Paz Court, la dulce diva chilena que evolucion¨® a volc¨¢n
La heredera de Violeta Parra o Chavela Vargas en clave electr¨®nica pisa por vez primera los escenarios espa?oles buscando la belleza en los pliegues del dolor
La fuerza no es solo una magnitud f¨ªsica. Es tambi¨¦n, aunque a los esp¨ªritus cient¨ªficos les reconforte menos, una carta del tarot. M¨¢s en concreto, la que acaso mejor represente a Paz Court. Esta cantante chilena de 36 a?os, natural de Linares y afincada desde hace un par de oto?os en Ciudad de M¨¦xico, sinti¨® en su interior una energ¨ªa visceral, casi magm¨¢tica, cuando comenzaba a escribir canciones para un nuevo disco. Era conocida y admirada en su pa¨ªs por sus hechuras refinadas y jazz¨ªsticas, por los arreglos para peque?a orquesta de metales y esa fascinaci¨®n por los modos y maneras de las grandes divas cl¨¢sicas de Hollywood, aquellas mujeronas de los a?os cuarenta y cincuenta que ejerc¨ªan un magnetismo instant¨¢neo. Pero se percat¨® de que en este momento necesitaba adentrarse en el lado oscuro, clavarle los ojos a sus propios fantasmas. Y plantarle cara a los miedos, a la furia, al dolor.
El ¨¢lbum resultante solo pod¨ªa llamarse de una manera: La fuerza. Mar¨ªa Paz Court Mesa es mujer dulce y afable, de discurso calmoso y hermosa mirada hipn¨®tica. Pero, como en el impredecible estallido de un volc¨¢n, toda esa lava incandescente que bull¨ªa en su interior ha acabado desparram¨¢ndose. Al principio fue una sola canci¨®n, La noche oscura, que le pill¨® con el paso cambiado hasta a ella misma. Luego llegar¨ªan muchas m¨¢s, ya como una erupci¨®n desbocada. En la busca de asideros, desconcertada con sus propios impulsos, suerte que encontr¨® dos: la compatriota Violeta Parra, ¡°capaz de conjugar poes¨ªa y profundidad con una sencillez en bruto¡±, y su ahora casi paisana Chavela Vargas, La Chamana, en la que se interes¨® hasta las ¨²ltimas consecuencias a partir del documental Chavela. ¡°Me qued¨¦ muy tocada por su relaci¨®n con la oscuridad, esa manera suya de volcar el coraz¨®n y la vida entera en la disecci¨®n de la pena, el sufrimiento y el despecho. Y ah¨ª se me abri¨® una ventana¡±.
La pl¨¢tica transcurre en un caf¨¦ modernuqui a un paso de Lavapi¨¦s, el barrio que ha escogido para alojarse con motivo de la primera actuaci¨®n en suelo espa?ol de toda su vida, este jueves en la sala Fun House. Le han servido una de esas tazas virtuosas en las que la capa superior de espuma adquiere silueta de corazoncito hasta que la cucharilla lo deshace, cual pu?alada, con el primer giro. Parece una met¨¢fora de su momento vital y art¨ªstico, una vez que ha ahondado en su interior para reformular los v¨ªnculos con los sabores amargos, sean los de las penas o el del grano robusto.
V¨¦rtigo y excitaci¨®n
Es un proceso que le provoc¨® no poco v¨¦rtigo, pero tambi¨¦n excitaci¨®n. ¡°Me siento muy bien en estos zapatos. La transformaci¨®n es mi manera de sentirme viva. Otros artistas aplican el criterio de darle a la gente lo que quiere escuchar, pero no eso no es lo m¨ªo. Me encantar¨ªa llegar a vieja innovando. Hay lugares infinitos a los que dirigirse, y ser¨ªa una l¨¢stima desaprovechar la oportunidad de explorarlos¡±, explica.
