Las fotograf¨ªas de Amir, un joven afgano que vive en un campo de refugiados
La Casa Encendida expone ¡®Now you see me Moria¡¯, un proyecto que naci¨® con el objetivo de romper los estereotipos existentes sobre las personas demandantes de asilo
Amir es un chico afgano que lleva casi dos a?os viviendo en el campo de refugiados de Moria (Grecia), el m¨¢s grande de Europa, y en el posterior de la isla de Lesbos. Su hogar es una tienda de campa?a que comparte con ocho personas m¨¢s. Son sus compa?eros de piso, a los que cocina macarrones, arroz y jud¨ªas con los productos que reciben a diario de las ONG. La conexi¨®n de su tel¨¦fono m¨®vil se pierde a cada rato, pero cuenta que huy¨® de su pa¨ªs por la guerra. Un d¨ªa llegaron a Noem¨ª, fot¨®grafa espa?ola que reside en los Pa¨ªses Bajos, unas im¨¢genes tomadas por ¨¦l. En una de ellas se ve a un grupo de ni?os comiendo sand¨ªa y en otra a los m¨¢s peque?os dando clases de nataci¨®n en el mar. Parec¨ªan retratos de una postal veraniega que brillaba de felicidad. Pero no se trataba de un destino vacacional, era la otra vida que late, la que no se cuenta, la que se abre paso dentro de las verjas de Moria.
Ese fue el inicio de Now you see me Moria, un proyecto de Instagram que naci¨® de la colaboraci¨®n de Amir y Noem¨ª con el objetivo de romper los estereotipos existentes sobre las personas refugiadas, y que se expone ahora en La Casa Encendida de Madrid de manera gratuita hasta el dos de septiembre. Las fotograf¨ªas de Amir, de 21 a?os, y las de otros refugiados como Qutaeba, de Siria, Ali y Mustafa, de Afganist¨¢n, cosechan 30.000 seguidores en la plataforma. Noem¨ª explica que el proyecto comenz¨® en agosto del a?o pasado, a ra¨ªz de un duelo personal que est¨¢ atravesando, ya que vive separada de su pareja afgana. Su uni¨®n con la cultura ¨¢rabe y el hecho de conocer de primera mano las historias de muchas personas refugiadas le sirvi¨® para convencer a Amir de la necesidad de documentar lo que ocurre en el campamento y a sus habitantes en Moria, desde dentro. A partir de esa acci¨®n, instituciones culturales y museos de Holanda, Alemania, B¨¦lgica, Austria o Portugal se interesaron por el trabajo y acogen sus im¨¢genes. En Espa?a, el Arts Santa M¨°nica en Barcelona, Festival EMOTIVA y Getxophoto en Bilbao, tambi¨¦n lo har¨¢n en los pr¨®ximos meses.
A las cinco semanas de lanzar el proyecto se produjo un gran incendio en el campo. En ese momento hab¨ªa 20.000 personas que se quedaron durante 10 d¨ªas sin tan siquiera una tela para cubrir sus cabezas, relata Noem¨ª. Se hicieron manifestaciones porque los refugiados no quer¨ªan ser trasladados. ¡°Las autoridades griegas les dieron una carta en la que les dec¨ªan que si no se trasladaban al segundo campamento no mirar¨ªan sus procedimientos de asilo. As¨ª que accedieron, pero las condiciones que les prometieron no se respetaron¡±, denuncia. El nuevo campo en la isla de Lesbos pas¨® a estar cerrado a la prensa e incluso se recomendaba a las ONG que no compartieran fotograf¨ªas para respetar la intimidad de los refugiados. ¡°Les tienes durmiendo en tiendas, los ni?os no van al colegio y la gente estuvo ba?¨¢ndose en el mar tres meses, pero te preocupa su privacidad, ese argumento es rid¨ªculo¡±, espeta Noem¨ª.
Now you see me Moria ha ido creciendo poco a poco con una nueva narrativa visual sobre la migraci¨®n en donde las personas son algo m¨¢s que v¨ªctimas de una terrible situaci¨®n. Por eso, lo m¨¢s importante es el valor de la autorepresentaci¨®n que est¨¢n haciendo las personas que viven en el campo. Por ejemplo, Qutaeba env¨ªa muchas fotos de flores porque le sirven para olvidarse de su realidad. ¡°Estamos acostumbrados al imaginario de barcos, chalecos naranjas, el t¨ªpico retrato muy de cerca de una madre con su beb¨¦ llorando. Es una imagen deshumanizada sin nombre, no se sabe su historia¡±, lamenta Noem¨ª, que recalca que los refugiados juegan al ajedrez y a las cartas, cocinan o cuidan de sus gatos. Situaciones con las que resulta m¨¢s f¨¢cil empatizar.
El punto de inflexi¨®n lleg¨® en enero de este a?o, cuando ya ten¨ªan una comunidad suficientemente grande. Pensaron en crear p¨®steres a partir de las fotograf¨ªas e hicieron una llamada en redes para encontrar a dise?adores que quisieran participar de forma altruista. La respuesta fue abrumadora y m¨¢s de 500 les contactaron. ¡°Se colgaron los carteles por toda Europa. Fue muy bonito porque la gente que ten¨ªa imprentas se puso a producir en gran cantidad. Otros se organizaron en grupos y se fueron a las seis de la ma?ana a pegar carteles por el vecindario, por las oficinas o los gimnasios. Hicieron ese acto de amor por Moria¡±, rememora Noem¨ª, emocionada.
¡°El silencio sobre Moria est¨¢ siendo atronador¡± o ?Volver¨¦ a ver a mi madre de nuevo?¡± son algunos de los mensajes que se leen en los 446 carteles recopilados en el libro Action book, publicado por Paradox, gracias al apoyo de los dise?adores gr¨¢ficos Raoul Gottschling y Christian Kn?pfel. El precio es de 50 euros y Noem¨ª quisiera que quienes lo compren lo donen despu¨¦s a sus bibliotecas p¨²blicas para que quede un testimonio vivo de lo que sucede dentro del campo. O que lo usen para hacer sus propias exposiciones y se conviertan en mensajeros del proyecto.
La etnia de los Hazara, de la que procede Amir, representa el 24% de la poblaci¨®n de Afganist¨¢n. Son uno de los grupos m¨¢s oprimidos y est¨¢n en el punto de mira desde hace d¨¦cadas. Los talibanes les persiguen ¡°por ser diferentes¡±, asegura Amir. Su familia se march¨® a Ir¨¢n y ¨¦l emprendi¨® un viaje a Europa para demandar asilo. Pero las cosas no est¨¢n sucediendo tal y como esperaba. Su petici¨®n de acogida ha sido denegada, pero sue?a con convertirse en un fot¨®grafo profesional: ¡°No s¨¦ qu¨¦ pasar¨¢ en el futuro, pero estoy intentando salir de la isla e irme a Alemania. Parece que ah¨ª nos dan oportunidades para construir una nueva vida¡±. Mientras tanto, seguir¨¢ dando clases de ingl¨¦s a otros refugiados y retratar¨¢ con su m¨®vil las rutinas del campo.
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