La radionovela del biosindicalismo
La asociaci¨®n de trabajadoras del hogar Territorio dom¨¦stico lanza un podcast sobre sus experiencias
No nos da la vida para limpiar la casa, para cuidar a los ni?os, a los enfermos, a los mayores, no nos da la vida para hacer los recados, hacer copias de las llaves, llevar los tacones al zapatero. Es como si la vida no fuera esto, sino que fuera otra cosa, lo que ocurre en la oficina, en las fiestas o en las redes sociales. As¨ª que externalizamos la vida y de nuestra vida, de lo m¨¢s esencial de nuestra vida, se ocupan otras personas. Las cuidadoras, las trabajadoras dom¨¦sticas, las empleadas del hogar.
De las dom¨¦sticas se habla poco, son de esas personas que cuanto menos se note su presencia, mejor: es preferible que no digan mucho, que pisen ligero como los gatos, que hagan esgrima con el plumero, que sean pulcras y discretas, y, sobre todo, que no se quejen demasiado. Pero hete aqu¨ª que hay una asociaci¨®n que las une, Territorio Dom¨¦stico, que se re¨²ne en el barrio de Lavapi¨¦s, y que quiere precisamente lo contrario. Hacer su trabajo, s¨ª, pero tambi¨¦n hablar, cantar, bailar, hacer ruido¡ y que se reconozcan sus derechos.
Las ¡°territorias¡± acaban de lanzar una radionovela que han realizado bajo el asesoramiento de la experta en arte sonoro Susana Jim¨¦nez Carmona y la cooperativa Pandora Mirabilia. En ella se pone carne y voz a las cadenas internacionales de cuidados: mujeres que se ven obligadas a dejar de cuidar a los suyos allende los mares para venir a cuidar a los nuestros. Quer¨ªan brazos y llegamos nosotras es la radionovela, en ocho cap¨ªtulos, que se puede escuchar en la web yllegaronpersonas.org.
Las propias trabajadoras, mayormente latinoamericanas, han puesto las voces y escrito los guiones bas¨¢ndose en las experiencias que ellas mismas han vivido. Ah¨ª se escucha la llegada a un pa¨ªs extra?o, la b¨²squeda de un sitio propio, la lejan¨ªa de los seres queridos, los papeleos, los pr¨¦stamos, los madrugones, el clasismo o el racismo. La dif¨ªcil convivencia con Do?a Paloma, la aristocr¨¢tica empleadora. Tambi¨¦n la alegr¨ªa de no estar solas, la solidaridad. Todo utilizando un medio, el radiof¨®nico, que les resulta muy familiar: la radio es muchas veces la ¨²nica compa?¨ªa en la solitaria tarea de hacer camas, barrer pasillos o cocer habas en una casa que no es la tuya.
Su principal reivindicaci¨®n es que se ratifique en Espa?a el convenio 189 de la Organizaci¨®n Internacional del Trabajo (OIT), ese que dice que una empleada del hogar debe tener los mismos derechos que el resto de los trabajadores. Contrato, vacaciones, paro, una jornada normal o una remuneraci¨®n suficiente. La vulnerabilidad es tal que hay internas que, expulsadas por la pandemia, se han quedado a la intemperie. Hay quien ha llamado a esta lucha biosindicalismo, porque pone a la vida en primer t¨¦rmino. El presidente y las ministras de Igualdad y Trabajo han prometido ratificar el 189. ?Cu¨¢ndo?
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