Txetxu Altube, al dictado del coraz¨®n y de las tripas
El cantautor madrile?o recupera su faceta el¨¦ctrica para sacudirse la zozobra de la pandemia y estrena nueva formaci¨®n y repertorio en el Teatro Rialto
Txetxu Altube nunca ha sido de buen dormir, pero ¨²ltimamente descansa peor que mal. Por mucho que demore el encuentro con la cama, no son pocas las veces que se despierta sobresaltado hacia las cuatro de la ma?ana y ya no logra conciliar el sue?o. ¡°La cabeza empieza a funcionar y a darle vueltas a canciones, estribillos, proyectos¡ o alg¨²n que otro problema econ¨®mico. Y no hay manera de pararla. Deben de ser cosas de la edad¡±, asume con un suspiro.
Puede que el calendario nos brinde en bandeja esta confesi¨®n. Estamos a mi¨¦rcoles, a la hora en la que el com¨²n de los mortales aprovecha para comer, y Altube celebra su onom¨¢stica n¨²mero 44 parapetado entre cables, guitarras y dem¨¢s cachivaches en los estudios Black Betty, donde en un par de horas registrar¨¢ en directo sus nuevas canciones ante apenas dos docenas de espectadores. Ser¨¢n solo seis temas ¨CD¨¦j¨¤ vu, Y no sentirme libre, Ed¨¦n, Calado, Al final del verano y Final feliz¨C, que van a ver la luz en vinilo este pr¨®ximo noviembre y vivir¨¢n su puesta de largo el 27 de ese mismo mes en el Teatro Rialto. Pero esa media docena de estrenos bastan para refrendar que la etapa ac¨²stica de Altube, ¨²ltimamente atra¨ªdo por sonidos m¨¢s reposados y las evocaciones irlandesas de flautas y violines, toca a su fin.
¡°Lo he pasado mal durante la temporada del bicho este¡±, se sincera, ¡°y ahora necesitaba soltar la rabia, desahogarme¡±. Le sucedi¨® hace justo un a?o, cuando las incertidumbres arreciaban. Su mente se colaps¨®. No encontraba manera de que le encajaran las piezas, ya fueran familiares, afectivas o del entorno laboral. Y eso que en 2019 hab¨ªa vivido un fichaje de ensue?o cuando recibi¨® la llamada de ?lvaro Urquijo para proponerle su incorporaci¨®n a Los Secretos como el sexto integrante de la banda. Aquello no era una oportunidad o un refrendo a su buen hacer, sino casi una ofrenda del destino. ¡°La primera cinta de casete que me compr¨¦, a¨²n de ni?o, fue Adi¨®s, tristeza. La escuch¨¦ hasta desgastarla, hasta terminar rompi¨¦ndola. Y ahora ten¨ªa la ocasi¨®n de tocar esas canciones¡±.
Pese a los designios de la Diosa Fortuna, como dec¨ªamos, Txetxu Altube se desmoron¨® durante 2020. ?l lo atribuye a su militancia en las filas de los ¡°chicos sensibles¡±, una condici¨®n dolorosa, pero incurable. ¡°No me maldigo ni reniego por ello. Lo contrario ser¨ªa no ser yo mismo¡±, admite. A veces, de cara a terceras personas, puede mostrarse algo m¨¢s fr¨ªo y desentendido, como si las emociones no fueran material de su incumbencia. Pero qu¨¦ va. ¡°Cuando cierro la puerta de casa y me derrumbo, es de verdad. Y si algo me duele, saco la entra?a¡±. Admite que deber¨ªa ir al psic¨®logo, que antes o despu¨¦s habr¨¢ de dar ese paso. Mientras tanto, escribe canciones. Y a menudo se le notan la catarsis o las heridas que supuran.
Es ese un oficio en el que acredita sus buenos 23 a?os de experiencia, aunque puede que muchos aficionados no sean muy conscientes de esta longevidad art¨ªstica. A menudo se ha sentido a un paso de la eclosi¨®n, de ese salto a la divisi¨®n de honor del gran p¨²blico, pero por ahora sigue jugando en la liga de los autores de culto, esos que solo llegan a o¨ªdos de una minor¨ªa te¨®ricamente refinada y cualificada. Al principio se impacientaba, como con todo. Ahora lo asume con m¨¢s deportividad que resignaci¨®n. ¡°Con mi grupo, Los Madison, atraves¨¢bamos un buen momento cuando grabamos el disco en directo en los Teatros del Canal [2013], pero muchas movidas internas acabaron con nosotros. Terminamos indigestados. A d¨ªa de hoy, durante esta etapa ya en solitario, me siento orgulloso de haber obtenido un cierto respeto en la profesi¨®n y el refrendo de Los Secretos. Ya con eso es suficiente¡±.
