±, dice. ¡°Hay personas que no pueden conectar con estos aplausos por donde viven o estar en espacios reducidos con poca luz, pero ellos pueden salir al patio interior o hacer una videollamada con un familiar y formar parte de este tipo de actos y por lo tanto sentir que forman parte de un grupo¡±, apunta la psic¨®loga. Y agrega: ¡°La ansiedad se puede dar cuando las personas piensan en las circunstancias econ¨®micas que esta etapa va a traer¡±.
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Gabriela Rivera, de 26 a?os tambi¨¦n vive sola en un peque?o estudio en Malasa?a (850 euros al mes de alquiler), enfrente del m¨ªtico bar de La V¨ªa L¨¢ctea. ¡°Lo ¨²nico bueno de este virus es que he podido volver a dormir porque ya no hay ruido en mi calle, voy a salir rejuvenecida de esto¡±, dice. Rivera vive en 20 metros cuadrados, su sof¨¢ se convierte en cama toda las noches. ¡°El balc¨®n es mi salvaci¨®n, me hace ver que todo el mundo est¨¢ en la misma situaci¨®n¡±, dice. Pasa sus d¨ªas trabajando en su empresa de productos sostenibles como la copa menstrual. Est¨¢ haciendo un master en marketing y sales management, pero como ahora han cancelado las clases, su rutina ha cambiado por completo.
¡°Cuando me aburro pongo m¨²sica a todo volumen y empiezo a cantar en el balc¨®n¡±, dice. Aunque lo ha intentado todav¨ªa no tiene ning¨²n vecino con el que hablar de balc¨®n a balc¨®n, solo una paloma que la va a visitar. ¡°Escucho a mis vecinos de arriba y sus orgasmos, a mi vecino de abajo y su perro, as¨ª he pasado mis d¨ªas aqu¨ª, leyendo¡±, explica Rivera. ¡°Lo m¨¢s dif¨ªcil es la incertidumbre de no saber que cuanto durar¨¢ esto o si puedo salir, porque yo sigo viendo gente en la calle¡±, dice.
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