Con ellos que no cuenten
Aqu¨ª todo el mundo dice que hay que tomar medidas, pero nadie quiere tomarlas
?Qu¨¦ querr¨ªa decir la presidenta madrile?a cuando reproch¨® al Gobierno que no tenga lo que hay que tener para ¡°tomar medidas m¨¢s dif¨ªciles¡± frente a la pandemia? Se esperaba una aclaraci¨®n sobre el alcance que deber¨ªan tener esas medidas, no fuera que alguien empezase a pensar que, de repente, s¨ª se pod¨ªa contar con la presidenta madrile?a para ¡°arruinar m¨¢s la hosteler¨ªa¡±. O que acaso se hubiese resquebrajado su fidelidad al esp¨ªritu de la Primavera de N¨²?ez de Balboa, aquella rebeli¨®n popular, bendecida por ella, que hizo florecer las cacerolas de la libertad contra el confinamiento bolivariano.
Los temores tras las palabras de la presidenta se acrecentaban por el ejemplo de dirigentes de otras partes de Espa?a ajenos -que se sepa- a la ¨®rbita socialcomunista, con los que s¨ª se ha podido contar para seguir arruinando la hosteler¨ªa. El gallego Feij¨®o, por poner un caso del mismo partido que el de la presidenta. Tras desga?itarse hace semanas al grito de ¡°salvemos la Navidad¡±, el jefe de la Xunta ha terminado sucumbiendo a la tentaci¨®n y ha cerrado bares y restaurantes con una incidencia del virus en su territorio a¨²n menor que la de Madrid. Sin olvidar a la direcci¨®n de Ciudadanos, uno de los dos partidos al frente de la Comunidad, que, contagiada de la fiebre liberticida que acompa?a al virus, ofrece su apoyo a S¨¢nchez para aprobar alguna suerte de confinamiento.
Tuvieron que intervenir el vicepresidente Aguado y luego la propia presidenta para aclarar que Madrid no piensa tomar ni una sola medida m¨¢s. ¡°Si el Gobierno lo ve tan mal, que act¨²e ¨¦l¡±, remach¨® la l¨ªder auton¨®mica con esa determinaci¨®n guerrera que exhibe para plantar cara a la oposici¨®n en la Asamblea. All¨¢ se las apa?e S¨¢nchez con esas ¡°medidas m¨¢s dif¨ªciles¡± que ella mismo hab¨ªa reclamado d¨ªas antes. Con Madrid que no cuenten.
Tampoco es que el Gobierno d¨¦ muestras de que se pueda contar mucho con ¨¦l. Del presidente que durante el encierro primaveral nos hablaba con met¨¢foras b¨¦licas, como un Churchill comandando los ej¨¦rcitos del pa¨ªs en sus horas m¨¢s amargas, solo queda el recuerdo de aquellas comparecencias sabatinas que se nos atragantaban con el postre. Hace ya meses que el presidente no pisa el campo de batalla, donde las operaciones est¨¢n ahora plenamente encomendadas a los generales auton¨®micos. Tanto es as¨ª que el Gobierno ha encontrado una misi¨®n m¨¢s importante para el que era ministro de Sanidad: las elecciones en Catalu?a.
De modo que habr¨¢ que esperar a que los epidemi¨®logos no acierten y la tercera ola se evapore r¨¢pidamente. Podr¨¢ decirse que eso se antoja improbable. Pero m¨¢s improbable a¨²n parece que alguien se decida a poner fin a este peloteo administrativo en el que todos dicen que hay que tomar medidas y nadie quiere tomarlas. Con ellos que no se cuente. Deben de andar ocupados con cosas de m¨¢s alto vuelo.
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