La noche del terror en las urgencias extrahospitalarias de Madrid: ¡°?Un celador y tres enfermeros? Mucha suerte con lo que os viene¡±
Durante la pasada noche de Halloween, 26 de los 80 Centros Sanitarios 24 horas de la Comunidad de Madrid funcionaron sin un m¨¦dico en el dispositivo, y 12 de ellos ni siquiera pudieron abrir
¡°Hola, buenas tardes. Soy enfermero PAC [Punto de atenci¨®n continuada] en el Centro de Salud Federica Montseny de Vallecas. Llamo para comunicarle que no hay ni m¨¦dico ni celador en el servicio de urgencias extrahospitalarias. Estoy solo¡±. El que habla es un enfermero, de 43 a?os, que corre por los pasillos del Centro Sanitario 24 horas (como se llama ahora a los antiguos PAC) Federica Montseny como pollo sin cabeza. Acaba de notificar a la direcci¨®n asistencial del Sureste y al 112 que necesita la presencia de un m¨¦dico en el centro. En 10 minutos le han prometido una respuesta.
El 24 de octubre le lleg¨® un correo corporativo indic¨¢ndole que hasta nueva orden deber¨ªa abandonar su puesto en el centro de salud de Perales del R¨ªo e incorporarse al Montseny de Vallecas. La noche de Halloween es su primera jornada de servicio en su nuevo destino. No conoce a nadie, no ve a nadie, no puede hablar con nadie porque no hay nadie. La noche anterior se acerc¨® hasta el lugar para presentarse ante los compa?eros, pero ahora no queda ni rastro de ellos. Son las cinco de la tarde, la puerta de urgencias ya est¨¢ abierta y ¨¦l, por no saber, no sabe ni d¨®nde est¨¢n los interruptores para encender la luz. ¡°No tengo ni idea de qui¨¦nes son mis compa?eros, el m¨¦dico no aparece, no s¨¦ ni c¨®mo se llama. Tampoco hay un coordinador. ?C¨®mo va a abrir un enfermero solo un servicio de urgencias? ?Estamos locos?¡±, se pregunta. Durante una peque?a pausa para reflexionar, se da cuenta de que ni siquiera lleva puesto el uniforme. Nervioso, se mete en la salita que el centro tiene habilitada para los descansos de los profesionales y rebusca entre las dos bolsas de pl¨¢stico que ha tra¨ªdo de su casa para localizar el atuendo. Ya vestido, se dirige a la sala de urgencias e inspecciona entre los aparatos que llevan tres a?os apagados, el tiempo que han estado cerradas y sin uso las instalaciones, para familiarizarse lo antes posible con todo. Tardar¨¢ apenas dos minutos en percatarse de que el aparataje imprescindible no est¨¢ completo: ¡°?Y el electrocardi¨®grafo?¡±, se pregunta en voz alta.
La respuesta la encontrar¨¢ a un metro de ¨¦l, detr¨¢s de una mampara, en una caja de cart¨®n a medio abrir que hay tirada en el suelo. ¡°?Joder! Pero si lo primero que se le hace a un paciente con determinada sintomatolog¨ªa de coraz¨®n es hacerle un electro. M¨ªnimo hacen falta dos personas para atender a alguien en parada respiratoria¡±, se lamenta ante el aparato desmontado.
El enfermero, que acumula 15 a?os de profesi¨®n, tres de ellos en el Reino Unido y en Australia, se siente ¡°totalmente perdido¡±. No hay ning¨²n inventario con el material disponible. Abre los armarios, los cajones, los estuches, comprueba la fecha de caducidad de los parches del desfibrilador semiautom¨¢tico y se da cuenta de que la b¨¢scula para los ni?os est¨¢ descalibrada. ¡°La mont¨® el m¨¦dico de ayer con su propia llave Allen, pero obviamente no sabr¨¢ calibrarla, para eso est¨¢n los electrom¨¦dicos. Por aqu¨ª no ha aparecido nadie¡±, asegura. En medio del silencio del centro, que parece un lugar fantasma, una ligera bolsa de basura se desliza por el cubo. El ruido, que en condiciones normales ser¨ªa imperceptible, alerta a Rub¨¦n haci¨¦ndole creer que llaman a la puerta. Al comprobar que no es as¨ª, respira aliviado y se sienta frente al ordenador para localizar la agenda de los pacientes.
