El ladr¨®n de Plaza El¨ªptica
La polic¨ªa descubre a un hombre que llevaba encerrado 48 horas en un conducto de ventilaci¨®n tras asaltar unas oficinas. Es una met¨¢fora de cuando nos equivocamos de ra¨ªz
El lunes 2 de agosto por la ma?ana los guardias de seguridad de la estaci¨®n de metro de Plaza El¨ªptica vieron que la puerta de acceso a las oficinas estaba rota y abierta y, sospech¨¢ndose de un robo, llamaron a la polic¨ªa. ?sta acudi¨®, entr¨® en las dependencias y encontr¨® la pantalla de un ordenador ladeada y un panel de corcho tirado por el suelo. En la mesa donde se apoyaba el ordenador hab¨ªa, adem¨¢s, restos de escayola desprendidos del techo. Los polic¨ªas miraron hacia arriba, hacia la rejilla del aire acondicionado. Se subieron a la mesa, quitaron la rejilla, se internaron por el hueco y, dentro, descubrieron a un individuo oculto en el conducto de ventilaci¨®n. Era un ladr¨®n de 24 a?os que, tras intentar asaltar las oficinas, se hab¨ªa quedado atrapado en el camino que eligi¨® como escapatoria. Llevaba ah¨ª metido todo el fin de semana. Me lo imagino muerto de sed, de hambre y de aburrimiento alegr¨¢ndose al ver por fin al polic¨ªa que, antes de arrestarlo, le mirar¨ªa sorprendido y le preguntar¨ªa algo as¨ª como: ¡°?Pero usted, qu¨¦ hace ah¨ª?¡±
Como el ladr¨®n se neg¨® a declarar hay ciertos aspectos pocos claros. Por ejemplo, no se sabe si se sirvi¨® de c¨®mplices o c¨®mo hizo para entrar y no poder salir. Tampoco ha trascendido qu¨¦ le indujo a asaltar esas oficinas en concreto y no cualquier otro comercio m¨¢s apetecible o m¨¢s f¨¢cil de la zona. Las informaciones remitidas por la polic¨ªa no especifican si, por lo menos al principio del encierro, dispuso de un m¨®vil con bater¨ªa y cobertura suficientes como para pedir ayuda o comunicarse con alguien en el exterior. Tampoco lo que oy¨® o vio durante las largu¨ªsimas 48 horas que pas¨® en ese agujero dentro del metro dentro de Madrid dentro de agosto.
M¨¢s all¨¢ del parecido con algunas historietas de Mortadelo y Filem¨®n, hay algo en ese ladr¨®n atascado en su propia incompetencia que me atrae. Tal vez sea por la cantidad de tiempo que tuvo para pensar en lo que acababa de hacer y arrepentirse a cada minuto por haberlo hecho. 48 horas confes¨¢ndose a uno mismo dan para mucho. Me gustar¨ªa saber cu¨¢ntas veces, en esos dos d¨ªas enteros con sus noches, este hombre tumbado o sentado en el falso techo se maldijo por haberse metido ¨¦l solo en ese l¨ªo. Cu¨¢ntas veces se insult¨® esperando que pasaran las horas a fin de que llegara el lunes por la ma?ana y alguien descubriera el estropicio y llamara a la polic¨ªa. El ladr¨®n acurrucado en el conducto de ventilaci¨®n de la estaci¨®n de Plaza El¨ªptica es un poco una met¨¢fora de todos cuando nos equivocamos completamente en algo que, adem¨¢s, es innecesario. Me lo imagino pregunt¨¢ndose, como tantos de nosotros tantas veces, en qu¨¦ momento aquella tonter¨ªa le pareci¨® una buena idea.
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