Los nuevos s¨¢bados de El Rastro
Este mercadillo recupera la feria de desembalajes en la plaza del General Vara de Rey, una tradici¨®n que tuvo su origen en los a?os setenta
Muebles antiguos, cuadros, l¨¢mparas de vidrio, molinillos de caf¨¦, porcelanas, vasijas, bustos y todo tipo de cachivaches. El Rastro de Madrid es el para¨ªso de la nostalgia, un mercadillo ¨²nico que la pandemia ha puesto en la cuerda floja. Los comercios que viven de este enclave singular han pasado un a?o dif¨ªcil, con bajos ingresos y muchas restricciones. Pero poco a poco, el Rastro vuelve a su ebullici¨®n y reivindica la calle como un lugar de encuentro e intercambio. La ¨²ltima apuesta para revitalizarlo es recuperar la feria de desembalajes en la plaza del General Vara de Rey, una tradici¨®n que tuvo su origen en los a?os setenta, y que ahora se asienta el primer y el tercer s¨¢bado del mes para dinamizar las ventas y que no se encasillen en los cl¨¢sicos domingos.
¡°Queremos hacer varias plazas y que cada una tenga distintos contenidos de oficios, de artes pl¨¢sticas y esc¨¦nicas. Buscamos dar a conocer tendencias y j¨®venes creadores, y visibilizar el barrio en toda su dimensi¨®n cultural entre semana. El Rastro es un mercado internacional y est¨¢ en todas las gu¨ªas, y el descenso del turismo ha incidido negativamente. Los cierres perimetrales han hecho que gente de provincias tampoco viniera. Estamos limitados en espacio con control del n¨²mero de personas que entran, pero cuando pase esta cat¨¢strofe se animar¨¢ m¨¢s¡±, dice optimista Manolo Gonz¨¢lez, presidente de la Asociaci¨®n de comerciantes del Rastro, que junto con el Ayuntamiento de Madrid han lanzado esta castiza iniciativa: los s¨¢bados del Rastro. No solo incluye m¨¢s de 38 expositores de antig¨¹edades y coleccionismo en la Feria de desembalajes, engloba tambi¨¦n un circuito gastron¨®mico con una selecci¨®n de locales y gran variedad de actividades para las familias en la Glorieta de Puerta de Toledo, que arrancar¨¢n el pr¨®ximo s¨¢bado.
Las buenas temperaturas y el cielo azul acompa?an a este mercado en su primer d¨ªa. Las personas regatean con los comerciantes, que ponen en valor las reliquias que exponen. Vicente es el due?o de uno de los puestos y observa c¨®mo los curiosos se quedan fascinados con algunas de sus piezas. Su tienda est¨¢ en Ar¨¦valo, un peque?o pueblo de 8.000 habitantes en ?vila con una larga historia de anticuarios detr¨¢s. ¡°Siempre estamos en los desembalajes dos veces al a?o en Madrid, pero por circunstancias se han aplazado, el coronavirus ha tenido su papel ah¨ª. Cada 15 d¨ªas vendremos con cosas perfectamente prescindibles pero que son bonitas. A la gente le gusta comprarlas y a nosotros venderlas¡±, bromea. Aunque Vicente reconoce que lo han pasado mal ante la falta de ferias. ¡°Esta es la primera desde octubre del 2019 en Madrid y es un intento de ver si podemos seguir sobreviviendo¡±, declara.
Desde El Rastro de Ar¨¦valo ha tra¨ªdo objetos del siglo XIX franc¨¦s e ingl¨¦s, licoreras de viaje, piezas de ¨¦poca de los a?os 20, artilugios de hierro o balanzas antiqu¨ªsimas. Asegura que tiene un poco de todo porque nunca se sabe qui¨¦n va a pasar por el puesto. Y a?ade que antes los hogares ten¨ªan mayor capacidad econ¨®mica y compraban m¨¢s piezas antiguas, o las heredaban, por lo que hab¨ªa un mercado muy amplio. ¡°Ahora los j¨®venes decoran en Ikea¡±, lamenta Vicente, que va raudo a atender a un cliente que pregunta por el precio de unas figuritas.
Unai Ma?ueco tiene cinco a?os y va de la mano de su abuelo, que le ense?a los juguetes de hojalata que tiene Vicente. Un elefante, un cochecito y una peque?a noria que funcionan d¨¢ndoles cuerda. Algunos de la marca Pay¨¢, pioneros en esta industria. ¡°Qu¨¦ bonitos son. Ahora la imaginaci¨®n no existe, el pl¨¢stico ha acabado con todo¡±, se queja el abuelo, que ense?a a Unai un libro hueco por dentro para explicarle que ah¨ª se guardaban los objetos de valor para enga?ar a los ladrones.
Un mont¨®n de ejemplares desgastados por el paso del tiempo esperan ser le¨ªdos en Libros de Palacios. Olga los apila y los trata con mimo. ¡°Tengo de todo, libros antiguos, viejos, raros y descatalogados, segunda mano no¡±, aclara. Lleva una librer¨ªa a 200 metros y tambi¨¦n dispone de tienda online. Est¨¢ feliz de que se celebre esta feria porque considera que de esta manera el s¨¢bado se puede convertir en un d¨ªa de ocio y compras. ¡°Esto es algo muy europeo. El Rastro lo necesitaba, est¨¢ muy estacionalizado el domingo y el resto de la semana no¡±, explica. Entre ¨¢lbumes de cromos antiguos, cuentos de Calleja, literatura infantil y libros de historia se siente una ¡°caza tesoros¡±. Porque Olga compra por toda Espa?a a particulares y profesionales, y acude a ferias y subastas para ofrecer al cliente lo m¨¢s curioso que encuentra.
Paseando entre los puestos sigue el peque?o Unai, que escucha atento todo lo que le dice su abuelo. Quiz¨¢s no comprende las historias que le est¨¢ contando, pero asiente con la cabeza. Despu¨¦s de se?alarle varios objetos, y como si de una lecci¨®n de vida se tratara, su abuelo le mira fijamente a los ojos y le susurra: ¡°Lo antiguo siempre tiene valor, Unai¡±.
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