El fundador de Tuenti, Zaryn Dentzel, tras la detenci¨®n de sus torturadores: ¡°Siguen investigando qui¨¦n hay detr¨¢s del encargo¡±
Un a?o despu¨¦s de que lo secuestraran en su propia casa y le robaran varios objetos de lujo, el empresario vuelve a Madrid pero sigue con miedo
Abre la puerta y se sienta en una de las sillas de dise?o que rodean la mesa de madera maciza. Desconecta el reloj inteligente que le regal¨® su hermano y empieza a hablar, pero tambi¨¦n a callar. Hace poco m¨¢s de un a?o, tres hombres y una mujer entraron en el ¨¢tico madrile?o del fundador de la red social Tuenti, Zaryn Dentzel, lo amordazaron y torturaron durante horas para robarle. Quer¨ªan su fortuna en la moneda digital bitcoin y, al no obtenerla, se llevaron varios relojes, dinero y otros objetos de lujo. Cuando despu¨¦s de varias horas abandonaron la casa, ¨¦l sali¨® al rellano y se puso a gritar. La polic¨ªa lleg¨® en pocos minutos. Los d¨ªas siguientes, contrat¨® seguridad privada, se qued¨® a dormir en casa de un amigo y, en cuanto pudo, se mont¨® en un avi¨®n rumbo a su California natal, donde ha permanecido un a?o. Hasta que lo llam¨® el inspector que ha dirigido su caso para anunciarle que hab¨ªan detenido a los cuatro secuestradores a finales de octubre, no regres¨® a Madrid. ¡°Me sent¨ªa intocable y todo aquello me hundi¨®¡±, resume su trauma.
Dentzel lleg¨® a vivir a Espa?a para aprender el idioma cuando ten¨ªa 15 a?os, en 1998. Doce a?os despu¨¦s, Telef¨®nica le pag¨® 70 millones de euros por Tuenti, la red social que marc¨® a toda una generaci¨®n y lleg¨® a ser responsable del 15% de todo el tr¨¢fico que hab¨ªa en internet en Espa?a en 2011, su punto ¨¢lgido. ¡°Fue todo muy intenso y ef¨ªmero, pero ?qu¨¦ preferir¨ªas? ?Haber experimentado un amor as¨ª y que se haya acabado o no haberlo vivido nunca?¡±, se pregunta. ?l habla en t¨¦rminos de amor de su creaci¨®n, de Tuenti, su ¡°obsesi¨®n buena¡±, como llama a su empresa estrella. En una de las mesitas bajas de su enorme sal¨®n reposa su autobiograf¨ªa, carcomida por un bulldog franc¨¦s blanco que devolvi¨® despu¨¦s de comprarlo porque era demasiado trasto.
A pesar de que los cuatro autores materiales del secuestro est¨¢n en prisi¨®n a la espera de juicio, Zaryn desliza que esto no acaba aqu¨ª. ¡°Siguen investigando qui¨¦n hay detr¨¢s del encargo. Alguien les tuvo que hablar de que yo ten¨ªa bitcoins y, cuando se dieron cuenta de que eso no es tan f¨¢cil de robar como meter una contrase?a en el ordenador, se sintieron enga?ados. Repet¨ªan todo el rato que me hab¨ªa metido con la persona equivocada¡±, detalla el empresario. Cuando se le interroga por el sentido de esta ¨²ltima frase es cuanto empieza a callar y prefiere no profundizar. Tampoco especifica si ha contratado un equipo de seguridad en Espa?a. Para los asaltantes fue imposible entrar en las cuentas del estadounidense, porque est¨¢n protegidas por un sistema de seguridad que hace que ni ¨¦l mismo pueda acceder a ellas.
Durante este a?o no ha acudido a terapia para tratar el trauma que le dej¨® el asalto. ¡°No he sido capaz de salir de mi casa¡±, apunta. Ha invertido su tiempo en aprender a pilotar avionetas y a manejar armas. ¡°Nunca me hab¨ªan gustado, pero ahora creo que hay que saber c¨®mo se usan¡±, explica, a la vez que ense?a fotos y v¨ªdeos en una escuela de tiro en Estados Unidos.
