La rendija por la que Oumaima huy¨® del fracaso escolar
Solo el 0,9% de los menores en exclusi¨®n social esquivan el abandono de los estudios y llegan a la universidad
Oumaima El Arnouki no era consciente de que romp¨ªa con su destino, simplemente se dedic¨® a seguir ¡°un sue?o que ten¨ªa desde peque?a¡±. Estudiar. Eso era todo. Y eso se convirti¨® en una meta que estaba escrita para otros, porque la gente como ella, sus amigos de su barrio en Carabanchel, al sur de Madrid, acaban siempre en otras cosas, con trabajos precarios, con lo que pillan, en meses sueltos. ¡°Deciden abandonar los estudios para ayudar a sus padres y luego acaban igual que ellos¡±, lamenta. Ella tiene 18 a?os, estudia Arquitectura t¨¦cnica en la Universidad Polit¨¦cnica y pertenece al cupo exclusivo del 0,9% de chicos que viven en familias en riesgo de exclusi¨®n social que se matricula en una carrera universitaria. Parece sencillo, pero no lo es.
Si un ni?o nace en una familia en exclusi¨®n social seguir¨¢ siendo pobre a los tres, los cinco, los 10 y los 18 a?os. En realidad, vivir¨¢ toda su vida como un h¨¢mster intentando salir de una rueda, con un futuro predeterminado y, pr¨¢cticamente, irrenunciable. A eso se llama transmisi¨®n intergeneracional de la pobreza y los datos que aporta la red estatal J¨®venes e Inclusi¨®n son inapelables: ocho de cada diez de esos menores seguir¨¢n siendo pobres cuando lleguen a la edad adulta y a lo largo de toda su existencia. Solo dos conseguir¨¢n romper la rueda del h¨¢mster y reescribir su historia.
¡°Deciden abandonar los estudios para ayudar a los padres y luego acaban igual que ellosOumaima El Arnouki
En Madrid, m¨¢s de un mill¨®n de personas se encuentran en riesgo de exclusi¨®n, seg¨²n el ¨²ltimo informe de la Fundaci¨®n Foessa y, de ellos, alrededor de tercio son menores. Romper las cadenas de un destino negro no resulta f¨¢cil, pero alguno, como Oumaima, lo consigue. La ayuda externa, la comprensi¨®n de la familia y el apoyo educativo resultan clave para un ¨¦xito que no se suele ver a menudo.
Lo normal entre los menores es que repitan patrones. Aprenden a sobrevivir d¨ªa a d¨ªa para seguir haci¨¦ndolo m¨¢s all¨¢ de los 18 a?os. ¡°Es lo que ves en casa. Si tus padres no han estudiado, al final piensas que t¨² tienes que hacer lo mismo que ellos, que no puedes hacer otra cosa m¨¢s en la vida¡±, explica la joven.
Las ayudas
Ella es la primera universitaria de la familia El Arnauki. Pero no solo eso. Es la ¨²nica de los 500 menores con los que trabaj¨® durante 2020 la entidad Redes Cooperativa, cuya sede se encuentra en Carabanchel, que se ha matriculado en una carrera este curso. ¡°Lo ha conseguido con mucho esfuerzo personal y porque su familia, que es magreb¨ª, ha priorizado que la chica pudiera acabar segundo de Bachillerato¡±, explica Jos¨¦ Luis Graus, coordinador de la entidad. ¡°En tiempo de pandemia, destin¨® 20 euros que ten¨ªan para comer para que la chica tuviera datos y que pudiera conectarse a clase¡±.
El esfuerzo ha sido tit¨¢nico. En la cooperativa, que trabaja mano a mano con los servicios sociales y con el el programa CaixaProinfancia de la Fundaci¨®n La Caixa para apoyar a familias como la de Oumaima, le dieron apoyo educativo y un espacio para estudiar. Ella ha estado yendo durante seis a?os dos d¨ªas a la semana. Cuatro horas en total. Ahora se ha convertido en una aguja en un pajar.
¡°Con la pandemia hab¨ªa familias que viv¨ªan con cierta dignidad y ahora han vuelto a la casilla de salida¡±, lamenta Graus. ¡°Pero cuando trabajas en lo social hay cosas que debes tener claras y una de ellas es que toca acompa?ar en el fracaso¡±, reconoce.