¡ª?Seguro? ?No aspira a una mayor relevancia?
¡ªS¨ª, pero en este pa¨ªs no basta con hacer buenas canciones para llegar lejos. Yo cada vez creo m¨¢s en mi propio trabajo, pero vivimos tiempos en que obtienen repercusi¨®n aut¨¦nticas mierdas. Y contra eso no puedes luchar. Cualquiera que frecuente los conciertos del Libertad 8 descubrir¨¢ a gente de much¨ªsimo talento a la que nunca le va a pasar nada¡
Vecino de Usera
Altube, hijo de vizca¨ªno y forofo incondicional del Athletic de Bilbao, es ahora vecino de Usera, pero creci¨® en el Parque de las Avenidas: un rinc¨®n amable, pero con poco pedigr¨ª. ¡°M¨¢s all¨¢ del Rowland, el bar que frecuentaban los Hombres G, es un barrio de militares y jueces, con poca implicaci¨®n vecinal¡±, admite. No importaba: ser el peque?o de tres hermanos le permit¨ªa acceder a las colecciones discogr¨¢ficas que iban forj¨¢ndose Nacho (51 a?os) y Carlos, de 48 a?os y bajista en su actual banda. La semilla estuvo ah¨ª, desde siempre, igual que el amor por Bruce Springsteen o Tom Petty. Y aunque quiso compaginar la m¨²sica con un trabajo m¨¢s normal, las guitarras terminaron ganando la partida.
Los acontecimientos se precipitaron en 2009, cuando Txetxu apenas hab¨ªa estrenado la treintena. Miguel R¨ªos buscaba a un segundo cantante y guitarrista para su gira Memorias de la carretera y, por mediaci¨®n del productor Jos¨¦ Nortes, le escogi¨® a ¨¦l. Y Altube decidi¨® solicitar en su empresa que le preparasen el finiquito. ¡°Trabajaba como comercial en Gedesco¡±, revela, ¡°la financiera que ahora se anuncia en las camisetas del Levante. Llegaba a grabar a La Caba?a, el estudio de Nortes por aquel entonces, con el traje puesto. No recuerdo ni una sola cosa divertida de aquella etapa¡±. M¨¢s a¨²n en aquellos momentos en que la crisis comenzaba a ense?ar sus garras. ¡°Ves de cerca muchos dramas, gente con el agua al cuello que te demanda una soluci¨®n¡±.
Sab¨ªa que abandonar esa ocupaci¨®n y fiarlo todo a la m¨²sica le condenaba a la incertidumbre, a periodos de cinturones apretados y vacaciones inviables. Pero no lo lamenta. Tiene nuevas canciones, las que le han dictado el coraz¨®n y las tripas, y eso le compensa cualquier sinsabor. En el teatro de la Gran V¨ªa podr¨¢ comprobar en poco m¨¢s de un mes c¨®mo reacciona la afici¨®n a su nuevo sonido, pero ¨¦l ya se siente remontando su gran bache an¨ªmico de 2020. Y con la sensibilidad, como siempre, a flor de piel.
El restringid¨ªsimo p¨²blico est¨¢ a punto de aterrizar para la grabaci¨®n en Black Betty y ¨¦l quiere picotear cualquier cosa en su restaurante peruano favorito, pero antes formula una confesi¨®n final. ¡°?ltimamente me jode mucho la falta de empat¨ªa, esa incapacidad para ponernos en el lugar del que tienes enfrente. Me espanta la corrupci¨®n y me horroriza la pederastia, todav¨ªa m¨¢s deleznable si proviene de c¨ªrculos cat¨®licos. Antes no pensaba tanto en las injusticias flagrantes, pero ahora me llevan los demonios. Todav¨ªa no he llegado a escribir sobre estos asuntos m¨¢s sociales, pero seguramente deber¨ªa ir abriendo un poco la puerta¡±. Y los desvelos presentes de un insomne, ya se sabe, pueden convertirse en canciones futuras.
Suscr¨ªbete aqu¨ª a nuestra newsletter diaria sobre Madrid.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.