Las primeras canciones del coche de tus padres
La peque?a colecci¨®n de discos de mi padre era nuestra forma de comunicarnos cuando hab¨ªa palabras que yo no consegu¨ªa verbalizar con mi chino mandar¨ªn chapurreado, y donde aprend¨ª a amar la m¨²sica
Lo que iba a ser una semana de detox digital acab¨® en otra semana m¨¢s enganchado a documentales de mujeres en la industria de la moda como Diana Vreeland, leyenda y editora de moda, o la modelo Christy Turlington en Catwalk, y realities de Bravo de finales de los 00 y principios de los 10, como The Rachel Zoe Project o Kathy Griffin - My life on the D List. Mi intenci¨®n de verlos, adem¨¢s de permitirme el lujo de no pensar y descansar de mi rutina de meterme con se?oros ? por las redes, era por un inter¨¦s pasajero por sus historias de fondo, el motivo por el que decidieron hacer lo que hacen, adem¨¢s de fijarme en los estilismos de los maravillosos finales de los 00 y principios del 10, cuando llevar gafas de sol que cubr¨ªa la mitad de la cara y andar por la ciudad de LA con un venti frapuccino segu¨ªa siendo una personalidad. Lo que me hizo pensar, claramente salvando much¨ªsimo las distancias, en mis primeros recuerdos con la m¨²sica.
Seg¨²n mi madre nac¨ª un llorica, aunque con el tiempo y las ense?anzas absurdas del instituto de la masculinidad t¨®xica, aprend¨ª a canalizarlo como todos hacemos, con la pasiva agresividad. Lloraba hasta tal punto que mis padres me llevaron a un templo para que miraran si ten¨ªa las energ¨ªas o las emociones revueltas por alg¨²n factor externo, pidiendo ayuda a los dioses del templo para que me ¡®Siu Gia¡¯ (que en taiwan¨¦s significa algo as¨ª como exorcizar el miedo de un beb¨¦ o un ni?o). La ¨²nica forma de calmar esos lloriqueos eran los paseos nocturnos por la ciudad de Taip¨¦i en el coche de mis padres, escuchando a Teresa Teng, cantante taiwanesa e icono, derramando su coraz¨®n en alg¨²n recopilatorio de grandes ¨¦xitos.
Los viajes en coche escuchando la peque?a colecci¨®n de discos de mi padre fue uno de mis primeros recuerdos con la m¨²sica, y cuando migramos a Espa?a, esos paseos nocturnos por la ciudad de Taip¨¦i se convirtieron en escapadas de fines de semanas, con el coche lleno de arena de la playa y con un olor permanente en el coche a mandarinas. Mientras escuch¨¢bamos por en¨¦sima vez la canci¨®n Du¨¬mi¨¤n de n¨·h¨¢i k¨¤n gu¨°l¨¢i (la mujer de enfrente), del actor y cantante taiwan¨¦s Richie Ren, su voz se entrecortaba con el viento que entraba desde las ventanillas del coche. Durante los descansos en las gasolineras me permit¨ªan escuchar mis canciones, lo que implicaba escuchar la discograf¨ªa entera de las Spice Girls con las sillas plegadas, las primeras artistas que vi en concierto con mi madre en 1999 en el Palacio de los Deportes, antes de que Geri Halliwell decidiera separarse del grupo. La peque?a colecci¨®n de discos de mi padre era nuestra forma de comunicarnos cuando hab¨ªa palabras que yo no consegu¨ªa verbalizar con mi chino mandar¨ªn chapurreado, y donde aprend¨ª a amar la m¨²sica.
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