Oumaima se ha convertido en todo lo contrario. Va aprobando casi todo sin problema en su primer a?o de carrera y le gusta, le encanta m¨¢s bien, pensar que ha roto con algo, aunque todav¨ªa no es consciente de todo lo que eso implica. Lleg¨® a Madrid procedente de Marruecos cuando ten¨ªa tres a?os y desde hace 10 sus padres no tienen un trabajo. Su familia vive del Ingreso M¨ªnimo Vital en una casa donde comen tres menores y tres adultos, con ella, ya que con su mayor¨ªa de edad ha pasado al bando de los mayores.
¡°Con la pandemia hab¨ªa familias que viv¨ªan con cierta dignidad y ahora han vuelto a la casilla de salidaJos¨¦ Luis Graus
Por eso, lo m¨¢s sencillo para todos hubiera sido que ella, la mayor de los hermanos, se pusiera a trabajar en cuanto cumpli¨® 16 a?os. Pero prefiri¨® continuar con los libros: ¡°Mis padres me han apoyado, la verdad. Estoy muy orgullosa de ellos. Me han dicho que la mejor manera de ayudar es estudiando¡±. En casa toca seguir apret¨¢ndose el cintur¨®n.
La red estatal J¨®venes e Inclusi¨®n ha realizado una encuesta entre j¨®venes en situaci¨®n de pobreza en 10 comunidades y los resultados son desalentadores, seg¨²n explica el presidente Carlos Ros¨®n. Un 92,4% ha repetido alg¨²n curso a los 16 a?os y un 16,2% a¨²n no ha terminado la educaci¨®n primaria. ¡°Tenemos que cortar el ciclo de la exclusi¨®n de manera radical. Creemos que hay que dotar a los centros educativos de autonom¨ªa, de libertad para poder innovar en la inclusi¨®n educativa. Y no puede recaer el trabajo en el profesorado, que ya est¨¢ desbordado¡±, pide Ros¨®n. Si no se hace, el fracaso seguir¨¢ llamando al fracaso.
En ese abismo se encontr¨® Roc¨ªo Lazcano, gitana de 32 a?os, y estudiante ahora en un doble grado de Educaci¨®n Social y Trabajo Social en la Universidad La Salle. Es de las que abandon¨® todo antes de los 18. Lo dej¨® porque cre¨ªa que no val¨ªa y que no serv¨ªa para nada. ¡°Pensaba que no era para m¨ª¡±, explica. Ahora, sin embargo, no se imagina una vida sin libros. Su caso es el de un fracaso reconvertido en ¨¦xito. Dej¨® los estudios y se fue al mercadillo con su padre a echar una mano. A vender cosas y a vivir al d¨ªa. Si una jornada se hab¨ªa dado bien, ten¨ªan para comprar y comer. Si no, prefiere no recordarlo.
A los 20 a?os decidi¨® darse una oportunidad. ¡°Me faltaba algo y quer¨ªa tener un trabajo normal¡±, explica. Y le cost¨® remar en contra de los prejuicios, los de su entorno ¡ª¡±todas mis compa?eras son payas¡±¡ª y los de algunos profesores. ¡°Hay que romper con el estereotipo de que las mujeres gitanas no podemos estudiar¡±, reivindica. Cuando se matricul¨® en un centro de mayores para estudiar el Bachillerato de Ciencias, le dijeron que se lo pensara, que era muy dif¨ªcil. Pero pudo con ello.
Luego se anim¨® a hacer un grado de integraci¨®n social de Formaci¨®n Profesional y tambi¨¦n le dijeron que se lo partiera. ¡°Cuatro a?os mejor que dos, para que no te frustres¡±, le vendieron. Pero volvi¨® a hacerlo en tiempo y forma. Y tras realizar unas pr¨¢cticas en la Federaci¨®n Red Artemisa, que trabaja para la integraci¨®n de la sociedad gitana, la contrataron en la Fundaci¨®n Secretariado Gitano, algo que compatibiliza con sus estudios en la universidad gracias a un convenio. ¡°Como es privada, el primer a?o lo pagu¨¦ con lo que ganaba en la federaci¨®n, pero me di cuenta de que no iba a poder seguir y lo iba a dejar, porque mi familia no pod¨ªa ayudarme. Gracias a ese convenio de La Salle con Artemisa, puedo seguir estudiando¡±, agradece. ¡°Cuando vi c¨®mo los profesores se implicaban, alucin¨¦. Encontr¨¦ todo lo que no hab¨ªa encontrado antes en el colegio. Todos los profesores, en especial Alejandro y Andrea, me ayudaron mucho para que no abandonara¡±.
