40 a?os de la gira de ¡®The wall¡¯, de Pink Floyd: pocas veces tanto odio y ruina en un grupo tan grande
Un d¨ªa como hoy, 7 de febrero, arranc¨® un espect¨¢culo tan aparatoso que solo se pudo levantar en cuatro ciudades. Fue un desastre que dinamit¨® la relaci¨®n entre los miembros. Pero tambi¨¦n un ejemplo de lo que ser¨ªan las monumentales (y rentables) giras en estadios
Durante los conciertos de The wall, los cuatro miembros de Pink Floyd solo se ve¨ªan las caras en el escenario. Fuera de ¨¦l, elud¨ªan cruzarse. ¡°Cada miembro ten¨ªa un camerino particular¡±, cuenta Nick Mason (Birmingham, Inglaterra, 1944), bater¨ªa y cofundador, en su libro Inside out: a personal history of Pink Floyd. ¡°Tanto el de Roger [Waters, bajista y l¨ªder] como el de Rick [Wright, teclista] estaban situados en los extremos opuestos del recinto¡ Creo que todos montamos fiestas por separado despu¨¦s de los conciertos, evitando cuidadosamente invitarnos unos a otros¡±. Llegaban a los estadios en autocaravanas individuales, que los conductores ten¨ªan instrucciones de aparcar estrat¨¦gicamente en c¨ªrculo, con las puertas hacia afuera, anulando el contacto visual entre los m¨²sicos. Wright (Inglaterra, 1943-2008), despedido poco antes, acud¨ªa en calidad de m¨²sico a sueldo; fue el ¨²nico que gan¨® dinero con la gira.
En el primer concierto, parte del cortinaje se incendi¨® y cay¨® encima de los m¨²sicos. La mitad del p¨²blico sali¨® huyendo despavorida; la otra mitad se qued¨®, pensando que era parte del espect¨¢culo
La lucha de egos fue una de las caracter¨ªsticas que marc¨® la serie de conciertos de presentaci¨®n del ¨¢lbum The wall, que comenz¨® el 7 de febrero de 1980 ¡ªhace ahora 40 a?os¡ª en el Memorial Sports Arena de Los ?ngeles. Certific¨® el alejamiento definitivo de Roger Waters (Surrey, Inglaterra, 1943), bajista, cantante y compositor, y el resto de la banda, con el guitarrista y cantante David Gilmour (Cambridge, Inglaterra, 1946) como n¨¦mesis. El otro rasgo distintivo fue su cualidad de exponente de la absurda grandilocuencia del rock de los setenta, cuestionada desde 1977 por la simpleza del punk. Tan ambicioso era su montaje, que resultaba imposible trasladarlo de una ciudad a otra en poco tiempo, por lo que solo pudo erigirse en cuatro: Los ?ngeles (California, EE UU), Uniondale (en Long Island, Nueva York, EE UU), Dortmund (Alemania) y Londres (Reino Unido). En cada parada ofrec¨ªan varios conciertos; en total, The wall solo se interpret¨® en directo 31 veces.
El desgaste del grupo hab¨ªa alcanzado su c¨¦nit durante la grabaci¨®n del disco. El progresivo caudillaje de Waters se hab¨ªa consumado en Animals (1977), donde compon¨ªa todas las piezas a excepci¨®n de Dogs, a medias con Gilmour.?Waters pensaba que sus compa?eros eran vagos y mediocres; estos ve¨ªan al bajista como un tirano. En julio de 1978 Waters cit¨® a la banda en los estudios Britannia Row, de Londres, y les dio a elegir entre las maquetas de dos discos que acababa de componer; el elegido fue The wall, y el descartado dar¨ªa lugar a su primer ¨¢lbum en solitario, The pros and cons of hitch-hicking (1984).
Lo que Waters se hab¨ªa sacado de la manga no era un simple disco: era un ¨¢lbum conceptual sobre un personaje llamado Pink (su alter ego), una estrella del rock que vive aislada del mundo. Adem¨¢s, lo concibi¨® como una obra total: contemplaba un trabajo discogr¨¢fico, un concierto y una pel¨ªcula. Gilmour pensaba que algunas canciones de Waters para The wall no eran suficientemente buenas, pero por otra parte, ¨¦l no hab¨ªa hecho los deberes. "B¨¢sicamente, [Roger] sent¨ªa que yo era completamente obstructivo", dijo el guitarrista a Rolling Stone. ¡°Lo cual no es del todo cierto. Mis cr¨ªticas y objeciones fueron constructivas de la mejor manera posible¡±, explico Gilmour.
A pesar de haber publicado grandes obras, Pink Floyd eran vistos en el ocaso de la d¨¦cada como los ¨²ltimos dinosaurios. La necesidad de actualizarse y el compromiso con su esencia les situ¨® en una posici¨®n dif¨ªcil. Consciente de ello, Waters dispuso un cambio sustancial: por primera vez en su carrera contar¨ªan con un productor externo. El encargo recay¨® en Bob Ezrin, de pedigr¨ª rockero (hab¨ªa trabajado con Alice Cooper o Kiss). El contundente inicio de The wall (In the flesh?) da buena cuenta de ello. Ezrin describi¨® as¨ª a Rolling Stone?la relaci¨®n entre Waters y Gilmour durante grabaci¨®n: ¡°Todo se hizo bajo esa actitud inglesa, sonriente, de mano izquierda y confrontada que adoptan, con sonrisas y suaves voces. Pero b¨¢sicamente dec¨ªan: ¡®Te odio y voy a matarte¡¯. La guerra que existi¨® entre esos dos tipos fue incre¨ªble¡±.
