No m¨¢s atascos bajo mi ventana
Durante las ¨²ltimas dos d¨¦cadas se han desmontado en la capital tres pasos elevados para coches y soterrado cuatro tramos de autov¨ªa. Los barrios beneficiados respiran otro aire


El balc¨®n es la atracci¨®n familiar m¨¢s solicitada. Las nietas de Carmen Ovejero no pierden la ocasi¨®n de asomarse a ¨¦l y hacerse selfies. Bajo sus pies el r¨ªo Manzanares se abre paso entre pinos y durillos. Desde esa altura casi llegan a observar la entrega d¨®cil de los pececillos a la nataci¨®n. En una orilla, el perfil de la ciudad hist¨®rica emerge de entre la arboleda. En la otra, resaltan la Casa de Campo y la pradera de San Isidro. Nada como esta terraza para encajar de un solo vistazo las piezas que componen el bullicioso paisaje de la capital.
Una agitaci¨®n que apenas se percibe desde este bloque de 14 alturas frente al puente de Segovia, en lo que hoy se conoce como Madrid R¨ªo. Pero no siempre fue as¨ª. Hubo un tiempo en que el di¨®xido de carbono enturbi¨® el panorama. Por aqu¨ª discurr¨ªa en superficie la M-30, el tercer anillo vial que circunvala la ciudad. Ovejero lleg¨® a este piso destinado a familias de militares en 1977, poco antes de que se instalara un arco oeste de la autov¨ªa que termin¨® por constre?ir el r¨ªo Manzanares durante casi dos d¨¦cadas. Ella coloc¨® doble ventana, pero siempre se neg¨® a cerrar la terraza pese al rugir de los motores a miles de revoluciones por minuto. ¡°Me gustaba salir a tomar el aire. Antes de que insonorizaran La Riviera, desde aqu¨ª he escuchado conciertos de Camilo Sesto¡±, relata la viuda de 83 a?os.

En 2004 comenzaron los trabajos para enterrar cuatro tramos de la autov¨ªa al este y al sur de la capital. Las obras de excavaci¨®n finalizaron a lo largo de 2007. Un lustro despu¨¦s se recuper¨® la cuenca fluvial, donde ahora hay un consistente parque urbano vertebrado por el carril ciclista y una zona peatonal. Con el soterramiento se han ganado 5.970 metros cuadrados de espacio p¨²blico. Javier Mart¨ªnez, presidente de la Uni¨®n de Agrupaciones de Arquitectos Urbanistas, entiende que es el momento de reducir el volumen de veh¨ªculos, tambi¨¦n bajo tierra. Una aspiraci¨®n imposible durante la d¨¦cada de los setenta, cuando era habitual ¡°trazar autopistas hasta el coraz¨®n mismo de la ciudad, pensando que al aumentar la velocidad se agilizaba el tr¨¢fico¡±.

El efecto generado, desvela, fue el inverso: ¡°Las macroinfraestructuras perpetuaron el problema de los atascos. Incentivaban el uso del coche y fue peor el remedio que la enfermedad. Causaban, muy cerca de las viviendas, contaminaci¨®n ac¨²stica y atmosf¨¦rica¡±. Algo que Ovejero confirma de primera mano. Desde su terraza, hoy aliviada de molestias, evoca el destelleo de la carretera que por las noches se colaba en su dormitorio. Tambi¨¦n piensa en los pitidos, en el ruido de los camiones y los accidentes que suced¨ªan bajo su ventana. Hoy se entretiene con los prism¨¢ticos mientras disfruta de una nueva calma que atrae la inversi¨®n al barrio. En el ¨²ltimo lustro los alquileres han subido hasta un 40%, seg¨²n Urbandata, una consultora de macrodatos inmobiliarios.
Los viaductos del segundo cintur¨®n de circunvalaci¨®n de la capital ¡ªconocidos como scalextrics¡ª tambi¨¦n formaban parte de la ingenier¨ªa desarrollista de los a?os 70. Aquellos colosos de hormig¨®n que segregaban el tr¨¢fico en distintos niveles de circulaci¨®n ocupaban una gran superficie. Cubr¨ªan el cielo de cemento, restaban luz y afeaban las calles, que se llenaban de rincones in¨²tiles para el peat¨®n. Durante el tardofranquismo se construyeron seis de estos pasos elevados en Atocha, Cuatro Caminos, Santa Mar¨ªa de la Cabeza, Joaqu¨ªn Costa, Raimundo Fern¨¢ndez-Villaverde y Doctor Esquerdo. Hoy solo permanecen en pie los dos ¨²ltimos. El que un¨ªa la calle de Joaqu¨ªn Costa con Francisco Silvela, en las inmediaciones de la avenida de Am¨¦rica, desapareci¨® hace solo tres semanas.
El Ayuntamiento de Madrid detect¨® en julio unas fisuras longitudinales en esta infraestructura, sobre la que circulaban 80.000 veh¨ªculos diarios, durante una inspecci¨®n rutinaria. La demolici¨®n culmin¨® el mes pasado y el Consistorio esboza la transformaci¨®n de la zona. La intenci¨®n es recuperar la fisionom¨ªa arbolada original, que data del siglo XIX, cuando el Plan Castro concibi¨® cinco bulevares perimetrales en el arco norte del caso antiguo.

