Michael Olivera, genio del jazz latino
El percusionista cubano, de verbo tan trepidante como su m¨²sica, celebra 10 a?os en Madrid con ¡®Y lleg¨® la luz¡¯
Michael Olivera Garc¨ªa puede argumentar cabalmente que ha nacido dos veces. La primera, la biol¨®gica, nos sit¨²a en la antesala del verano de 1985 en Santa Clara, una ciudad menuda y adorable en el centro de Cuba. La segunda ata?e a algunos de los sentimientos m¨¢s arraigados y determinantes del ser humano, desde el miedo a los anhelos y el af¨¢n de supervivencia, y nos acerca hasta la terminal de llegadas internacionales de Barajas hace ahora justo 10 a?os. Aquella tarde del 21 de septiembre de 2011, sin papeles ni apenas dinero en los bolsillos, sin una direcci¨®n a la que dirigirse, Olivera emprendi¨® la mayor de las aventuras: granjearse una nueva vida.
Una d¨¦cada despu¨¦s, estamos aqu¨ª para certificar que aquel empe?o obcecado y algo suicida se ha visto coronado por el ¨¦xito. Michael es hoy el orgulloso marido de una cantante mostole?a, atesora en la mesilla su pasaporte espa?ol, pasea por el Parque Lineal del Manzanares cuando anda a la caza de las musas y deslumbra a cuantos le escuchan en directo. Los a?os le han consolidado como uno de los bater¨ªas y percusionistas m¨¢s distinguidos de la escena nacional y europea. Y no es hip¨¦rbole.
Justo antes de citarnos con ¨¦l, en la escuela de m¨²sica Esmuva (Puente de Vallecas), ha estado ensayando con el bajista y cantante camerun¨¦s Richard Bona, uno de los grandes referentes de las m¨²sicas ¨¦tnicas africanas. Y este mismo domingo asistiremos en los Teatros del Canal al estreno absoluto de su tercer ¨¢lbum en solitario, Y lleg¨® la luz, que rubrica al frente de su Cuban Jazz Syndicate, una especie de dream team con algunos de los mejores m¨²sicos cubanos en Madrid. Ag¨¢rrense si tienen la osad¨ªa de escucharlos: suenan como una apisonadora implacable de ritmos latinos.
Olivera piensa y se expresa a velocidad de semifusa, con ese mismo giro vertiginoso que sus mu?ecas imprimen a las baquetas. Es un torbellino al que se le agolpan las palabras, pero con motivos justificados: hoy tiene mucho que contar. ¡°He vivido tanto, tan lindo y tan intenso, que a veces pienso que me morir¨¦ pronto¡±, anuncia sin un ¨¢pice de impostura.
¡°He tenido tremenda suerte en la vida. Cada circunstancia y cada persona me han llevado a un lugar mejor. He sabido atender a las se?ales que me colocaba el destino, porque creo firmemente en ciertas energ¨ªas sobrenaturales que nos gu¨ªan. Y he aportado, por mi parte, el sentido de la responsabilidad. Es lo que me inculcaron mis padres desde siempre: ser honesto y humilde, mantenerte fiel a tus valores y, sobre todo, ser buena persona¡±.
La de Michael es una gran historia musical, sin duda, pero alg¨²n cineasta acaso encontrar¨ªa en ella un argumento de pel¨ªcula. Descubri¨® el jazz de carambola, tras ingresar con 16 a?os en la Escuela Nacional de Arte, donde se postul¨® no tanto por vocaci¨®n art¨ªstica como por sus ansias de mudarse a La Habana. Aprendi¨® los patrones r¨ªtmicos de la esencia latina en cuesti¨®n de meses y termin¨® formando parte de S¨ªntesis ¨Dacaso la m¨¢s poderosa formaci¨®n de m¨²sica tradicional cubana¨D durante siete largas temporadas.
Pero el af¨¢n de progresar y alejarse de las penurias cotidianas en la isla le llevaron a comprarse un billete de ida a Madrid, una ciudad ¡°deslumbrante¡± que le hab¨ªa fascinado durante una gira internacional. Superado el v¨¦rtigo y el miedo, y tras desesperarse en la b¨²squeda de una soluci¨®n para legalizar su estancia en la capital, se lanz¨® a la m¨¢s arriesgada de sus determinaciones: embarcarse en un matrimonio de conveniencia.