¡ªSi viene alguien, ?Qu¨¦ haces?
¡ªEmpezar a sudar¡ª, responde.
Ante la falta de un m¨¦dico en el servicio de urgencias, los enfermeros apenas tienen margen de maniobra para atender a los pacientes. No pueden diagnosticar ni prescribir a nadie. ¡°Me limitar¨¦ a derivar a la gente al hospital m¨¢s cercano, el Infanta Leonor. Eso y rezar para que nadie se enfade m¨¢s de la cuenta. En cuanto dejes entrar al paciente ya eres responsable, y mi formaci¨®n no es la de m¨¦dico, no puedo jug¨¢rmela¡±, explica. Unos 50 minutos despu¨¦s de la llamada prometida, el m¨®vil del enfermero se ilumina en el interior de su bolsillo verde. Le anuncian que nadie va a acudir al Federica Montseny esta noche y que ser¨¢ ¨¦l quien deba trasladarse al Centro de Salud ?ngela Uriarte, donde tampoco hay m¨¦dico, pero s¨ª un celador y dos enfermeras m¨¢s.
Seg¨²n la ¨²ltima reuni¨®n celebrada de urgencia el lunes 31 por la ma?ana entre la administraci¨®n y la comisi¨®n de seguimiento de negociaci¨®n (formada por los sindicatos Satse, CC OO, CSIT UP y UGT) de la reordenaci¨®n de las urgencias extrahospitalarias, se comprometen a ¡°asegurar que los centros deben contar con los tres profesionales: celador, enfermera y m¨¦dico¡±. De no poder cumplirse con esta condici¨®n, el Punto de Atenci¨®n Continuada [la antigua nomenclatura del Centro Sanitario 24 horas] deber¨¢ cerrarse. En total, 26 de los 80 puntos han operado sin la presencia de un m¨¦dico durante la madrugada del 1 de noviembre, y 12 m¨¢s permanecieron cerrados, seg¨²n un registro llevado a cabo por la Plataforma SAR.
Antes de echar el cierre y tratar de averiguar d¨®nde est¨¢ el contador para apagar las luces, un chico joven que trabaja en el centro de salud aparece por los pasillos de urgencias. ¡°Hola, ?ten¨¦is metalgial para ni?os?¡±, pregunta. El enfermero mira a su alrededor como buscando respuestas. ¡°No tengo ni idea¡±, responde. Ambos remueven las cajas con medicamentos sin fortuna y el chico se marcha resignado.
Como no ha tra¨ªdo el coche, deber¨¢ caminar durante media hora hasta llegar al ?ngela Uriarte. All¨ª le espera una enfermera del Summa 112 a la que han trasladado desde el Hospital Isabel Zendal hasta este PAC de Vallecas, ¡°a la fuerza¡± y ¡°bajo amenaza de sanci¨®n de empleo y sueldo en caso de negarse¡±. Ella, a las cinco de la tarde, estaba viviendo la misma escena que su compa?ero unas pocas manzanas m¨¢s al sur. ¡°He llegado y aqu¨ª no hab¨ªa ni perry. He llamado al tel¨¦fono de incidencias y en 40 minutos no me lo ha cogido nadie. El responsable del ¨¢rea del sureste tambi¨¦n ha tardado en contestar y me he negado abrir el centro porque estaba sola¡±, cuenta ella. ¡°He hecho una incidencia al jefe de la guardia del Summa, que es el responsable de toda urgencia hospitalaria y extrahospitalaria de la Comunidad de Madrid, y ni se ha puesto al tel¨¦fono¡±, prosigue. ¡°Me han obligado a abrir el dispositivo sin m¨¦dico por una orden verbal, no escrita como he solicitado para que quede constancia en caso de que surja cualquier problema¡±, finaliza.
El desconcierto en el ?ngela Uriarte es total. El enfermero del Federica Montseny, la enfermera del Isabel Zendal, el celador, otra enfermera tambi¨¦n trasladada de urgencia, todos bajo una bombilla semifundida que parpadea, intentan averiguar d¨®nde est¨¢n los programas del ordenador de la recepci¨®n para estar listos en caso de que llegue alguien. Por la puerta que comunica con el centro de salud aparece un hombre corpulento vestido con el uniforme de agente de seguridad. ¡°?Qui¨¦n se queda aqu¨ª esta noche conmigo?¡±, pregunta. ¡°Los cuatro¡±, contesta el celador. ¡°?Un celador y tres enfermeros? Mucha suerte con lo que os viene¡±, les desea.