Como Oumaima, Roc¨ªo tambi¨¦n es la primera universitaria de su familia, la primera que ha conseguido romper la rueda del h¨¢mster. ¡°Necesitamos nuevos referentes, ojal¨¢ yo los hubiera tenido porque ha sido s¨²per dif¨ªcil. Mi familia lo ve bien, pero es verdad que yo no hac¨ªa lo mismo que las dem¨¢s chicas de mi edad y a veces no sab¨ªa d¨®nde encajaba¡±. Ahora, desde luego, sabe lo quiere. No se plantea casarse y ayuda a su familia con lo que puede. Su hermana peque?a, de hecho, quiere seguir sus pasos. ¡°Quiere hacer gesti¨®n y finanzas¡±, dice, orgullosa.
¡°Necesitamos nuevos referentes, ojal¨¢ yo los hubiera tenido porque ha sido s¨²per dif¨ªcilRoc¨ªo Lazcano
Para que casos como los de estas dos chicas no sean una excepci¨®n, Ros¨®n asegura que Espa?a debe poner en marcha programas que doten de competencias a las familias: ¡°Que haya apoyos econ¨®micos por un lado, pero tambi¨¦n competencias familiares para poder construir un modelo determinado de padres y madres con sus hijos¡±.
?Por qu¨¦ dice eso? Porque la mayor¨ªa de ni?os con los que trabajan se ajustan a perfiles con carencias econ¨®micas: les afecta en la alimentaci¨®n y la falta de acceso a determinados bienes. Pero, sobre todo, son menores, en la mayor¨ªa de los casos, que se enfrentan a situaciones complicadas, familias desestructuradas, cambios habituales de centros o domicilio y con posibilidades de ¨¦xito escolar muy mermadas.
Otro pilar fundamental, incide Ros¨®n, es el educativo. ¡°Necesitamos que haya medidas concretas para los chicos que necesitan este apoyo. La ley Cela¨¢ recoge que el entorno socioecon¨®mico ya va a ser catalizador de figura de apoyo educativo, pero no se concreta, no hay ninguna medida. Y lo que m¨¢s nos preocupa es que se deja al arbitrio, a la sensibilidad de la comunidad aut¨®noma correspondiente¡±, lamenta.
¡°Podr¨¦ acceder a otro tipo de trabajos...Younes H.
Estas situaciones provocan, en la mayor¨ªa de los casos, verg¨¹enza. Y suele ir asociada a la rendici¨®n. En parte ese es el caso de Younes H., de 24 a?os, que ¡°para nada¡± se ha rendido, pero que prefiere ocultar sus or¨ªgenes a sus compa?eros de universidad. Vive en la Ca?ada Real y estudia cuarto de Telecomunicaciones. Pero prefiere no salir en este reportaje con su imagen y su nombre completo porque el estigma le persigue. ¡°En la Ca?ada hay de todo, malotes y gente que se quiere ganar la vida honradamente. Mis amigos en general est¨¢n haciendo FP¡±, asegura.
Es el mayor de seis hermanos y sus padres no han estudiado y se encuentran en paro. A ¨¦l lo de estudiar le vino en parte gracias a que se encontr¨® en el camino con la gente adecuada. ¡°Cuando cumples los 18, te echan del autob¨²s para ir al instituto y muchos lo dejan porque pasan de ir andando...¡±, explica. ?l, sin embargo, hizo un trato con la monitora y el conductor: si le dejaban subir como hab¨ªa hecho hasta entonces, promet¨ªa que se bajaba en cuanto el cupo estuviera lleno. Y aceptaron. ¡°As¨ª me ahorraba un trecho andando y a veces llegaba hasta el instituto, en Rivas, en el bus sin problema¡±. Ese ¡°favor¡± le permiti¨® hacer despu¨¦s las pruebas de la selectividad. Aprob¨®. Comenz¨® a estudiar una de las carreras m¨¢s complicadas que encontr¨®. Y rompi¨® su propia rueda. ¡°Esto es un papel, nada m¨¢s¡±, asegura. ¡°Bueno, s¨ª, es verdad, podr¨¦ acceder a otro tipo de trabajos...¡±.
Otra aguja en un pajar.
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