El nuevo toque de queda silencia Madrid
La noche madrile?a vuelve a ser de los repartidores de comida, que han visto incrementado su trabajo ante el cierre de los negocios a las 21.00
Al lado de la Puerta del Sol hay un bingo. A las 21.45 alguien lo cant¨® y se llev¨® 1.000 euros. Siempre hay gente con suerte en mitad de la tormenta v¨ªrica. ¡°La verdad que s¨ª, que ha sido un buen bote¡±, cuenta Marina Calder¨®n antes de subirse al Metro con una bufanda negra alrededor del cuello. De 21 a?os, trabaja como auxiliar en este c¨¦ntrico negocio desde hace tres. Este lunes, dice, ha vuelto a ser distinto. ¡°Con el nuevo toque de queda hemos ganado en calidad de vida, pero hemos perdido de trabajo. Antes del coronavirus est¨¢bamos abiertos hasta las cuatro de la madrugada¡±. Hay cansancio hasta para recordar los mejores tiempos. Este lunes, Madrid se ha vuelto a quedar vac¨ªo. A las diez de la noche apenas hab¨ªa ruido en las calles de una de las capitales del ruido. Hab¨ªa rezagados, restos de Filomena ¨Dque no se va ni aunque la echen¡ª paseantes de perros, runners, trabajadores del ¨²ltimo turno de camino al Metro, repartidores, patrullas policiales. Ni ¨²ltimas cenas ni pen¨²ltimas cervezas. La vida nocturna ha regresado al sal¨®n de casa, otra vez.
Las pizzer¨ªas han vuelto a vivir una de sus noches m¨¢s gloriosas. En el Domino?s de la calle de Atocha, por ejemplo, han contratado a m¨¢s empleados. La madrile?a Carol Mart¨ªn, de 33 a?os, se quita el casco y desconecta el interruptor de la moto azul a las puertas del negocio. ¡°No me acuerdo ni de la pizza que he llevado, pero est¨¢n llamando m¨¢s clientes que el lunes anterior¡±. El viernes fueron previsores y contrataron a tres nuevos repartidores para esta semana.
Una hora antes, las persianas comenzaban a bajarse en Tetu¨¢n, a cinco kil¨®metros del centro. ¡°Ma?ana a las 21.00 tiene que estar esto cerrado¡±. La advertencia del agente resonaba contundente a trav¨¦s de la ventanilla bajada del coche patrulla. Son las 21.07 en la calle de Topete del distrito de Tetu¨¢n. El frutero, que asiente con obediencia ante la autoridad, apura unos segundos antes de bajar la puerta met¨¢lica. El veh¨ªculo sigue avanzando despacio. Se detiene all¨ª donde ve luz y movimiento. El rugir de los cierres es la banda sonora de aquellos negocios que no dispensan comida a domicilio y que han de terminar su jornada una hora antes que la semana pasada.
¡°Acabo de llegar con cuatro personas¡±, comenta Marcos Mart¨ªn, de 43 a?os y conductor de la Empresa Municipal de Transportes (EMT) desde hace 12. Va al volante de uno de los autobuses que recorre la l¨ªnea 128 entre el barrio del Pilar, donde se encuentra el centro comercial de La Vaguada, y la glorieta de Cuatro Caminos. Nota menos viajeros. ¡°Las normas deber¨ªan ser para todos iguales¡±, comenta en tono de broma para reconocer que el nuevo toque de queda a ¨¦l no le afecta en nada a su horario de trabajo.
Pasadas las 22.00 cada vez son menos los peatones que atraviesan las calles cuando el pitido del sem¨¢foro avisa de que les toca cruzar. Son los repartidores con sus bicicletas y motos los que se adue?an del asfalto. Los establecimientos de hosteler¨ªa han de cerrar a las 21.00 pero pueden seguir repartiendo a domicilio hasta la media noche. Un corro de una docena de repartidores se agolpa entre la boca de Metro de Cuatro Caminos y el McDonald¡¯s. En el restaurante Vips espera junto a su moto Antonio Rafael Rivero, venezolano de 22 a?os: ¡°Cuanto antes cierren los restaurantes, m¨¢s pedidos hay, pero esto de no poder salir es una mierda¡±.
Es el primer d¨ªa del nuevo toque de queda. Madrid ha vuelto a ser distinto. Esta noche, de paso, se borrar¨¢n los restos de las luces navide?as. Dos camiones de la empresa cordobesa Iluminaci¨®n Xim¨¦nez campean a sus anchas por Callao. Un empleado andaluz, que maneja la gr¨²a donde est¨¢ subido otro compa?ero como si fuese un bombero salvavidas, tiene muy claro que ma?ana no quedar¨¢ ninguna: ¡°Si vinimos a ponerlas, tendremos que venir a recogerlas¡±.
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