Cena, cine y ambiente de campo y playa en Aluche
Al atardecer el protagonismo pasa a la calle Quero unida al parque por el oriente como paseo peatonal. En esta ¨¦poca, parece una especie de malec¨®n playero

La noche cae y una ni?a corre al ritmo de una banda sonora de ssshhh¡ que pide silencio mientras, al fondo, la pantalla se ilumina con las primeras im¨¢genes de C¨®mo entrenar a mi drag¨®n 3. La ni?a, que parece huir de unas aves de la pel¨ªcula, llega hasta donde sus padres sentados en dos sillas playeras. Est¨¢n junto a unas doscientas personas en el cine de verano en el Auditorio al aire libre del parque de Aluche al sur de Madrid. Ellos mismos parecen de una escena de otra pel¨ªcula de suspense porque a la mayor¨ªa solo se les ven los ojos al llevar puestas las mascarillas por la covid-19.

En hora media, poco antes de la media noche, habr¨¢n terminado una tarde de paseo y fiesta familiar y de amigos como si hubieran estado en el campo y la playa a la vez. Cuatro horas antes, cuando el sol no hab¨ªa empezado a bocetear de rojos y naranjas el cielo, el Parque de Aluche con su arroyo canalizado de suaves meandros y cascadas y bajo las sombras de numerosos ¨¢rboles era un escenario de la vida veraniega¡
Varios pic-nic alrededor de manteles sobre el c¨¦sped con gastronom¨ªas tradicionales de sabrosos olores: paellas y tortillas espa?olas, aj¨ª de gallina peruana, hallacas venezolanas, ropa vieja cubana o barbacoas acompa?adas de refrescos y cervezas sacadas del hielo de las neveras blancas de poliestireno.
Una fiesta de cumplea?os a un par de ni?os dominicanos aburridos mientras sus padres, familiares y amigos charlan y comen tarta de chocolate¡
Un grupo de j¨®venes bocarriba en el c¨¦sped escuchan y cantan reguet¨®n alto¡
Parejas con arrumacos o acostadas con la cabeza apoyada sobre el brazo o el vientre de alguno de ellos¡
Personas mayores sentadas en los bancos hablando unos¡ en silencio otros¡

Al atardecer el protagonismo pasa a la calle Quero unida al parque por el oriente como paseo peatonal y bajo las sombras de tres bloques de edificios. Una especie de malec¨®n playero con casi una treintena de bares, restaurantes, pizzer¨ªas, cervecer¨ªas, puestos de quebabs y helader¨ªas. De pronto alguien canta:
¡°Yo s¨¦ bien que estoy afuera / Pero el d¨ªa en yo me muere / S¨¦ que tendr¨¢s que llorar. / Llorar y llorar Llorar y llorar¡¡±
Son el mexicano Ra¨²l y el colombiano Carlos Felipe que llevan a?o y medio en Espa?a. La constructora donde trabajaban cerr¨® por la pandemia y tratan de ganarse la vida con sus rancheras. Luego van a otra parte del malec¨®n donde dos muchachos de una de las mesas les refuerzan el coro de Llorar y llorar.
- Es una zona muy tranquila. La clientela no suele dar problema, reconoce Ana Medeiros Silva, propietaria del Bar El Parque, uno de los m¨¢s antiguos de la calle Quero.
- Abrimos hace 29 a?os, y nunca hemos tenido ning¨²n problema, a?ade la mujer. Son casi los a?os que tiene su hija Marl¨¦n que le ayuda en el negocio por las tardes y noches.
Ellas vieron c¨®mo remodelaron el parque en 2008 y lo dejaron como est¨¢. Los calamares a la romana y los chopitos son los platos m¨¢s exitosos en El Parque. Por la noche son las ca?as y alguna copa.
Empieza a oscurecer y la vida se transforma. Los que estaban en el c¨¦sped recuerdan la evoluci¨®n cuando unas especies salieron del mar hacia tierra firme, solo que aqu¨ª el proceso es en un abrir y cerrar de ojos: acostados, apoyados en rodillas y manos, despu¨¦s en solo rodillas y luego en dos piernas con las que caminan hacia la orilla, la calle Quero, y siguen la moda milenaria de caminar en dos pies.
El tiovivo que estaba medio vac¨ªo se ilumina y los ni?os piden a sus padres que los suban.
En el Auditorio de Aluche la gente empieza a tomar posiciones frente a la pantalla: unos en las sillas dispuestas para la funci¨®n, otros han llevado sus propias sillas de playa o se quedan sentados en el suelo mientras cenan algo.
Cuando ya no hay sol una escena de la pel¨ªcula empieza a repetirse en bucle: una bandada de aves parece salirse de la pantalla. Una ni?a corre gritando, surge un coro de Ssshhh cuando va a empezar la proyecci¨®n y la ni?a corre hacia sus padres.
A quince kil¨®metros de all¨ª, en el Cerro del T¨ªo P¨ªo, en Numancia, algunos estar¨¢n acostados en el c¨¦sped mirando las estrellas a la espera del amanecer para ver c¨®mo despierta Madrid con todos sus colores.
C¨®mo llegar
- Metro: L¨ªnea 5, parada Aluche.
- Autobuses 121 y 25.
- Cercan¨ªas RENFE: L¨ªnea C5, parada Aluche.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.