Domingo de resurrecci¨®n en el Rastro
El bullicio regresa a medio gas tras 37 semanas sin el emblem¨¢tico mercadillo de la capital, que reabre con la mitad de puestos, el aforo limitado a 2.702 personas y un solo sentido para los visitantes
El Rastro de Madrid ha cumplido una larga penitencia. No ha sido al tercer d¨ªa, sino 37 semanas despu¨¦s, pero este domingo el Rastro ha resucitado. Revive mermado, solo con autorizaci¨®n para la mitad de su millar de puestos y un m¨¢ximo de 2.702 personas a la vez. Sin tumultos queda claro que este mercadillo pierde parte importante de su personalidad. La frialdad no la ponen solo los cuatro grados que reciben a los visitantes m¨¢s madrugadores. Alexia, llegada desde Getafe, quiere adquirir a toda costa un pantal¨®n t¨¦rmico. Est¨¢ enfadada porque no da con ¨¦l. Pero el ambiente, en general, es de satisfacci¨®n. Esto es mejor que nada, comentan tanto visitantes como trabajadores. Han tenido que pasar 258 d¨ªas desde el pasado 8 de marzo, su ¨²ltimo domingo antes del cierre. Los vendedores ambulantes se han liberado por fin de la pesada losa de la pandemia bajo la que han estado sepultados. Nadie recuerda un periodo tan prolongado sin que la capital pudiera acudir a rendir su culto dominical a las compras populares en este emblem¨¢tico zoco.
Marcelo se prepara desde las ocho de la ma?ana en la cuesta de la Ribera de Curtidores, convertida estos meses en silente calle de la Amargura. Carga, como si fuera su cruz, con el armaz¨®n de hierros de su puesto de camisetas. Y arriba, el Calvario de la plaza de Cascorro, escenario en el que los vendedores ambulantes han mostrado estos meses su descontento manifest¨¢ndose contra el poder de quien consideran el Poncio Pilatos municipal, el alcalde Jos¨¦ Luis Mart¨ªnez-Almeida. Este domingo, de nuevo, algunos han protestado ah¨ª mismo porque se sienten traicionados en su vuelta al trabajo por el Ayuntamiento. Insisten en que, tras un conflicto de varios meses, no hab¨ªan sido advertidos de que las calles eran para los visitantes de un solo sentido ni hab¨ªa carteles que lo indicaran.
Marcelo Bouso, ajeno a pol¨¦micas, va poco a poco teniendo listo su tenderete cuando apenas son polic¨ªas los que circulan por delante. Vende camisetas que ¨¦l mismo dise?a y serigraf¨ªa en El Tiemblo (?vila), de donde ha salido a las 6.30. El nuevo lugar que le han asignado no est¨¢ muy alejado del anterior y dice que no ha tenido problemas para localizarlo. Frente a ¨¦l, a¨²n contin¨²an cerradas las m¨ªticas Galer¨ªas Piquer, sede de numerosos anticuarios. Todav¨ªa es temprano. Los vendedores consultados no se quejan de las nuevas ubicaciones. En estos meses de par¨®n, Marcelo reconoce que ha hecho de todo: pintar chal¨¦s, poner vallas, mudanzas¡ Y alg¨²n concierto, pues tambi¨¦n es percusionista en una orquesta de batucada.
¡°Anda que no hace a?os que no ven¨ªa yo¡±, comenta una agente de la Polic¨ªa Municipal en la esquina del bar Cascorro Uno, donde algunos de sus compa?eros hacen una ronda de caf¨¦s antes de arrancar la jornada. ¡°?C¨®mo es lo de los dos metros por uno?¡±, pregunta uno de ellos refiri¨¦ndose a la dimensi¨®n de los puestos que impone el nuevo protocolo. En todos los cruces era f¨¢cil ver una nutrida presencia de uniformados. Decenas, arracimados por momentos. Forman parte del dispositivo de 150 agentes para controlar que se cumplen las restricciones. Maite de la Fuente, de 42 a?os, acaba de sacar de las cajas las tablillas que vende, mientras los polic¨ªas le piden a su vecino de puesto que ocupe solo el espacio que tiene permitido. Ram¨®n, ya jubilado, echa una mano a su hija: ¡°Yo soy el suplente, solo salgo a jugar cuando me lo mandan¡±. ¡°Lo mejor del Rastro es el p¨²blico¡±, pregona esperanzado.
¡°Vendo trastos viejos del g¨¦nero que tiene mi padre. A ver si saco 30 o 40 euros para dar de comer a los ni?os¡±Pedro Escudero, vendedor
Vallas azules y cintas de pl¨¢stico delimitan el nuevo Rastro. Por las aceras la circulaci¨®n es libre. Por la calzada donde se encuentran los puestos, no. Es ah¨ª donde se ha de cumplir el aforo. Miembros de Protecci¨®n Civil se apuestan contador en mano en las zonas habilitadas para entrar ¨Cotras son para salir¨C y van d¨¢ndole clic-clic al dedo cada vez que accede alguien.
El sol va caldeando la plaza Campillo del Nuevo Mundo, otro de los escenarios emblem¨¢ticos. All¨ª se ven ya los primeros trapicheos, regateos y tiras y aflojas entre compradores y vendedores. Javier Gonz¨¢lez, un comerciante de 51 a?os que llega desde Taranc¨®n (Cuenca), trata de cazar a un hombre interesado en un reloj de bolsillo. ¡°200 euros¡±. ¡°Bufff¡±, lanza por toda respuesta el potencial comprador. Medio segundo despu¨¦s Javier contraataca: ¡°150. Mira si tiene los n¨²meros verdes¡±, explica para resaltar su valor y belleza. Un puesto m¨¢s all¨¢, una escena similar. ¡°Esto est¨¢ retocado¡±, dice un cliente interesado por una figura del Ni?o Jes¨²s. El posible trato empieza por 60 euros. La imagen va de unas manos a otras mientras el precio baja. Un corrillo de curiosos asiste al espect¨¢culo. Esto, aunque mascarillas de por medio, ya se va pareciendo al Rastro de toda la vida.
