Vender tu alma al diablo
El infierno est¨¢ lleno de buenas intenciones, me dec¨ªan de peque?a, pero es que en este caso hasta dudo que hubiera buenas intenciones, solo se buscaba el postureo progre
Lo que m¨¢s me entristece a la hora de ponerme a escribir este art¨ªculo es saber de antemano que muchas personas usar¨¢n las redes sociales para insultarnos a m¨ª y a mi partido. S¨ª, he dicho insultar, no criticar ni polemizar. Vivimos tiempos de turbas medi¨¢ticas que recorren la red con antorchas, gritando y crey¨¦ndose verdugos.
Pero, bueno, vayamos al tema.
En un sistema democr¨¢tico, la teor¨ªa pol¨ªtica nos dice que existen l¨ªneas, no siempre de color rojo, que establecen los l¨ªmites de cada ideolog¨ªa. Las distintas sensibilidades encajan unas con otras como piezas de puzle. A veces, hay que pasar un buen rato para encontrar la pieza acertada; en otras ocasiones, cuando te queda poco para acabar, falta una pu?etera ficha, y est¨¢s a punto de rendirte cuando aparece en ese lugar en el que has mirado antes mil veces. El sistema democr¨¢tico, que tenemos la obligaci¨®n de cuidar a diario, nos permite enfrentarnos dial¨¦cticamente a los otros sin llegar a las manos, nos permite eso y algo mucho mejor: propiciar acuerdos entre opciones pol¨ªticas distintas. La democracia se sustenta en un principio fundamental: siempre ser¨¢ m¨¢s lo que nos une que lo que nos separa. Por eso me gusta tanto una frase que Ortega y Gasset aplicaba a la moral: ¡°La rigidez es caracter¨ªstica de los cad¨¢veres¡±.
Sin embargo, para que esta virtud pol¨ªtica, porque virtud es llegar a entenderse con ¡°ellos¡± y no solo con ¡°nosotros¡±, se materialice han de cumplirse al menos dos requisitos. El primero de ellos es que lo que se proponga tenga como finalidad mejorar la vida de los ciudadanos. El segundo, que ambas partes se respeten. Las partes del pacto son iguales. Y ahora es cuando hago el giro final, que enfadar¨¢ a unos y a otros, para aplicar lo que acabo de decir al ayuntamiento de Madrid.
Por un lado, tenemos un tr¨ªo de desertores que demuestra su clara determinaci¨®n por seguir siendo concejales a pesar de todo, contra viento y marea. No quieren recuperar nada, lo que no quieren es perder lo que tienen. Doy fe de que el poder, como cualquier droga, resulta adictivo, pero de todo se sale. La falta de responsabilidad pol¨ªtica les ha llevado a usar como moneda de cambio ciertos asuntos que les trascend¨ªan. El infierno est¨¢ lleno de buenas intenciones, me dec¨ªan de peque?a, pero es que en este caso hasta dudo que hubiera buenas intenciones, solo se buscaba el postureo progre. Y, por otro lado, tenemos a nuestro alcalde a tiempo parcial, paradigma de la derecha m¨¢s cl¨¢sica. Almeida no oculta su desprecio hacia aquellos con quienes ha llegado a un acuerdo presupuestario, Roma s¨ª paga a traidores.
Algo falla cuando unos venden su alma al diablo por continuar en Cibeles. Algo falla cuando el diablo compra esas almas y las desprecia.
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