Adem¨¢s, ha cortado muchas de las relaciones sociales que ten¨ªa antes en Espa?a. ¡°Me di cuenta de que hab¨ªa mucho inter¨¦s a mi alrededor, hab¨ªa generado unas relaciones t¨®xicas¡±, mantiene. Este a?o vendi¨® su porcentaje de participaci¨®n en Auro, una empresa de coches con conductor que compart¨ªa con algunos de sus exsocios de Tuenti. Mientras le hacen fotos en la terraza de su casa, desde la que se ve el Museo del Prado, se preocupa de que no se le vea gordo. ¡°S¨¦ que he cogido kilos, pero tambi¨¦n en esto ha influido la ansiedad que me provoc¨® el secuestro¡±, cuenta con media sonrisa. Desde el balc¨®n se?ala los edificios en los que tuvo sede Tuenti en Madrid. Todos se ven desde su ¨¢tico.
La vuelta a Madrid, una vez que sus captores estaban arrestados, ha sido m¨¢s que placentera, aunque asegura que a¨²n siente a veces miedo cuando va por la calle. ¡°Entrar en esta casa sabiendo que ya estaban detenidos fue la gloria, aqu¨ª me siento bien¡±, puntualiza. En un extremo del comedor, descansa un tabl¨®n que pertenec¨ªa a los carruseles hist¨®ricos que su familia pose¨ªa en Estados Unidos. ¡°Mi familia es muy hippie, pero me gusta pensar que esos carruseles, en su momento, eran la ¨²ltima moda en diversi¨®n y que yo tambi¨¦n hice algo as¨ª¡±, apunta.
El emprendedor recuerda con detalle c¨®mo estas cuatro paredes se convirtieron para ¨¦l en una pesadilla de la que quiso escapar. ¡°Yo era muy confiado, aqu¨ª ven¨ªa quien quer¨ªa. Ese d¨ªa una chica llam¨® a mi puerta y yo abr¨ª sin preguntar. Para cuando quise darme cuenta ya estaban los cuatro dentro y me metieron a mi habitaci¨®n. Me dec¨ªan: ¡®Pijo de mierda, tienes que tener algo m¨¢s que cuatro relojes¡±. La mala suerte hizo que en ese momento estuviera en el ¨¢tico Luis, el empleado de mantenimiento con el que cuenta Zaryn para las m¨²ltiples propiedades que tiene en Madrid. ¡°Hab¨ªa empezado a hacer fr¨ªo y no funcionaba la caldera, estaba aqu¨ª revis¨¢ndola. Desde ese d¨ªa me dice que la caldera la arregle yo¡±, bromea el emprendedor estadounidense, tratando de encontrar algo de humor a la situaci¨®n.
Solo unos d¨ªas antes, lo han visitado dos de los polic¨ªas que llevan su caso. Su relaci¨®n con ellos ha sido muy fluida, aunque durante este a?o han trabajado de la forma m¨¢s discreta posible. Los agentes tuvieron que visualizar decenas de horas de grabaciones, hacer seguimiento de los m¨®viles que llevaban dos de los asaltantes y mantener una estrecha vigilancia sobre los sospechosos para asegurarse de que estaban todos en Espa?a cuando los detuvieran. No pod¨ªan permitir que se escapara ninguno al enterarse de que hab¨ªan ca¨ªdo los dem¨¢s. Los investigadores apuntaron, en su momento, que no eran ladrones expertos y que para ellos era algo as¨ª como el ¡°golpe de su vida¡±. El perfil de los detenidos refuerza la idea de Dentzel de que alguien tuvo que guiarles. ¡°Alucino con el trabajo que ha hecho la polic¨ªa. Me ha devuelto la vida¡±, reconoce el emprendedor.
No tiene claro qu¨¦ rumbo va a llevar su vida a partir de ahora. Lo ¨²nico que sabe es que regresar¨¢ a California en unos d¨ªas para pasar la Navidad con su familia y que, antes de eso, le dar¨¢ tiempo a tomarse un par de cocidos m¨¢s en alguno de los ¡°restaurantes antiguos¡± que tanto le gustan. Para alguien que con 39 a?os no necesita trabajar para vivir, como ¨¦l mismo reconoce, las posibilidades son muchas. ¡°Hab¨ªa pensado hacer el camino de Santiago con mi padre¡±, aventura.
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