El gran d¨ªa de Bel¨¦n: tres a?os de espera para contar c¨®mo muri¨® su madre en una residencia de Madrid durante la pandemia
Bel¨¦n Mu?oz es hija de una de las 96 personas que fallecieron en el geri¨¢trico Vitalia Home Legan¨¦s entre marzo y abril de 2020. En total, 23 familias han denunciado al centro por homicidio por imprudencia y omisi¨®n del deber de socorro


Treinta minutos antes de entrar en los juzgados de Legan¨¦s, Bel¨¦n Mu?oz pide una tila con az¨²car. Le tiemblan las manos, da un primer sorbo y derrama el contenido del vaso sobre la mesa. ¡°Estoy muy nerviosa¡±, se disculpa. Son las nueve y media de la ma?ana y un pu?ado de personas apura el desayuno en el bar de la plaza. Ninguna de ellas sabe que la mujer de 57 a?os y pelo corto que agarra con fuerza un taco de folios lleva tres a?os esperando este d¨ªa. Una fecha marcada y remarcada en el calendario: 17 de mayo de 2023. Jueves. A las 10 en punto, frente a la jueza, la fiscal y dos abogados, Mu?oz contar¨¢ c¨®mo muri¨® su madre en la residencia Vitalia Home Legan¨¦s, donde fallecieron un total de 96 ancianos durante el primer mes de la pandemia. Entonces, el Gobierno regional impuso a los hospitales unos protocolos que negaron el traslado a miles de personas mayores que viv¨ªan en alguna de las 500 residencias de Madrid y que los condenaron a morir solos en sus habitaciones.
¨D?Qu¨¦ es lo que te pone nerviosa?
¨DOlvidarme de algo y no conseguir explicarlo todo bien.
Entra en la sala y se coloca de pie frente al micr¨®fono. A la derecha, los dos abogados de Vitalia, hombre y mujer; a la izquierda, la fiscal, y en frente, tras una mesa con forma de ele, la jueza. Bel¨¦n da la espalda a los bancos de madera, vac¨ªos. Ha dormido poco y la noche anterior intent¨® ver el debate en Telemadrid. No aguant¨®. Pero gracias a los mensajes de sus amigos, s¨ª ha visto el que seguramente fuera el minuto de oro: la candidata de Podemos-IU-Alianza Verde, Alejandra Jacinto, muestra a c¨¢mara el libro de Alberto Reyero, el exconsejero de Pol¨ªticas Sociales, titulado Morir¨¢n de forma indigna (Libros del KO). En ¨¦l se describe algo que Bel¨¦n vivi¨® en sus carnes, las evasivas del Gobierno de Ayuso ante la muerte de 7.291 mayores en las residencias.
¡°Lo tengo en casa¡±, dir¨¢ al salir del juzgado y despu¨¦s de enfrentarse a much¨ªsimas preguntas. La jueza, cuenta, es ¡°emp¨¢tica¡± y eso la relaja. Cada vez que Bel¨¦n se emociona, ella le pregunta si necesita parar unos minutos. ¡°Le digo que no, que quiero seguir sin dejarme nada¡±. La fiscal es m¨¢s directa e incide en una pregunta concreta.
¨D?Conoc¨ªa la existencia de los protocolos?
¨DNo.
¨D?Alguien de la residencia le inform¨® de los protocolos?
¨DNo
Los abogados no preguntan nada y, una hora despu¨¦s, justo antes dar por terminada la declaraci¨®n, Bel¨¦n hace una ¨²ltima petici¨®n, casi un ruego: ¡°Por favor, que esto no quede impune, que haya responsabilidades¡±.
