Una anciana de la residencia de mayores de al lado de la explosi¨®n: ¡°Ha sido como la guerra¡±
56 ancianos, que conviv¨ªan en un centro de mayores pegado al edificio de la explosi¨®n, fueron desalojados
¡°Es como en la guerra, es como en la guerra¡±, sollozaba Amparo, una de las personas que vive en la residencia de ancianos Los Nogales la Paloma, de 83 a?os. Tres horas despu¨¦s de la explosi¨®n que le puso la tensi¨®n por las nubes y la dej¨® casi sin habla durante toda la tarde, consigui¨® hablar por tel¨¦fono con su hija, que se llama tambi¨¦n Amparo, tiene 57 a?os y trabaja como vigilante de seguridad. La hija de la anciana llevaba todo ese tiempo en la calle buscando informaci¨®n, desesperada. Vive en el barrio y acababa de llegar a su casa cuando le empezaron a llegar mensajes de sus amigos preguntando si su madre se encontraba bien. No entend¨ªa nada hasta que lo entendi¨®. Se puso a llamar desesperada a la residencia y a su madre directamente. No tuvo ¨¦xito en mucho tiempo. Los minutos se convirtieron en horas.
Amparo madre lleva un a?o y medio en la residencia, de la que su hija no tiene ni media pega. Se aloja en una habitaci¨®n para ella sola que da a un patio interior que comunica con el centro parroquial donde se produjo la explosi¨®n. Primero escuch¨® el fuerte ruido, sinti¨® la vibraci¨®n de las paredes y vio c¨®mo se romp¨ªan los cristales de las ventanas. ¡°Hab¨ªa fuego, hab¨ªa fuego¡±, repet¨ªa despu¨¦s a su hija. Una trabajadora de la residencia, sin embargo, lo neg¨®. ¡°Solo hab¨ªa un humo muy espeso y muy desagradable¡±, le dijo a su hija. M¨¢s desagradable se le hizo a Amparo el tiempo de despu¨¦s, pues mientras los dem¨¢s eran evacuados, ella ¡ªque se mueve en silla de ruedas¡ª tuvo que esperar a que llegaran los bomberos y la bajaran en brazos.
El susto no se le fue en horas. De hecho, en la primera conversaci¨®n telef¨®nica que tuvo con su hija ¡°no se la entend¨ªa nada, balbuceaba, sollozaba, era imposible entender nada¡±. Ya de noche, algo m¨¢s calmada, y con el equipo de psic¨®logos del centro que atend¨ªan ayer a los 56 residentes de Los Nogales La Paloma, Amparo hija pudo juntar todas las piezas del puzle.
Justo enfrente de la residencia, a las 14 horas, 55 minutos y 6 segundos, Javier Vallejo, de 54 a?os, estaba mirando hacia el edificio en el que se produjo la explosi¨®n. Lo sabe porque lo vio despu¨¦s en las c¨¢maras de seguridad del hotel Ganivet, el cual dirige, y donde acogi¨® durante un rato a todos los ancianos y trabajadores de la residencia. ¡°Estaba con mi compa?era en el mostrador de recepci¨®n y de repente vi como una onda, como una pared que ven¨ªa hacia nosotros... luego el humo, el ruido... ha sido realmente impresionante¡±. En ese momento solo estaban ellos dos en la recepci¨®n. Entre el cristal m¨¢s cercano y su posici¨®n, hay unos cuatro metros. ¡°Tuvimos suerte, porque justo el que ten¨ªamos delante se agriet¨®, pero no rompi¨®¡±.
Una vez recompuestos y tras comprobar que ning¨²n hu¨¦sped hab¨ªa sufrido da?os, se centraron en atender a los residentes de Los Nogales. ¡°Habilitamos el hall y fuimos a por sillas al comedor. Ven¨ªan con lo puesto. Algunos lloraban. Estaban asustados. Daba mucha pena verles en esas circunstancias. Les dimos las mantas que ten¨ªamos y recogimos otras de las habitaciones, pero inmediatamente vino el SAMUR y les dio mantas a todos. En dos o tres horas estaban realojados en otras residencias¡±, relat¨®, mientras los bomberos terminan de retirar una parte de la cornisa del hotel que se vio afectada por la explosi¨®n.
Amparo durmi¨® en otra residencia de Los Nogales situada en Pontones, junto a otros de sus compa?eros. Otros residentes fueron realojados en la residencia Imperial. La sensaci¨®n de haber vivido de nuevo una guerra no se le fue en todo el d¨ªa. Lo ¨²nico bueno ahora, dice su hija, es que ya tiene anticuerpos de coronavirus. Otra batalla superada.
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