Partido Popular, el musical
Los pr¨®ximos congresos del partido deber¨ªan escenificar las luchas de poder cantando y bailando
En los musicales, en vez de hablar, se canta y, en vez de caminar, se baila. Qu¨¦ pena que la vida no sea un musical. ?Qui¨¦n no disfruta viendo Jesus Christ Superstar, Cats o Los Miserables? Lo que no se entiende es el gusto que le tiene el PP madrile?o al g¨¦nero, ?ser¨¢ el musical de derechas? No, pero es un espect¨¢culo que genera mucho dinero, mucho turismo y poco conflicto, que es como se conceptualiza aqu¨ª esa cosa llamada Cultura que precede a las ca?as.
Ayuso ha reconocido su ambici¨®n: quiere competir con Broadway en la producci¨®n de musicales, una nueva declaraci¨®n en favor de esa competici¨®n cateta en el mercado global de los relatos urbanos. A su llegada, la concejala Andrea Levy tambi¨¦n flip¨® con los musicales, con 10 a?os de retraso, y les rindi¨® pleites¨ªa con una muestra en la Puerta del Sol. Parece que Madrid nunca es suficiente si no es un nuevo SoHo, o un nuevo Broadway, o un nuevo algo, pero nunca un nuevo y mejor Madrid. Cuando Ayuso apuesta por lo aut¨®ctono lo hace en su vertiente m¨¢s carpetovet¨®nica: la tortura p¨²blica de animales o el terracismo radical del precariado, s¨ªmbolo de esta ciudad de emociones low cost.
Nuestras instituciones vecin¨®fobas no parecen muy interesadas en invertir la cultura en hacer a los ciudadanos m¨¢s felices o virtuosos, sino en dar alpiste al turista. Un musical que dura cuatro a?os, como el que propone Nacho Cano en el barrio de Hortaleza, no est¨¢ pensado para la ciudadan¨ªa, sino para atraer a turbas for¨¢neas y darle a la ciudad ese brilli brilli cutre. Ya hay unos especialistas en musical hist¨®rico: el parque Puy du Fou, en Toledo.
Un musical que dura cuatro a?os, como el que propone Nacho Cano en el barrio de Hortaleza, no est¨¢ pensado para la ciudadan¨ªa, sino para atraer a turbas for¨¢neas y darle a la ciudad ese brilli brilli cutre
El musical sobre Hern¨¢n Cort¨¦s salt¨® a luz mediante una pir¨¢mide que ya ha sido descartada. La construcci¨®n proyectada (y el macroparking precolombino) era tan fea que se ve¨ªa fea hasta en esas maquetas infogr¨¢ficas que hacen que una promoci¨®n de vivienda social parezca el Jard¨ªn del Ed¨¦n. M¨¢s que para hacer sacrificios humanos a los dioses, parec¨ªa que sacrificaba el buen gusto (y ciertas peticiones vecinales) al turismo y la finanza. Los que saben se?alaron que la pir¨¢mide no era azteca, sino maya: un anacronismo escenogr¨¢fico.
Estas construcciones posmodernas, que imitan edificios hist¨®ricos en plan cart¨®n piedra, abundan en lugares como Las Vegas. No en vano, David Hatchwell, socio de Cano en esta aventura, fue el empresario que trat¨® de traer Eurovegas, aquella enso?aci¨®n megal¨®mana que promet¨ªa volcar sobre Madrid toneladas de vicio y trabajo basura, como si en Madrid no abundaran ya ambas cosas.
Ya que tanto gusta el musical en el PP, ser¨ªa bien recibido por sus afiliados que sus pr¨®ximos congresos fueran en clave de musical y se escenificasen fren¨¦ticos duelos de baile entre las facciones de Ayuso y Casado o Almeida, como si fueran las marchosas bandas callejeras de West side story.
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