La Polic¨ªa abate a tiros a un hombre que amenazaba a los viandantes en Madrid: ¡°?Hay un hombre con un cuchillo en la puerta!¡±
Un individuo de 44 a?os muere por disparos de los agentes despu¨¦s de pasearse por Villaverde con un arma en la mano y quedarse a las puertas de un centro de salud
Una auxiliar sanitaria estaba pendiente en la ma?ana de este viernes de los pacientes que deb¨ªan acudir al centro de salud de San Crist¨®bal de los ?ngeles, en el distrito de Villaverde de Madrid, para recibir sus vacunas. A eso de las diez, una vecina ha entrado en las instalaciones gritando: ¡°?Cerrad! ?Hay uno con un cuchillo en la puerta!¡±. La auxiliar comprob¨® que era cierto: ¡°Estaba ah¨ª parado, en la rampa, como balanceando el cuchillo de un lado para otro. No lleg¨® a acceder¡±. Inmediatamente, las puertas del ambulatorio han quedado blindadas, as¨ª que ¨¦l ha seguido su periplo, rodeando el edificio. Al mismo tiempo, varios polic¨ªas hab¨ªan llegado ya al lugar, alertados por varias llamadas de quienes hab¨ªan visto al individuo del cuchillo en su recorrido por el barrio. Tras un breve enfrentamiento con los agentes, el hombre, cuya identidad no ha trascendido, ha sido abatido a tiros por la polic¨ªa, entre un coche y un contenedor.
De ¨¦l solo se sabe que era ghan¨¦s, indigente, que ten¨ªa 44 a?os y antecedentes policiales por haberse enfrentado a la polic¨ªa en otras ocasiones. Algunos testigos explican que iba vestido con una camiseta de manga corta y pantalones y zapatillas rotas y que hab¨ªa amenazado a algunos viandantes con el arma. Uno de los agentes que ha tratado de detenerle ha resultado herido en una mano. Fuentes policiales indican que el fallecido intent¨® atacar al polic¨ªa herido en la zona del coraz¨®n y que fue en ese momento cuando el agente utiliz¨® el arma. Despu¨¦s de ¨¦l, algunos de sus compa?eros tambi¨¦n dispararon.
Cuando el hombre del cuchillo lleg¨® hasta la plaza en la que se ubica el ambulatorio, en la que hay un parque infantil, una de las empleadas de la limpieza, que prefiere no dar su nombre, sal¨ªa por la puerta de atr¨¢s del centro sanitario a sacar la basura. Al regresar, se ha encontrado el tiroteo. ¡°Estaba ah¨ª, gritando cosas y moviendo el cuchillo. Yo me he puesto a llorar y me he metido corriendo¡±, cuenta esta mujer menuda, que dos horas despu¨¦s de la experiencia segu¨ªa ba?ada en l¨¢grimas.
A su lado, otra compa?era con cola de caballo anudada con un lazo la consolaba. ¡°Mi coche es contra el que se ha dado el polic¨ªa que trataba de reducirlo y tambi¨¦n ha recibido un disparo¡±, explica. ¡°Lo dejo siempre en esa calle cuando entro a trabajar a las siete y media¡±. En cuanto han levantado el cord¨®n policial, la mujer ha ido a contemplar el impacto de bala en el maletero de su Mazda rojo. Al otro lado de los contenedores, un BMW gris tambi¨¦n ha sufrido da?os en las dos lunas delanteras.
Disparos y gritos
En esos minutos en los que la mujer sal¨ªa a sacar la basura, una bala impactaba en el coche y fallec¨ªa el hombre amenazante; otro vecino, que estaba d¨¢ndole el biber¨®n a su beb¨¦, escuchaba los disparos y los gritos por la ventana. Solo ha podido asomarse al final, porque todo ha sido muy r¨¢pido. Este residente en la zona, que pide no publicar su nombre, muestra un v¨ªdeo en el m¨®vil, realizado desde su ventana. Son los miembros del Samur intentando reanimar al hombre abatido. En la grabaci¨®n se ve a cuatro sanitarios encima de la v¨ªctima, uno de ellos le realiza la reanimaci¨®n cardiopulmonar con todas sus fuerzas, pero no lo consigue. Los sanitarios solo han podido certificar la muerte. ¡°Yo ya hab¨ªa tenido problemas con ¨¦l hace un mes, en mi negocio, se puso a montar l¨ªo¡±, asegura el testigo de la ventana. ¡°Vi al polic¨ªa que dispar¨®, cuando pas¨® todo se qued¨® como un poco afectado¡±, relata.
Durante las tres horas en las que la calle ha estado acordonada, mientras la Polic¨ªa Cient¨ªfica recopilaba pruebas, se han ido arremolinando en los alrededores residentes de la zona. Unos gritaban contra la polic¨ªa, otros defend¨ªan la actuaci¨®n de los agentes. La mayor¨ªa estaba ah¨ª para echar un ojo y preguntar qu¨¦ hab¨ªa pasado. ¡°Vaya imagen se va a llevar del barrio la gente que vea esto por la tele¡±, comentaba una de las curiosas.
Cuando han cortado las tiras de pl¨¢stico del cord¨®n policial y han vuelto a permitir el acceso a la calle donde ha ocurrido todo, una veintena de estos vecinos se ha acercado a ver el punto exacto en el que el hombre del cuchillo hab¨ªa muerto. All¨ª estaban los coches con los impactos de bala, un guante azul que hab¨ªan dejado en el suelo los sanitarios de Samur y los c¨ªrculos de tiza en la calzada, all¨ª donde estaban antes los casquillos. Tambi¨¦n un peque?o charco de sangre ya seca, sobre el asfalto. En la fachada de enfrente, de color gris, por las peque?as ventanitas se asomaban muchos de los vecinos del bloque. Otros, tomaban fotos de la sangre y los orificios de bala en los veh¨ªculos.
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