La mujer que sale a las 11.00 del edificio color salm¨®n de tres plantas ya no est¨¢ nerviosa. Sonr¨ªe, levanta los brazos, pega un saltito y agita, euf¨®rica, los mismos papeles que antes toqueteaba sin parar y que tantas veces ha rele¨ªdo: certificado de defunci¨®n, informes m¨¦dicos, recuento de fallecidos, llamadas telef¨®nicas y un relato pormenorizado de lo que ocurri¨® entre el 13 de marzo y el 13 de abril de 2020 en la residencia. ¡°?Lo he dicho todo! ?Lo he hecho muy bien!¡±, grita, y su hermana mayor, Esperanza, la abraza. Rompen a llorar. ¡°Por mam¨¢¡±, dice una. ¡°S¨ª, por ella¡±, responde la otra. Junto a ellas esperan Mar¨ªa Antonia ¨Dla llaman To?i¨D, melliza de Bel¨¦n, y Mari Carmen, la mediana. Son las cuatro hijas de Esperanza Tavira de Andr¨¦s, natural de Guadalajara y que falleci¨® el 19 de marzo de 2020 con 84 a?os, cumplidos una semana antes.

Como ellas, cientos de personas han recurrido estos ¨²ltimos tres a?os a la justicia para esclarecer las muertes en los centros y la mayor¨ªa todav¨ªa est¨¢n a la espera de que prosperen sus casos. Muchos no han tenido ¨¦xito judicialmente porque la Fiscal¨ªa ha archivado las investigaciones. De hecho, Amnist¨ªa Internacional critic¨® el carpetazo porque las causas ¨Dal menos 451 de las 517 abiertas, seg¨²n la ONG¨D se cerraban sin una indagaci¨®n m¨ªnima. En un centenar de ellas ni siquiera se entrevist¨® a los familiares de las v¨ªctimas.
¡°Hay que subir a la virgen a ponerle una vela¡±. ¡°?Y unas flores!¡±. ¡°S¨ª, unas flores¡±. Las hermanas se sientan en la terraza del mismo bar donde por la ma?ana Bel¨¦n repasaba fechas y nombres. Saca un marco rosa con la foto de su madre de la bolsa de tela que lleva colgada del brazo. ¡°La traigo conmigo¡±, dice, y las cuatro empiezan a recordar. ¡°Lo peor ha sido mi cabeza, imaginar los ¨²ltimos momentos de mam¨¢ una y otra vez¡±, cuenta Mari Carmen. Tardaron mucho en saber en qu¨¦ condiciones falleci¨® Esperanza y cada pedazo de informaci¨®n que recaban ¨Dgracias a otro familiar de la residencia o a un empleado o a los informes m¨¦dicos, que recibieron, tras mucho insistir, tres meses despu¨¦s de la muerte¨D las lleva a revivirlo todo de nuevo. ¡°Cuando Ossorio [el vicepresidente de la Comunidad de Madrid] dijo que ya lo hab¨ªamos superado¡ Mira, si lo tengo enfrente no s¨¦ lo que hago¡±, a?ade To?i.
Junto a las cuatro hermanas, 23 familias m¨¢s ¨Dhijos, sobrinos, nietos¨D han interpuesto una querella contra Vitalia Legan¨¦s por homicidio y lesiones por imprudencia y por omisi¨®n del deber de socorro. Todas ellas ir¨¢n declarando, una a una, hasta el 7 de junio. El jueves, adem¨¢s de Bel¨¦n, otras tres personas se pusieron de pie frente al micr¨®fono para narrar la historia que tantas veces han repetido en su cabeza. Por la segunda planta de los juzgados de Legan¨¦s han ido pasando tambi¨¦n m¨¦dicos del hospital y personal de la residencia, despu¨¦s de que la Audiencia Provincial de Madrid ordenara una investigaci¨®n m¨¢s exhaustiva a la jueza que, en julio de 2021, archiv¨® el caso de ese centro y otros tres del municipio al sur de Madrid, de casi 187.000 habitantes.

