No hay comparaci¨®n
Como nicarag¨¹ense que he debido dejar mi pa¨ªs y establecerme en Espa?a para proteger mi libertad e integridad f¨ªsica, soy buen testigo de la abismal diferencia entre el Gobierno de Ortega y el de Pedro S¨¢nchez
Me ha dejado pasmada la comparaci¨®n que ha hecho Isabel D¨ªaz Ayuso al afirmar que el actuar del Gobierno de Pedro S¨¢nchez se asemeja al de Daniel Ortega en Nicaragua.
No puede explicarse una comparaci¨®n semejante m¨¢s que por desconocimiento de la Sra. Ayuso de la gravedad de lo que ha sucedido y viene sucediendo en Nicaragua desde 2018. Como nicarag¨¹ense que he debido dejar mi pa¨ªs y establecerme en Espa?a para proteger mi libertad e integridad f¨ªsica, soy buen testigo de la abismal diferencia entre el gobierno de Ortega y el de Pedro S¨¢nchez.
Hace unas semanas, en Nicaragua, se llev¨® a cabo la m¨¢s reciente redada de figuras de la oposici¨®n. Dos de ellas lograron salir del pa¨ªs por puntos ciegos. Al no encontrarlos en sus casas, la polic¨ªa se llev¨® a la c¨¢rcel al hijo de una de ellas y a la esposa, hija y yerno de otro, familiares inocentes que acus¨® arbitrariamente y mantiene detenidos como cruel represalia contra los que lograron ponerse a salvo. Tomar como rehenes a familiares no se vio en mi pa¨ªs ni siquiera en tiempos de la dictadura de Anastasio Somoza. Y es que, el sistema jur¨ªdico ha sido sustituido por la voluntad de Ortega y su esposa, due?os absolutos de un poder que solo se sostiene por las armas de un ej¨¦rcito y una polic¨ªa que han pasado a ser guardia pretoriana de esta pareja de dictadores. No veo yo en qu¨¦ manera se puede comparar esa tiran¨ªa con el actual gobierno de Espa?a.
Mientras aqu¨ª nos enteramos por los medios de los debates pol¨ªticos y observamos una democracia en funciones, con liderazgos sometidos al escrutinio de la prensa y la ciudadan¨ªa, en Nicaragua la censura que elimin¨® y confisc¨® a la totalidad de la prensa independiente, ahora en el exilio, silenci¨® tambi¨¦n el ¨²nico espacio de cr¨ªtica restante: los p¨²lpitos. Los sacerdotes cr¨ªticos, o han sido expulsados del pa¨ªs, o no se les permite volver, o se les encarcela. El obispo que rehusaba callar sus se?alamientos, el m¨¢s respetado y querido, Monse?or Rolando ?lvarez de Matagalpa, lleva m¨¢s de dos meses sometido a lo que eufem¨ªsticamente han llamado ¡°resguardo domiciliar¡±, que es no es m¨¢s que casa por c¨¢rcel. Nada se sabe de ¨¦l.
Cierto que la Sra. Ayuso est¨¢ enterada de que, desde junio de 2021, Ortega mantiene encarceladas a todas las figuras visibles de la oposici¨®n, incluyendo los siete que fueran aspirantes a la presidencia. Lo que quiz¨¢s ignore es que estos cuarenta y cinco miembros destacados de la sociedad, entre los que se cuentan periodistas, empresarios, y l¨ªderes pol¨ªticos, no solo llevan ya m¨¢s de quinientos d¨ªas de prisi¨®n, sino que el r¨¦gimen carcelario al que est¨¢n sometidos pretende destruir su integridad f¨ªsica y mental. Estas personas est¨¢n aisladas, en celdas de castigo, con luz u oscuridad todo el d¨ªa, con una alimentaci¨®n apenas de supervivencia, sin derecho a un libro, a un papel o un l¨¢piz. Las visitas familiares, que por ley deb¨ªan ser al menos cada mes, son err¨¢ticas. Actualmente han pasado m¨¢s de setenta d¨ªas sin recibir ninguna y varios presos con hijos peque?os no han podido verlos en todo este tiempo. No sabemos nada de cuatro de ellos que decidieron iniciar una huelga de hambre exigiendo mejor trato y contacto con sus hijos.
Si bien la pasi¨®n pol¨ªtica puede llevar a acusaciones mutuas entre adversarios, hay un principio de verdad que, en este caso, ha sido ignorado. Esta comparaci¨®n no solo ofende al Gobierno de Espa?a, sino a quienes, llegados del infierno, no logramos comprender que se esgrima nuestra tragedia como arma para denigrar un gobierno que est¨¢ lejos de parecerse al nuestro. Este es un pa¨ªs cuya democracia funciona y donde el derecho y la libertad son parte esencial del aire que respiramos.
Suscr¨ªbete aqu¨ª a nuestra newsletter diaria sobre Madrid.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.