Zumbido de drones
Las calles se han ido desperezando sin prisa. Se nota que les ha costado salir de la UCI. Primero se han asentado polic¨ªas y vendedores. El ansiado comprador se lo toma con m¨¢s calma. El goteo ha ido creciendo y ya a mediod¨ªa s¨ª pod¨ªa hablarse de cierto pulso recuperado. Nada que ver, eso s¨ª, con las aglomeraciones habituales. Habituales del pasado, vamos. Este Rastro no parece ser ning¨²n para¨ªso para carteristas y descuideros. Mucha vigilancia y mucha distancia. Antes de mediod¨ªa se siente sobre Cascorro el zumbido de uno de los drones que la Polic¨ªa Municipal emplea para controlar el aforo. Mientras, uno de los responsables del dispositivo ordenaba a trav¨¦s de su walkie talkie cortar el paso por Ribera de Curtidores para que se descargara un poco la afluencia.
En esa plaza una veintena de vendedores de la asociaci¨®n el Rastro Punto Es gritan insatisfechos pancarta en mano. ¡°?Manos arriba, esto es un atraco!¡±, ¡°Almeida, dimisi¨®n¡±. Su presidente, Lucio Gonzalo, Fini, explica que en lo acordado con el Consistorio para el regreso de la actividad no estaba el que las calles iban a ser de un solo sentido. La portavoz Mayka Torralbo acusa a Cibeles de ¡°improvisar¡± porque ¡°ni vendedores ni p¨²blico saben a qu¨¦ atenerse¡±. Los visitantes que llegan al Rastro por Cascorro son desviados por los polic¨ªas de inmediato porque Ribera de Curtidores es solo de subida.
Ping, de 60 a?os, madrile?o de origen chino con un restaurante en Alcal¨¢ de Henares, se pasea junto a su mujer, su hijo Tom y la novia de este. ¡°Hoy primero d¨ªa¡±, responde al ser preguntado por el motivo de su visita. Son de la provincia de Shaanxi, conocida por los famosos guerreros de terracota. Nada que ver con las figuritas de porcelana y otros cacharros que tienen delante en la mesa de Pedro Escudero, de 44 a?os. ¡°Vendo trastos viejos del g¨¦nero que tiene mi padre¡±, reconoce este hombre que presenta estrat¨¦gicamente colocado un pastillero con una imagen setentera en blanco y negro del Valle de los Ca¨ªdos. ¡°A ver si saco 30 o 40 euros para dar de comer a los ni?os¡±.
Varios meses de conflicto para cerrar un acuerdo
El Rastro vuelve con 500 puestos, es decir, la mitad de los que disponen de licencia. Se ir¨¢n alternando cada semana. La zona que ocupa est¨¢ tambi¨¦n balizada, de tal forma que se permita la libre circulaci¨®n de personas que desean deambular por la acera sin comprar o sin acceder a la zona de los puestos. Y, adem¨¢s, hay un aforo m¨¢ximo para ese medio millar de tenderetes de 2.702 personas. El mercadillo ha de cumplir con todas las normas que impone el coronavirus de distanciamiento social, mascarilla, uso de gel as¨ª como de un dispositivo especial de 150 personas entre agentes de Polic¨ªa Municipal y personal de Protecci¨®n Civil. Por vez primera, y para conseguir que todo se desarrolle de acuerdo a esas restricciones, los agentes emplear¨¢n drones.
El del control de entrada y la delimitaci¨®n del espacio, asumidos finalmente por las autoridades, han sido los dos ¨²ltimos asuntos que han mantenido enfrentados a los vendedores ambulantes y al gobierno municipal. Se han celebrado en los ¨²ltimos meses varias reuniones coordinadas desde la Junta del distrito Centro para tratar de firmar una paz que no ha sido f¨¢cil, como reconocen desde ambos lados. Los comerciantes se han manifestado varias veces desde que, el 30 de mayo, se permiti¨® de nuevo organizar mercadillos. Una de ellas, la semana en la que se lleg¨® a la entente final, fue delante del Congreso de los Diputados.
La distribuci¨®n de los puestos de lo que el Consistorio denomina Rastro Covid es: Plaza de Cascorro, 81 puestos; Calle Ribera de Curtidores, 190; Plaza del General Vara del Rey, 82; Plaza del Campillo del Mundo Nuevo, 120; Calle Carlos Arniches, entre las calles Mira el R¨ªo Alta y Carnero, 16; Mira el R¨ªo Baja, entre las calles Mira el R¨ªo Alta y Carnero, 11 puestos. El Ayuntamiento ha prometido que en cuanto se supere la actual crisis sanitaria el Rastro volver¨¢ los domingos y festivos de la misma forma que lo hac¨ªa con anterioridad, es decir, con el millar de vendedores ambulantes recuperando su lugar de trabajo habitual.
Un domingo en El Rastro en 1985
Antig¨¹edades, muebles, restos de mudanza, discos, revistas, radios, l¨¢mparas, cuadros: los azares del trueque y las necesidades a saldo. El Rastro de los a?os ochenta activa nuestra memoria. Contempl¨¢ndolo nos damos cuenta de que hasta las costumbres mutan, de que lo que nos parece normal y cotidiano es hoy distinto aunque nuestras sensaciones al pasear por el lugar sean las mismas.
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