La desigualdad entre el 20% m¨¢s rico y el 20% m¨¢s pobre en la Comunidad de Madrid es la m¨¢s alta de Espa?a
El informe Foassa denuncia las escasas pol¨ªticas sociales de la administraci¨®n madrile?a
La desigualdad entre el 20% m¨¢s rico y el 20% m¨¢s pobre en la Comunidad de Madrid es la m¨¢s alta de Espa?a, a pesar de ser la Comunidad Aut¨®noma m¨¢s rica. El problema principal es la redistribuci¨®n y las escasas pol¨ªticas sociales de la administraci¨®n madrile?a, que han acentuado esa brecha. En total, un mill¨®n de personas se encuentra en riesgo de exclusi¨®n social. Ese dato es inferior que en 2013, cuando en plena crisis se alcanz¨® el 1,4 millones de personas. Sin embargo, hay s¨ªntomas de que algo no funciona correctamente, ya que 900.000 personas se encuentran en el l¨ªmite, justo en la barrera.
¡°La gente que hay en esa barrera proporcionalmente es m¨¢s elevada que en el resto de Espa?a¡±, explica Guillermo Fern¨¢ndez, coordinador del VIII informe sobre Exclusi¨®n Social y Pobreza, que la Fundaci¨®n Foessa (Fomento de Estudios Sociales y de Sociolog¨ªa Aplicada), vinculada a C¨¢ritas Espa?ola, ha presentado este martes por comunidades aut¨®nomas. ¡°La normal es medir la desigualdad del conjunto de las personas de la comunidad. Teniendo en cuenta eso, Madrid est¨¢ en tercer lugar. Pero si tenemos en cuenta los de m¨¢s arriba y los de m¨¢s abajo, esa brecha es la m¨¢s acentuada¡±, analiza Fern¨¢ndez.
Dentro de ese mill¨®n de personas en situaci¨®n de exclusi¨®n social, 490.000 sufren una exclusi¨®n severa. Esto significa que acumulan tantos problemas en la vida diaria que no tienen oportunidad de construir un proyecto vital m¨ªnimamente estructurado. La falta de pol¨ªticas sociales ¡ªcomo invertir en vivienda social, impedir que prospere el empleo precario o mayores ayudas para las familias con alg¨²n miembro en situaci¨®n de dependencia¡ª acent¨²an precisamente la vivienda insegura e inadecuada, el desempleo persistente, la precariedad laboral extrema y su invisibilidad para los partidos pol¨ªticos. Es decir, no interesan porque no votan.
Ejemplos en Madrid sobran. Por lo general, los hogares en exclusi¨®n son de nacionalidad espa?ola y tres de cada cuatro tienen sustentadores principales ¡ªpersonas que aportan la principal fuente de ingresos¡ª. Adem¨¢s, el 85% se concentra en ciudades de m¨¢s de 100.000 habitantes. El mundo rural se vac¨ªa, en parte, por el dif¨ªcil acceso a una educaci¨®n, a una sanidad y a un transporte digno. Pero hay otro dato: el estudio indica que existen una serie de factores que aumentan la probabilidad de acabar en ese grupo: ser mujer, el paro, inmigrante extracomunitario o no tener estudios.
Yoselyn Altagracia es uno de esos rostros. Su vida se ti?¨® de negro hace 24 a?os, cuando solo ten¨ªa 22. En aquel momento viv¨ªa en Rep¨²blica Dominicana, su pa¨ªs, y estaba a punto de dar a luz a su primer hijo, Edward. Eran momentos felices. Pero una complicaci¨®n en el parto y una negligencia m¨¦dica lo cambiaron todo: su beb¨¦ naci¨® con una hidrocefalia severa que lo ha postrado en una cama desde entonces. En 2014, tras unos a?os ¡°complicados¡±, decidi¨® probar suerte en Espa?a, donde lleg¨® con la esperanza de encontrar un trabajo cuidando ancianos, su especialidad, y medicamentos m¨¢s asequibles.
Hoy, en Madrid, Yoselyn forma parte de esa exclusi¨®n social que no consigue dejar atr¨¢s: sin nadie en quien apoyarse, se hace cargo de su hijo, un postadolecente de 22 a?os con el cuerpo de un ni?o de tres que no habla, ni mastica, ni come solo. Y saca adelante a sus otras dos hijas, de 20 y 18 a?os, tambi¨¦n en paro, y a una nieta de cinco meses. La ayuda con la que cuenta: 240 euros.
Seg¨²n el informe Foessa, ese es uno de los riesgos principales, el que est¨¢ relacionado con el empleo y, adem¨¢s, tiene un dependiente en casa. El paro, a pesar de su reducci¨®n progresiva, es una realidad persistente y ahora menos protegida que antes. Tambi¨¦n se constata una importante precariedad en el trabajo, manifestada en temporalidad, parcialidad e itinerarios c¨ªclicos que alternan per¨ªodos cortos de empleo con otros de desempleo, generando trabajadores pobres y excluidos, y limitando las posibilidades de integraci¨®n de muchos colectivos.
Y sin empleo, el acceso a la vivienda se recrudece. ¡°Si no llega a ser por C¨¢ritas no s¨¦ qu¨¦ hubiera sido de nosotros¡±, agradece Yoselyn en el piso que pertenece a uno de los cuatro centros residenciales que tiene la organizaci¨®n cat¨®lica sin ¨¢nimo de lucro en la capital. La familia de Yoselyn tuvo algo de suerte, pas¨® la entrevista de C¨¢ritas, que tiene una larga lista de espera, y le concedi¨® uno de sus apartamentos ¡°transitorios¡±, es decir, para el tiempo justo en el que estos inquilinos se recomponen y consiguen salir adelante.