¡°Es una oportunidad inmejorable para restarle espacio al tr¨¢fico¡±, apunta Alfonso Sanz, urbanista especializado en movilidad y miembro de Gea21. ¡°Habr¨ªa que evitar esconder los coches bajo la alfombra. No vale con enterrar el tr¨¢fico, hay que limitarlo¡±, prosigue. El ?rea de Obras no descarta excavar un nuevo t¨²nel, como el de Cuatro Caminos.
105 piezas
El scalextric se construy¨® en 1968 y se retir¨® de la glorieta en 2004. Durante el desmontaje se troce¨® el paso elevado en 105 piezas de entre 24 y 50 toneladas cada una. En el lugar, ya liberado, se instal¨® un subterr¨¢neo de dos tubos y 540 metros que pasan por encima de la l¨ªnea 6 de Metro. Hasta entonces, mir¨ªadas de coches desfilaban bajo las ventanas de Pedro Miguel Luc¨ªa, que vive en la calle de la Reina Victoria, donde el viaducto comenzaba a subir de altura hasta casi rozar el tercer piso de su edificio. Este consultor inform¨¢tico jubilado de 68 a?os compr¨® su casa en 1997, bajo la promesa de que tarde o temprano el puente desaparecer¨ªa. Pero se hizo de rogar.
El barrio entero estuvo a?os pendiente hasta que lo anunci¨® en rueda de prensa el exalcalde Alberto Ruiz-Gallard¨®n. Luc¨ªa todav¨ªa recuerda el ruido que emit¨ªan las juntas de dilataci¨®n cuando un veh¨ªculo recorr¨ªa la estructura elevada: ¡°Pum, pum, pum, pum¡ Era como un golpe seco, inconfundible, al que te acababas acostumbrando¡±. A la fuerza, claro. Su hija disfrutaba observando ese cat¨¢logo motorizado de todas las formas y colores posibles. ¡°Era una ni?a y le gustaba mucho. Pero generaba un ruido insoportable que terminabas soportando. La plaza no era tal. Sencillamente se hab¨ªa convertido en una especie de nudo de autopista¡±, rememora. Tras el desmontaje, que dur¨® un mes, en su calle se instal¨® un bulevar sobre el acceso al subterr¨¢neo.
Una superficie de cemento que, al menos, no vuela sobre la cabeza ni oculta el sol. El urbanista Sanz considera que los soterramientos siempre dejan huella en la superficie. ¡°Son infraestructuras que albergan mayor capacidad que los antiguos pasos elevados. Entonces el problema del tr¨¢fico y la contaminaci¨®n sigue ah¨ª. Aunque moleste menos¡±, diserta. Luc¨ªa tambi¨¦n critica la falta de esfuerzos pol¨ªticos para acotar el uso del veh¨ªculo privado. ¡°Yo ya doy por perdido a Madrid. Parece imposible que nuestros gobernantes de todo signo entiendan que esto es importante¡±, dice. De su sal¨®n cuelga una fotograf¨ªa de la glorieta de Cuatro Caminos en 1920. La adquiri¨® en un mercadillo de antig¨¹edades: ¡°Tal vez el futuro pase por vaciar la plaza de coches. Tanto como para que se parezca a la de entonces¡±.

Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.
Sobre la firma