Desde la muerte de su madre, Bel¨¦n cuenta que no es la misma y que va regularmente al psic¨®logo: ¡°Acumulo much¨ªsima ira, frustraci¨®n, necesidad de venganza. La tomo con mis hermanas, me cabreo con otras personas. Mi hija no para de repetirme lo mucho que sufre de verme as¨ª y que a la abuela no la vamos a recuperar. Pero toca hacer justicia, nos dan la oportunidad de que se sepa¡±. Aunque recordar duele, y este mes ha sido dif¨ªcil. ¡°Lo he pasado llorando¡±, dice.
La ¨²ltima vez que Esperanza, viuda desde 2017, estuvo con sus cuatro hijas tomaron chocolate caliente. ¡°?Os acord¨¢is? Que ella no quer¨ªa tomarlo, solo quer¨ªa ir de paseo¡±, relata Mari Carmen. Todas la recuerdan como una mujer en constante movimiento ¨D¡°la andarina de la residencia¡±¡ª, que cantaba, bailaba, ayudaba a su marido en el taller de zapatos y daba clases. En 2020, la mujer llevaba en la residencia un a?o y siete meses y le hab¨ªan diagnosticado alzh¨¦imer. ¡°Pero nos recordaba. ?bamos a visitarla todos los d¨ªas, una tarde cada una¡±, cuenta Bel¨¦n. Hasta que a principios de marzo impidieron la entrada a los familiares en las residencias. El ¨²ltimo d¨ªa que una de las cuatro la vio con vida fue el d¨ªa 10. El 12 era su cumplea?os y hasta el 19 se turnaron para llamar al centro. Siempre les dijeron que estaba bien. A partir de ah¨ª, el relato que m¨¦dicos y empleados contaron a cada una var¨ªa.
¨DA m¨ª me dijeron que la pon¨ªan en paliativos porque estaba muy mal, explica Mari Carmen.
¨DPues no, mam¨¢ gritaba y daba patadas. Lo pone en el informe, matiza Bel¨¦n.
¨DEntonces, ?sus ¨²ltimos momentos fueron as¨ª?, pregunta To?i.
Lo que tienen claro es que la residencia recluy¨® a los mayores en sus habitaciones, que los familiares no recib¨ªan informaci¨®n de su estado de salud y que a las 17.36 una empleada del centro le dijo a Bel¨¦n que su madre estaba muy bien y que hab¨ªa merendado una gelatina. ¡°?Pero no la hab¨ªan puesto en cuidados paliativos?¡±, se cuestion¨® ella. A las 19.30 y despu¨¦s de cinco llamadas, una doctora le cuenta que le han puesto morfina y que la contactar¨¢n al d¨ªa siguiente porque ¡°seguro que est¨¢ mejor¡±. Una hora y 20 minutos despu¨¦s, Mari Carmen es la que recibe una llamada. ¡°Mi hermana me llama a las nueve, me dice: ¡®Bel¨¦n, que mam¨¢ ha fallecido, que no puede ser. ?Que no, que no! Que te han dicho que hab¨ªa comido, que estaba bien¡±. Mari Carmen y To?i se presentan en el centro, pero no las dejan ver a Esperanza por ¨²ltima vez.
Durante estos tres a?os, cada una ha descubierto qu¨¦ le viene bien para afrontar el duelo. A la mayor, Esperanza, le gusta ver fotos antiguas, algo que tambi¨¦n reconforta a sus hermanas. ¡°Y me qued¨¦ con una mu?eca suya¡±, dice. To?i y Mari Carmen a veces se montan en el coche y pasan por delante de la residencia, solo para mirarla desde lejos. Bel¨¦n ha montado un altar en su casa y en la del pueblo, con flores, recuerdos y luces. ¡°Estoy venga a comprar pilas, porque las fotos tienen que estar siempre iluminadas¡±, cuenta. En el desv¨¢n todav¨ªa guarda las dos bolsas de basura y la maleta que les dieron en la residencia, llenas con ropa de su madre. A¨²n no las han abierto. Y no saben si en alg¨²n momento lo har¨¢n.
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