All¨ª vive desde hace casi un a?o, cuando se mud¨® tras divorciarse y se qued¨® al cargo de todo el n¨²cleo familiar. Mientras intenta buscar trabajo, se quiere formar en geriatr¨ªa y que su vida adquiera otro cariz que mantenga la sonrisa de Ashley, su nieta, que entra en el piso en brazos de su madre con una felicidad infantil ajena a todo.
¡°El problema es que la pobreza se hereda. Y, adem¨¢s, la cifra de personas con esa situaci¨®n se ha duplicado en estos ¨²ltimos cinco a?os. Cada vez es m¨¢s relevante el d¨®nde nace una persona porque te marca m¨¢s¡±, analiza Fern¨¢ndez. Por lo tanto, si no hay pol¨ªticas que lo remedien, la situaci¨®n de Yoselyn, de 46 a?os, se traspasar¨¢ a Ashley, de cinco meses.
Tampoco ha sido f¨¢cil la vida de Margarita Montes, espa?ola, sola, y en situaci¨®n de riesgo extremo. Ella, que se autodefine ¡°patosa con la gente¡±, tiene 68 a?os y una melancol¨ªa profunda que por poco la arroja ¡°a las v¨ªas del metro¡± hace casi cinco a?os. Ese es el tiempo que lleva en una residencia de ancianos tambi¨¦n de C¨¢ritas, donde vive desde entonces con otras 69 personas. Si recuerda su pasado, se le quiebra la voz. De la misma forma que se rompe en varios pedazos cuando ve que alguna compa?era recibe visitas de familiares. ¡°Pienso en lo que nunca tendr¨¦, no lo puedo evitar¡±, solloza.
La soledad
No tendr¨¢ el cari?o de una familia, pero s¨ª tuvo un hijo que ahora tiene 40 a?os. Lo cri¨® sola y ¨¦l, que se meti¨® en una espiral de drogas y malas compa?¨ªas, le devolvi¨® el esfuerzo con palizas. Adelgaz¨® hasta la extenuaci¨®n, se encerr¨® en s¨ª misma y pens¨® en quitarse de en medio. Ahora es una de las 70 personas que conviven en la residencia con una pensi¨®n no contributiva de 360 euros al mes que no le da ¡°ni para alquiler, ni para pipas¡±.
La Comunidad madrile?a es la m¨¢s rica de Espa?a, con el Producto Interior Bruto (PIB) m¨¢s alto del pa¨ªs. ¡°Por lo cual tenemos un problema de redistribuci¨®n. Bien los organismos p¨²blicos no lo redistribuyen bien. La fiscalidad no redistribuye bien. El mercado de trabajo no est¨¢ acabando de redistribuir bien¡±, a?ade el coordinador del informe Foessa, elaborado por un equipo formado por 125 investigadores de 30 universidades y 13 organizaciones de acci¨®n e investigaci¨®n. ¡°En Madrid se acumula la riqueza financiera del pa¨ªs, pero no tenemos compensadores que generen mayor redistribuci¨®n. Con lo cual es una llamada a las pol¨ªticas p¨²blicas para que planteen c¨®mo se puede generar esa redistribuci¨®n¡±, insiste Fern¨¢ndez.
¡°La historia de Marga es una m¨¢s entre tantas otras¡±, explica Rosario Gonzalo, directora de la residencia de ancianos de C¨¢ritas desde hace ocho a?os. ¡°Aqu¨ª est¨¢n limpios, cuidados y atendidos, pero todos, al final, lo que quieren es cari?o, que alguien les d¨¦ un achuch¨®n. Cuando lo reciben, sonr¨ªen¡±.
Las pol¨ªticas sociales no se solucionan, sin embargo, con achuchones. A algunos les ayudan, pero para otra cosa.
La Consejer¨ªa admite que hay "desigualdades" laborales
Ante la contundencia de los datos aportados por el informe, la Consejer¨ªa de Familias y Pol¨ªticas Sociales de la Comunidad de Madrid, liderada por Alberto Reyero, admiti¨® ayer el problema existente. ¡°Es importante trabajar para combatir esta desigualdad¡±, dijeron fuentes de la Consejer¨ªa. En el Ejecutivo madrile?o, aseguraron, est¨¢n ¡°comprometidos a reducir las personas sin hogar en nuestra regi¨®n¡±. Desde su punto de vista, es fundamental ¡°la colaboraci¨®n con la Consejer¨ªa de Empleo y trabajar en la vertiente preventiva¡± para favorecer que aquellas personas con mayor empleabilidad puedan acceder a un empleo. ¡°Nos encontramos con un modelo de mercado laboral que presenta desigualdades, por ello, debemos proporcionar el impulso que necesitan estas personas para integrarse en el mercado laboral de una manera digna. Si el empleo es precario, el acceso a una vivienda se complica¡±, admiten.
En este sentido, tambi¨¦n es importante ¡°tener en cuenta las dificultades que encuentran los j¨®venes en puestos de trabajo mal retribuidos y con mujeres o extranjeros nos encontramos una brecha salarial m¨¢s acentuada¡±. Adem¨¢s, insisten, quieren ¡°analizar y mejorar el sistema de Renta M¨ªnima de Inserci¨®n con el objetivo de que esta prestaci¨®n vaya asociada a planes de formaci¨®n y empleo.
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