Orgullo
La pandemia ha sido un test de estr¨¦s para la amistad. La lecci¨®n del encierro, como de todas las desgracias, es que hay que aprovechar el tiempo y eso empieza eligiendo bien con qui¨¦n hacerlo
La amistad es uno de los terrenos m¨¢s seguros que existen, donde uno est¨¢ m¨¢s protegido, porque solo alguien que conoce todos tus defectos y virtudes, que tiene en sus manos el registro de cada uno de tus errores y aciertos, es capaz de evitar que vuelvas a equivocarte ayud¨¢ndote a tomar las mejores decisiones.
Escuchan con las orejas abiertas de par en par, sin juzgarnos; celebran nuestros triunfos como si fueran propios y sufren con nosotros cuando algo nos sale mal. Esa es la prueba del algod¨®n de la amistad. Si cuando empiezan a contarles algo perciben su impaciencia, como si escucharles fuera un mero peaje para derramar a continuaci¨®n una perorata ajena a lo anterior ¡ª ¡°los yo-yos¡±, los llama mi querida Rosaura¡ª, no son verdaderos amigos. Si ante un logro sienten envidia, no orgullo; si han perdido algo y no les apetece poner el mundo patas arriba hasta encontrarlo; si alguien les hace da?o y no imaginan inmediatamente todo lo que le dir¨ªan a esa persona si lo tuviesen delante... tampoco.
Los amigos aprenden a cuidarnos sin que se note, para que no nos sintamos d¨¦biles por necesitarlos; a saber qu¨¦ nos pasa por dentro solo con vernos; a hacer una broma cuando es preciso o un reproche en el momento necesario
Con los a?os, a fuerza de conocernos, los amigos desarrollan much¨ªsimas habilidades. Aprenden a cuidarnos sin que se note, para que no nos sintamos d¨¦biles por necesitarlos; a saber qu¨¦ nos pasa por dentro solo con vernos; a hacer una broma cuando es preciso o un reproche en el momento necesario. Nos empujan a lo bueno, nos alejan de lo t¨®xico, nos levantan cuando caemos. Y provocan milagros que, de tan frecuentes, acaban pasando inadvertidos, como que un d¨ªa p¨¦simo termine siendo fant¨¢stico, que una conversaci¨®n que empez¨® con lamentos concluya a grandes carcajadas o que el abrazo de otro simple ser humano nos parezca el de un gigante capaz de apartar a manotazos cualquier preocupaci¨®n o disgusto y a sus responsables.
La pandemia ha sido un test de estr¨¦s para la amistad, una buena ocasi¨®n para hacer inventario y separar el grano de la paja. La lecci¨®n del encierro es que hay que aprovechar el tiempo y eso empieza eligiendo bien con qui¨¦n hacerlo. Al final no quedan tantos como parec¨ªan al principio, pero si les sale al menos un nombre con este curr¨ªculum en su c¨ªrculo pr¨®ximo pueden considerarse afortunados: tienen a su lado alguien que les har¨¢ mejores.
Hace un mes, en Burkina Faso, el c¨¢mara Roberto Fraile cay¨® malherido en un ataque terrorista. Y mi amigo David, su amigo, decidi¨® no abandonarle cuando los 30 hombres armados que les acompa?aban y a los que hab¨ªan encomendado su protecci¨®n quisieron retirarse. Lo dicen los investigadores, pero los que le queremos ya lo sab¨ªamos: imposible, en una situaci¨®n as¨ª, que David dejara a nadie atr¨¢s. Saber que muri¨® como vivi¨®, que fue coherente y leal hasta las ¨²ltimas consecuencias, es un consuelo. Una forma de estar eternamente orgullosa, aunque ya no est¨¦ aqu¨ª para poder dec¨ªrselo; aunque sepa que todas mis decisiones ser¨¢n, con su falta, un poco peores.
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