Cient¨ªficos domadores del sonido
La c¨¢mara anecoica del CSIC evita cualquier reverberaci¨®n para estudiar las se?ales ac¨²sticas tal y como salen de la fuente
Por su aspecto, es como una de esas salas apartadas de todo en las que, en las pel¨ªculas de ciencia ficci¨®n, una Inteligencia Artificial encierra a los protagonistas. En realidad, es una c¨¢mara anecoica, donde lo que se trata de aislar es el sonido. Al entrar en este sitio tan raro llama la atenci¨®n pisar en blando, como al caminar sobre una lona el¨¢stica de atracci¨®n de feria.
No hay suelo r¨ªgido, sino una malla de fibras de acero que permiten que el sonido se propague sin reflejarse. Debajo de la malla, la c¨¢mara sigue, hasta un verdadero suelo recubierto de cu?as, como el resto de las paredes. Estamos flotando en medio de la estancia. Se percibe una extra?a sensaci¨®n, sobre todo en los o¨ªdos: ¡°Es parecida a los cambios de presi¨®n que notas al viajar en avi¨®n¡±, explica el f¨ªsico Francisco Sim¨®n, miembro del grupo de Ac¨²stica Ambiental que nos recibe en el Instituto de Tecnolog¨ªas F¨ªsicas y de la Informaci¨®n Leonardo Torres Quevedo (ITEFI). La c¨¢mara anecoica es un cubo de 200 m3 (casi seis metros de lado) forrado de esas cu?as absorbentes que crean una sensaci¨®n de ilusi¨®n geom¨¦trica en el que las mira. Son, adem¨¢s, muy fotog¨¦nicas. Pero su verdadero cometido es que la energ¨ªa ac¨²stica se transforme en p¨¦rdidas viscosas y t¨¦rmicas en su seno.
Las paredes absorben el 99%, casi nada se refleja. En nuestra experiencia cotidiana solemos escuchar un sonido (una voz, un instrumento) y la reflexi¨®n de las ondas en el suelo o en las paredes. Aqu¨ª esta ¨²ltima parte se elimina, solo suena lo que proviene de la fuente, no su reverberaci¨®n. Lo m¨¢s parecido en la naturaleza, dicen, es un lugar con suelo de nieve en polvo. Por ejemplo, si uno da palmas en esta c¨¢mara, suena sordo, como se requiere en el flamenco. Si explota un globo, la explosi¨®n se apaga en un plis. En ITEFI, centro dependiente del Consejo Superior de Investigaciones Cient¨ªficas (CSIC), hay otra c¨¢mara, la de reverberaci¨®n, que no tiene dos paredes paralelas y donde se instalan paneles de materiales lo m¨¢s reflectantes posibles.
En el interior no hay suelo r¨ªgido, sino una malla de fibras de acero. Se prueban electrodom¨¦sticos y han colaborado en la Ley del Ruido
Se trata aqu¨ª de lo contrario, de mantener el sonido el m¨¢ximo tiempo posible: en este caso, la explosi¨®n de un globo puede sonar hasta 20 segundos. Todo depende del contexto. La c¨¢mara anecoica se utiliza, por ejemplo, para caracterizar el sonido de los electrodom¨¦sticos o equipos de audio. Aqu¨ª se prueban altavoces, secadores o lavadoras... ¡°Todo aquello que requiera una normativa ac¨²stica¡±, dice la f¨ªsica Teresa Bravo, investigadora en este centro, ¡°estudiamos la potencia y la directibilidad, es decir, las direcciones preferentes en las que se emiten el sonido¡±. En su grupo investigan otros asuntos como el ruido ambiental, los materiales microperforados que absorben el sonido o ese ruido constante que oyen los pasajeros de los aviones: no est¨¢ enteramente causado por motores y maquinaria, sino por la interacci¨®n del avi¨®n con la atm¨®sfera circundante.
Tambi¨¦n caracterizan materiales para mejorar la ac¨²stica de las viviendas y que no nos hagan la vida imposible los vecinos. De hecho, participaron en la elaboraci¨®n de la Ley del Ruido y sus desarrollos normativos. El sonido no es m¨¢s que la vibraci¨®n de los medios materiales, en frecuencias audibles por los humanos entre los 20 y los 20.000 hertzios. M¨¢s all¨¢ est¨¢n los ultrasonidos y los infrasonidos, que algunos animales pueden o¨ªr. El medio material puede ser el aire de la atm¨®sfera, el agua del mar o las v¨ªas de ferrocarril a las que arrimamos la oreja. ¡°En nuestra vida cotidiana escuchamos el sonido que sale de una boca, de un altavoz, de un claxon, pero tambi¨¦n las reflexiones de ese sonido en todas las superficies que nos rodean¡±, explica Bravo.
Hay gente que cuando entra en la sala siente mucha paz. Otra gente siente ansiedad, porque necesita ese ruido de fondo que siempre nos acompa?a.
O¨ªmos ese sonido y su coro, pero no solemos o¨ªrlo exclusivamente de la fuente. La investigadora sugiere cerrar los ojos y se pone a caminar hablando alrededor: ¡°?A qu¨¦ sabes exactamente desde d¨®nde te hablo?¡±, pregunta. Es cierto: el origen de su voz se detecta con gran precisi¨®n. Se suele decir que estas c¨¢maras son los reinos del silencio perfecto. ¡°Yo soy bastante esc¨¦ptico con respecto a esa idea de un silencio total¡±, dice Francisco.
Para lograr un silencio perfecto habr¨ªa que estar en el vac¨ªo, como en el espacio exterior. Ah¨ª no suena nada, excepto los l¨¢seres y las explosiones de la saga de La Guerra de las Galaxias, no muy respetuosas con las leyes de la F¨ªsica. ¡°Pero en el vac¨ªo la vida es imposible, luego no podr¨ªamos o¨ªr ese silencio perfecto¡±, a?ade el investigador. Si un silencio perfecto se lograse en la c¨¢mara anecoica, siempre oir¨ªamos nuestros propios sonidos, los que produce nuestro cuerpo: nuestra respiraci¨®n, nuestro coraz¨®n, nuestras tripas.
Vaya, que el sonido es connatural a la existencia. El silencio perfecto, poni¨¦ndonos po¨¦ticos, es la muerte. ?Afecta trabajar aqu¨ª a los investigadores? ?Tienen m¨¢s agudizado el o¨ªdo? ?C¨®mo se relacionan como el ruido? ¡°A m¨ª me dicen que estoy obsesionada con los ruidos, y es cierto, los llevo fatal¡±, dice Bravo. ¡°Adem¨¢s¡±, a?ade Sim¨®n, ¡°nosotros sabemos identificar mejor su origen, y sabemos que muchos se podr¨ªan atenuar, que no son inevitables. Es algo frustrante¡±.
El ambiente sonoro es importante en nuestros estados de ¨¢nimo, por eso entrar en la c¨¢mara anecoica puede provocar estados poco habituales. Hay gente que cuando entra aqu¨ª siente mucha paz. Otra gente siente ansiedad, porque necesita ese ruido de fondo que siempre nos acompa?a. En nuestro caso, podr¨ªamos decir que se estaba m¨¢s a gusto dentro, confinados entre cu?as absorbentes como de ciencia ficci¨®n. Al salir se regresa esa suciedad sonora del mundo, a cierta sensaci¨®n de incomodidad subterr¨¢nea. Todo parece h¨²medo.
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