El primer paciente
La calle es un desfile de m¨¢scaras y disfraces de terror por la noche de Halloween. Dentro del centro se teme la llegada del primer paciente, que no se demorar¨¢ demasiado. A las 21.13 horas, una pareja de padres j¨®venes con el hijo en brazos llega corriendo hasta la entrada. Las miradas se dirigen al peque?o, pero el padre, de unos 20 a?os, deja su DNI encima del mostrador y corre hacia el ba?o para arrodillarse frente al retrete e intentar vomitar. Los enfermeros impiden que cierre la puerta y lo trasladan a una camilla. Por alg¨²n tipo de indigesti¨®n, este paciente sufre ardores en la tripa, adem¨¢s de diarrea y haber escupido sangre varias veces. ¡°?No puedo m¨¢s!¡±, exclama mientras su pareja espera en el pasillo. Cuando se ha podido tranquilizar, le anuncian: ¡°Aqu¨ª no podemos atenderte, no hay m¨¦dico. Necesitas ir al hospital. Si no tienes coche, trata de buscar un taxi y te vas lo antes posible¡±. La pareja se marcha sin entender nada y sin saber qu¨¦ hacer.
Desde ese momento, la puerta, donde puede leerse un peque?o cartel que indica ¡°no hay m¨¦dico¡±, no dejar¨¢ de abrirse y cerrarse. Algunos vienen por problemas respiratorios, dolor de est¨®mago, afon¨ªa... Ninguno encaja bien la noticia de que ah¨ª no podr¨¢ ser atendido y en las caras de los enfermeros se puede comprobar el miedo a que alguno pueda resultar violento y les agreda como le sucedi¨® a Guadalupe Pajares, m¨¦dica en el centro sanitario 24 horas de Guadarrama. ¡°?C¨®mo que aqu¨ª tampoco se me atiende? ?Vengo desde el Federica Montseny que est¨¢ cerrado y ahora me tengo que ir al hospital? Necesito un justificante para el trabajo. Esto es una mierda, joder¡±, les increpa un hombre visiblemente enfadado.
Alba Pastor, de 24 a?os, ha dejado a su padre solo y enfermo en casa porque necesita sus antidepresivos y ansiol¨ªticos. En su tel¨¦fono m¨®vil tiene el registro de las ocho llamadas que ha realizado al centro de salud Alcal¨¢ de Guada¨ªra sin que le hayan dado una respuesta. En el 062 le han recomendado que acuda al ?ngela Uriarte, la ¨²ltima de sus esperanzas. La joven, tatuadora de profesi¨®n, se apoya en el mostrador con la tarjeta sanitaria y agarra la mano del enfermero, que est¨¢ al otro lado.
¡ªNecesito que me vea un m¨¦dico para poder recetarme la medicaci¨®n. Tengo depresi¨®n y me han advertido de que me puede pasar algo si dejo de medicarme. Tengo miedo¡ ¡ªexplica Alba.
¡ªAhora mismo solo estamos un celador y tres enfermeros, no hay nadie que pueda meterte en tu historial la pastilla para que la saques de la farmacia¡ª, le dice uno de los enfermeros.
¡ª?Y qu¨¦ hago?
¡ªNo sabemos decirte, Alba. Nosotros tampoco tenemos ni idea de d¨®nde hay un centro de salud con un m¨¦dico. La ¨²nica opci¨®n es ir a un hospital y esperar que te atiendan
¡ª?A un hospital?
¡ªS¨ª, cari?o. Vete lo antes posible¡ª, le dice la enfermera del Zendal.
¡ªGracias, chicos. Solo quiero llorar¡¡ª, se despide Alba.
Una vez finalizado el turno, a las ocho de la ma?ana del martes 1 de noviembre, ser¨¢ el turno de los voluntarios, por tratarse de d¨ªa festivo. Llegar¨¢n dos enfermeros. Ning¨²n m¨¦dico.
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