Un noviazgo inventado
¡°Fue un gran favor de una amiga a la que le estar¨¦ eternamente agradecido¡±, revela ahora que puede liberarse de sus propios secretos. ¡°Estuvimos varios meses preparando la ceremonia, hablando mucho el uno con el otro para conocernos bien e inventarnos una vida en com¨²n. Y nos hicimos centenares de fotos juntos, para que pareciese que llev¨¢bamos mucho tiempo viajando¡±.
El d¨ªa del enlace, en un juzgado a las afueras de la gran ciudad, la prometida de Michael ¨Dhoy su esposa real¨D ejerci¨® como madrina del casamiento ficticio. Mientras tanto, la hija de la contrayente, testigo desde la primera fila, se esforzaba en vano por comprender aquella escena ins¨®lita. Hoy la pareja real de Olivera, Miryam Latrece, es la vocalista en el Cuban Jazz Ensemble, as¨ª que quienes asistan a este estreno del domingo podr¨¢n corroborar sus excelencias. Y la que fuera durante cinco a?os la esposa del bater¨ªa a los ojos de la ley, tambi¨¦n cantante, es la mujer (verdadera) de un pianista con el que Michael ha colaborado decenas de ocasiones en proyectos comunes.
El destino, amigos, a veces parece en manos de guionistas de culebr¨®n.
Todos estos gui?os c¨®mplices de la diosa fortuna acaban traslad¨¢ndose de alguna manera a la m¨²sica de nuestro protagonista. ¡°No s¨¦ si est¨¢ feo decirlo¡±, se sonr¨ªe el cubano, ¡°pero amo la m¨²sica y amo todos mis discos. Es una magia, algo que tienes dentro y te acaba saliendo por los poros¡±. Esa expresividad contagiosa la descubri¨® de la mano del ilustre clarinetista Paquito D¡¯Rivera, el hombre que acab¨® de curtirle sobre los escenarios. ¡°Ese se?or me dej¨® loco. No solo compone y arregla como nadie, sino que nos ense?¨® a manejarnos ante el p¨²blico, a compartir esa herencia del disfrute que los cubanos llevamos tan dentro¡±.
El propio t¨ªtulo de su ¨²ltimo disco, Y lleg¨® la luz, transmite esa misma positividad imparable con la que Michael ha aprendido a mirar a su alrededor. ¡°Al principio lo iba a denominar El apag¨®n, en alusi¨®n a los constantes cortes de energ¨ªa el¨¦ctrica en mi pa¨ªs, pero mi saxofonista, Ariel Bringuez, me avis¨®: ¡®Compadre, tu m¨²sica es muy luminosa y ese t¨ªtulo no le har¨ªa justicia¡¯. Ten¨ªa raz¨®n. Despu¨¦s de tanta pandemia, quiero que la gente se olvide durante mis conciertos de que tenemos el mundo en candela¡¡±.
?Nostalgia de su pa¨ªs? De pap¨¢ y mam¨¢, don Jos¨¦ Israel y do?a Blasa Rafaela, sin duda. A diario. De la idiosincrasia isle?a, ni un poca. El verbo arrollador del percusionista solo se ralentiza cuando admite las diferencias pol¨ªticas que le enfrentan con sus progenitores, firmes partidarios a¨²n del castrismo y sus herederos. Ella, reci¨¦n jubilada, fue militar de alta graduaci¨®n e inculc¨® a sus hijos (el hermano mayor de Michael se llama Maikel; ah¨ª queda eso) la perseverancia, la rectitud. ?l, abogado de prestigio, se hart¨® de ser ¡°testigo de chanchullos¡± y abandon¨® el oficio para dedicarse a conducir un ciclotaxi por la ciudad. ¡°Quer¨ªa ganarse los pesos con el sudor de su frente. Y de paso, pedaleando loma arriba, se mantiene en muy buena forma a sus 64 a?os¡±, resume el hijo en tono as¨¦ptico.
Cuando los llama, prefieren no hablar del gobierno. Mejor no enardecerse. Y cuando cuelga, Michael Olivera Garc¨ªa regresa al piano que preside el sal¨®n y prueba a seguir componiendo. ¡°?A todas horas! Muchas veces, en calzoncillos. A mi mujer la tengo frita, pero ya me conoce¡±. Y este cubano que habla y vive tan deprisa como un metr¨®nomo desbocado resume, feliz: ¡°Pienso en todo lo que he hecho y a veces no me lo creo¡±.
Michael Olivera & The Cuban Jazz Syndicate act¨²an el domingo 12 a las 19.30 en los Teatros del Canal (c/ Cea Berm¨²dez 1, metro Canal). Entradas, de 9 a 28 euros
Suscr¨ªbete aqu¨ª a nuestra newsletter diaria sobre Madrid.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.