La portada de La fuerza muestra a Court envuelta en una t¨²nica de rojo abrasador y retratada al pie del Popocat¨¦petl, la monta?a mexicana que, hermanada con su vecina Iztacc¨ªhuatl, constituye uno de los ejes neovolc¨¢nicos m¨¢s poderosos del planeta. Y la cinta del cuatro venezolano que la acompa?a, su instrumento fetiche, aporta sutiles nuevas pistas sobre la personalidad de esta chilena. La ha decorado con las cartas que en la loter¨ªa mexicana representan a la sirena, el coraz¨®n, la luna, el diablo y la muerte, ¡°mis s¨ªmbolos particulares para el canto m¨¢gico, la pasi¨®n, las emociones, las tentaciones y la transformaci¨®n¡±.
Lleva un tiempo ¡ªquiz¨¢ desde que desembarc¨® en M¨¦xico con Nicol¨¢s, su pareja, y Elvis, su perro salchicha¡ª que no quiere pensar en el futuro, tal vez como la ¨²nica manera de vivir un poco tranquila. ¡°Muchas cosas que est¨¢n sucediendo son aterradoras¡±, resopla. ¡°Por eso me atrap¨® la relaci¨®n de los mexicanos con la parca, esa obsesi¨®n suya por los cr¨¢neos que puedes desentra?ar en el Museo de Antropolog¨ªa. La muerte est¨¢ ah¨ª; ese d¨ªa va a llegar. Mientras tanto, vivamos y celebremos la vida, con todo su color y sabor, con todo su picante y exuberancia. Como la misma gastronom¨ªa¡±.
Aunque todav¨ªa le perturbe recordarlo, Paz Court descubri¨® que la muerte estaba ah¨ª a una edad escandalosamente temprana. Ten¨ªa cinco a?os y medio la noche en que, mientras descansaba tumbada en los asientos traseros, su abuelo materno se adormil¨® al volante, empotr¨® el auto contra un cami¨®n y perdi¨® la vida. La ni?a Paz pas¨® muchos d¨ªas en el hospital, con varios huesos quebrados y magulladuras por todo el cuerpo. Pero hay heridas para las que no hay cura, ni siquiera tres d¨¦cadas m¨¢s tarde. El rostro galante del ilustre don Manuel Francisco Mesa, gobernador de Linares, abogado, poeta y distinguido miembro de la Academia Chilena de la Lengua el d¨ªa de su muerte, se le aparece a menudo en la memoria. Igual que tantos helados veraniegos en la plaza del pueblo a los que era invitada por la yaya, madre de su madre y de otros 11 chiquillos.
A¨²n hoy es el d¨ªa en que Paz ve en Carmen Latorre la mayor de sus influencias. ¡°Tiene 94 a?os y lo peor de habernos mudado a M¨¦xico es vivir lejos de ella¡±, murmura. ¡°Sus fiestas eran memorables. Nos juntaba a los 50 primos y organizaba concursos de dibujos o de memorizaci¨®n de poemas del abuelo. Mi vena art¨ªstica provendr¨¢, seguramente, de todo aquello. Igual que mi amor por las divas: en la actualidad sigue escuchando tangos y se pone linda cada vez que quieren hacerle unas fotos¡±.
Ella tambi¨¦n ha escogido una chaqueta de intenso azul el¨¦ctrico y un maquillaje flamante para ser retratada por las calles de Madrid, una sesi¨®n que resuelve con el desparpajo de quien cultiva un alma teatral y acumula muchas, much¨ªsimas horas de vuelo en los escenarios, aunque por Espa?a a¨²n no conoci¨¦ramos su presente fusi¨®n de folclore, m¨²sica electr¨®nica y una pizca de rock. Conf¨ªa en que las im¨¢genes lleguen hasta los ojos de S¨ªlvia P¨¦rez Cruz, la artista espa?ola que m¨¢s admira, la que presiente como alma gemela a este lado del Atl¨¢ntico. No se conocen ni tienen amigos en com¨²n, pero apuesta a que sus caminos acabar¨¢n confluyendo. Y de intuiciones, tarot al margen, sabe un rato. ¡°Siempre me he sentido del lado de la espiritualidad y no tanto de la ciencia¡±, remacha. ¡°Mi manera de hacer arte es as¨ª, m¨¢s a trav¨¦s de corazonadas que desde el pensamiento¡±.
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