David Gilmour quita hierro a las tiranteces: ¡°Hay muchas ideas falsas sobre el inicio de grandes hostilidades entre Roger y yo¡±, declar¨® a Classic Rock en 1999. ¡°Ten¨ªamos una relaci¨®n laboral altamente productiva que funcion¨® bastante bien en The wall. Hubo algunas discusiones importantes, pero eran desacuerdos art¨ªsticos¡±.
As¨ª describi¨® Bob Ezrin, productor de 'The wall', la relaci¨®n entre Waters y Gilmour:?¡°Todo se hizo bajo esa actitud inglesa, con las sonrisas en sus rostros y sus suaves voces. Pero b¨¢sicamente dec¨ªan: ¡®Te odio y voy a matarte¡¯. La guerra que existi¨® entre esos dos tipos fue incre¨ªble¡±
Waters no se fiaba de nadie, ni siquiera del productor que hab¨ªa contratado. Como cuenta el bi¨®grafo Mark Blake en Comfortably numb: the inside story of Pink Floyd, el bajista se dirig¨ªa con desprecio a Ezrin, pero este no se amedrentaba: ¡°Al inicio, hubo un momento en que Roger me estaba mamoneando y me gir¨¦ y le dije: ¡®?L¨¦eme los labios, hijo de puta, no puedes hablarme as¨ª!¡±, recuerda Ezrin en el libro. El resto de la banda celebr¨® con entusiasmo su reacci¨®n.
Si se llevaba mal con Gilmour y Ezrin, a Wright no le perdonaba su car¨¢cter de metomentodo; el teclista se cre¨ªa productor y se pasaba el d¨ªa en el estudio pegado a Ezrin y Waters opinando de todo, lo que irritaba bastante a ambos. Durante unos d¨ªas de descanso, Waters indic¨® al m¨¢nager que contactase con Wright, de vacaciones en Grecia con su familia, y le informase de que estaba fuera de la banda. Como quiera que Wright se neg¨®, Waters lanz¨® un ultim¨¢tum: o abandonaba la formaci¨®n tranquilamente al final de la grabaci¨®n o The wall no se publicar¨ªa como un disco de Pink Floyd.?Wright finalmente acept¨®, aunque pidi¨® tocar en la gira, para lo cual se le asign¨® un sueldo.
Esc¨¦ptico sobre la destreza de sus compa?eros, Waters reclam¨® la participaci¨®n de m¨²sicos de sesi¨®n. As¨ª, Jeff Porcaro, de Toto, toca la bater¨ªa en la balada Mother, y el guitarrista Lee Ritenour engrasa la rockera Run like hell.
Para acabar de complicar las cosas, la excesiva ostentaci¨®n de sus giras hab¨ªa dejado a Pink Floyd en bancarrota. Su abogado les inform¨® de que la ¨²nica soluci¨®n para evitar perderlo todo era abandonar su residencia en el Reino Unido y no volver en 365 d¨ªas. En ese periodo deb¨ªan ganar cuanto m¨¢s dinero, mejor, pues estar¨ªa libre de los impuestos brit¨¢nicos. As¨ª, The wall se grab¨® en Francia, Nueva York y Los ?ngeles.
Impulsado por el single Another brick in the wall part 2, el ¨¢lbum fue un ¨¦xito. Lleg¨® al n¨²mero uno en Estados Unidos en enero de 1980 y all¨ª se qued¨® 15 semanas. Con estos variopintos mimbres, lleg¨® el momento de salir a la carretera.
Waters no quer¨ªa una gira como tal; era consciente de que sus pomposas ideas no pod¨ªan pasearse por medio mundo como si tal cosa. Aun as¨ª, muchos consideran la pseudogira de The wall el precedente m¨¢s obvio de posteriores macroespect¨¢culos, como Steel wheels, de los Rolling Stones (1989-1990) o Zoo TV, de U2 (1992-1993). Los conciertos constitu¨ªan un delirante frenes¨ª teatral. En Another brick aparec¨ªa la figura hinchable de un profesor de escuela de 14 metros; en Mother, una mujer de 10 metros. Se proyectaron animaciones creadas por el prestigioso Gerald Scarfe. Se contrat¨® a un dj que animaba la fiesta desde antes del concierto, a un coro de cuatro cantantes y a una banda falsa, cuya disparatada aparici¨®n en escena al principio descolocaba a una audiencia que pensaba que era la real (llevaban m¨¢scaras con las caras de los miembros aut¨¦nticos).
