Detr¨¢s de las cortinas rojas
Cuando Madrid se convierte en una pel¨ªcula de David Lynch entre apariciones, sue?os y pesadillas
Bajo la escalera, est¨¢ oscuro el subsuelo madrile?o. Al fondo hay una cortina roja, cortejando a una Venus de Milo, que invita a pasar hacia dentro. Los neones dan la bienvenida detr¨¢s al grito de ¡°Silencio¡±. Volvemos todos al club veinte a?os despu¨¦s. Pero dentro hay una pantalla en los cines Golem, pasillos lynchinianos para proyectar el reestreno de la monumental Mulholland Drive. Sue?os, onirismo, pesadillas, fracasos, alucinaciones.
Lynch regresa de esta forma a Madrid, reuniendo cada noche a decenas de espectadores. Como una aparici¨®n de sus pel¨ªculas, recuerdo su cabellera blanca hace unos a?os en el C¨ªrculo de Bellas Artes. Por supuesto, con tel¨®n rojo de fondo. Siempre rodeado de sombras y terciopelos, transit¨® entonces la ciudad de la mano de Rizoma, Pedro Almod¨®var, David Delf¨ªn, Ray Loriga y Rossy de Palma.
En Madrid hay esquinas nebulosas en las que uno de repente se cruza con un trozo de Hollywood sin apenas dar tiempo a reaccionar. Una tarde de vuelta a casa, pasando por Mej¨ªa Lequerica, me son¨® una cara. Y de bruces ya me di cuenta de que era la propia Sarah Jessica Parker. Siempre que paso por all¨ª con alguien se lo narro como gran haza?a urbanita y fantaseo con que pongan una placa. Es una lista corta pero que rememoro con esmero. Era otra noche todav¨ªa calurosa de septiembre, no hab¨ªa nadie por la calle Almagro. Al final avanzaba una chica que pas¨® junto a m¨ª para inmediatamente despu¨¦s driblar a la izquierda y perderse en el jard¨ªn del Santo Mauro. De reojo intu¨ª que era Lindsay Lohan. Y la tercera aparici¨®n mariana madrile?a: la tarde en la que de repente aparecieron delante de mis ojos unos despistados Spike Jonze y Rinko Kikuchi en el bar ingl¨¦s del Palace, entre las flores verdes de la moqueta y la chimenea.
Ese mundo de sue?o e irrealidad que se difumina por la ciudad. En plena calle de San Roque hay un homenaje a Lynch en forma de caf¨¦, el Estupenda. Dedicado a Twin Peaks entre tartas, tocadiscos glorificando a Elvis, rosas azules en las mesas, cartas plastificadas con cascadas y cuadros con ciervos y puentes de hierro. Hasta sesiones de hipnosis. ?Qui¨¦n mat¨® a Laura Palmer? Suena Angelo Badalamenti. Bang, bang. Y otros cortinajes rojos. Ese universo que tiene Madrid de puertas que no sabes a d¨®nde te llevar¨¢n, de corazones salvajes, cabezas borradoras y carreteras perdidas. Seguro que si vuelve el director, incorporar¨ªa el portal¨®n que se abre con la huella dactilar para entrar en el club Matador o la subida entre maderas y cuero a la terraza del club Argo para dominar la capital desde lo m¨¢s alto de la plaza de Santa Ana. Se sentir¨ªa, adem¨¢s, atrapado estos d¨ªas al traspasar la puerta de atr¨¢s La Escalera de Jacob en la calle del Calvario y no ver nada entre el humo rojo que domina la sala antes de que empiece a hablar Avelino Piedad en Elg¨¦. Y los granizos diluy¨¦ndose mientras por una Gran V¨ªa borrosa.
Suscr¨ªbete aqu¨ª a nuestra nueva newsletter sobre Madrid.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.