Aunque lo m¨¢s llamativo (y hasta cierto punto incongruente) era que el p¨²blico asist¨ªa a la construcci¨®n en directo de un muro de enormes ladrillos de cart¨®n piedra que acababa tapando por completo a la banda. En un dram¨¢tico grand finale, el muro ca¨ªa derribado.
Su abogado les inform¨® de que la ¨²nica soluci¨®n para evitar perderlo todo era abandonar su residencia en el Reino Unido y no volver en 365 d¨ªas.?En ese periodo deb¨ªan ganar cuanto m¨¢s dinero, mejor, pues estar¨ªa libre de los impuestos brit¨¢nicos
El bajista llevaba al l¨ªmite su m¨¢xima de que no se puede hacer circo solo con pulgas: se necesitan tigres y elefantes. El dise?o de los conciertos de The wall era exagerado hasta para los profesionales que trabajaron en la gira, acostumbrados a ver de todo. El director de iluminaci¨®n Marc Brickman (que hab¨ªa colaborado con Bruce Springsteen) recuerda as¨ª lo que sinti¨® cuando le presentaron el proyecto: ¡°Fue alucinante, me qued¨¦ sin palabras. Estaban montando una ¨®pera en un show de rock and roll. En 1980 ni siquiera se pod¨ªa so?ar con ese espect¨¢culo¡±. En una entrevista a Q describi¨® la experiencia como la m¨¢s aterradora de su vida.
En el primer concierto, parte del cortinaje se incendi¨® y cay¨® encima de los m¨²sicos. La mitad del p¨²blico sali¨® huyendo despavorida; la otra mitad se qued¨®, pensando que era parte del espect¨¢culo.
Al productor Bob Ezrin se le prohibi¨® la entrada a los conciertos, despu¨¦s de que un art¨ªculo de Billboard sugiriese, para pasmo de Waters, que hab¨ªa desempe?ado un papel destacado en la g¨¦nesis de la gira. Pese al veto, el productor compr¨® su entrada, contrat¨® una limusina y se present¨® en el recinto. Los miembros de seguridad, que le conoc¨ªan porque antes hab¨ªan trabajado con Kiss, le dejaron pasar. ¡°Fue el mejor espect¨¢culo de rock que he visto jam¨¢s¡±, confes¨® al bi¨®grafo Mark Blake.
Por descontado, la tensi¨®n entre Waters, Gilmour, Mason y Wright vivi¨® en la gira nuevos cap¨ªtulos. ¡°Estaban llegando al punto en que no pod¨ªan verse¡±, dijo Mark Fisher, el arquitecto que dise?¨® el escenario. En cada concierto perd¨ªan dinero (a excepci¨®n de Wright, que, recuerden, estaba contratado por un sueldo fijo). Las entradas se vend¨ªan a una media de 12 d¨®lares, que no compensaban el dispendio derivado del ampl¨ªsimo abanico de medios t¨¦cnicos y humanos. La constataci¨®n de la sangr¨ªa no ayud¨® a suavizar las cosas.
El hecho de que no se difundieran v¨ªdeos oficiales del magno evento ha contribuido a dotarlo de un halo de misticismo. Siguiendo los designios de Waters, en 1982 se estren¨® la versi¨®n cinematogr¨¢fica del ¨¢lbum (Pink Floyd. The Wall), dirigida por Alan Parker y que recog¨ªa las animaciones de Scarfe. Del disco doble se han vendido hasta la fecha 33 millones de unidades. En julio de 1990, Waters ofreci¨® en Berl¨ªn el concierto The wall live ante 350.000 personas para celebrar la ca¨ªda del muro; en 2010 organiz¨® una gira llamada igual para conmemorar el 30? aniversario del tour. En 1983 Waters se hab¨ªa despedido de Pink Floyd en el ¨¢lbum The final cut.
La relaci¨®n entre Waters y Gilmour ha sido glacial durante a?os, aunque en 2005 dejaron a un lado sus diferencias para actuar juntos como Pink Floyd en Live 8, y en 2010 se unieron para una miniactuaci¨®n en el Reino Unido a beneficio de los ni?os palestinos. Al a?o siguiente, Gilmour apareci¨® en un concierto en Londres de Waters para interpretar Comfortably numb (uno de los temas se?eros de The wall), pero cuando en 2014 el guitarrista organiz¨® un evento en homenaje a Wright ¡ªfallecido en 2008¡ª, no cont¨® con su viejo adversario. ¡°Es un misterio para m¨ª por qu¨¦ alguien puede pretender que haga algo con ¨¦l¡±, declar¨® Gilmour a Rolling Stone. ¡°Yo era treinta?ero cuando Roger dej¨® el grupo. Ahora tengo 68 [en la actualidad, 73]. Ha pasado la mitad de mi vida. Ya no hay nada que tengamos en com¨²n¡±, a?adi¨®.
El ¨²ltimo disco de Pink Floyd fue The endless river (2014), facturado por el tr¨ªo Gilmour/Mason/Wright (este aparec¨ªa a t¨ªtulo p¨®stumo). Gilmour y Waters siguen grabando en solitario, y una reuni¨®n de la formaci¨®n cl¨¢sica superviviente de Pink Floyd parece, a d¨ªa de hoy, impensable.
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