El crimen de San Blas: un asesinato en la pandemia y un culpable que estaba en la familia
La muerte del due?o de un bar de una pu?alada en su coche en 2020 en Madrid supuso un reto para los investigadores en pleno confinamiento. Sin huellas, ni ADN ni grabaciones, una confesi¨®n despu¨¦s de cuatro interrogatorios dio la clave
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Fue una pu?alada contundente desde el cuello hasta la arteria aorta con un cuchillo de 29,7 cent¨ªmetros. Juan Miguel B., de 49 a?os, muri¨® en un aparcamiento al lado de su veh¨ªculo casi de forma instant¨¢nea. Era de madrugada, despu¨¦s de una extenuante jornada laboral. En el asiento del copiloto iba su mujer, Graciela, quien result¨® ilesa. En su bolso llevaba la recaudaci¨®n del bar que regentaban, en la calle de Etruria del distrito madrile?o de San Blas-Canillejas, mientras que en el coche llevaban 480 euros m¨¢s. Los atacantes iban armados y cubiertos con pasamonta?as. Solo dijeron a la mujer: ¡°No te bajes o te rajo¡±. Tras la agresi¨®n, huyeron sin llevarse ning¨²n bot¨ªn. Era el 8 de marzo de 2020. Faltaban unos d¨ªas para que Espa?a se confinara en casa y medio mundo se paralizara por una pandemia. Esta solo fue la primera dificultad de una investigaci¨®n que parti¨® sin im¨¢genes de ninguna c¨¢mara de seguridad, sin huellas, sin restos de ADN identificados, sin un m¨®vil aparente y sin m¨¢s testigos. Un caso en el que el presunto culpable estaba m¨¢s cerca de lo que parec¨ªa.
Los investigadores del Grupo V de Homicidios de la capital se enfrentaban a un t¨²nel en el que no se ve¨ªa la luz. A la escena del crimen acudieron r¨¢pidamente varios familiares, entre ellos la hermana de Graciela, Mari Carmen, que tambi¨¦n trabajaba en el bar y a la que acababan de dejar en casa, su exnovio David y los hijos de la pareja ¡ªcada uno ten¨ªa dos de relaciones anteriores¡ª.
En ese momento, la mujer de Juan Miguel, apodado El Murciano, estaba en shock y solo pudo explicar que hab¨ªan sido asaltados por dos encapuchados y que todo hab¨ªa sucedido muy r¨¢pido. Ese d¨ªa hab¨ªan abierto el bar casi al amanecer y lo hab¨ªan cerrado cerca de la una de la madrugada. Hab¨ªa sido una jornada provechosa, como eran todas las que jugaba el Atl¨¦tico de Madrid, por su cercan¨ªa al estadio, y adem¨¢s porque hab¨ªan acogido dos cumplea?os. ¡°Casi no se pod¨ªa cerrar la caja de tantos billetes que hab¨ªa¡±, record¨® Mari Carmen en el juicio, celebrado este mes en la Audiencia Provincial.
Uno de los hijos de Graciela en seguida apunt¨® a un sospechoso, un antiguo jefe con el que hab¨ªa acabado mal y al que acusaba de querer vengarse de ¨¦l. Los investigadores tampoco descartaron la idea del robo, pero el hecho de que no se hubieran llevado dinero los despistaba. Investigaron tambi¨¦n, en esas fechas en las que Espa?a entera estaba pendiente de la televisi¨®n por la amenaza del coronavirus, en el entorno de Juan Miguel, un vecino de la localidad murciana de Cieza que se hab¨ªa mudado a Madrid pocos a?os antes de su asesinato. ¡°No se llevaba mal ni ten¨ªa problemas con nadie que nos hiciera pensar que quisieran matarlo¡±, se?ala la inspectora jefa de homicidios que llev¨® el caso.
Pocos d¨ªas despu¨¦s del homicidio, los polic¨ªas recibieron una llamada en la que se alertaba del hallazgo de un cuchillo en una marquesina cercana al aparcamiento. Tras analizarlo, llegaron a la conclusi¨®n de que no ten¨ªa nada que ver con el crimen. En ese punto, decidieron intervenir los tel¨¦fonos de toda la familia en busca de un m¨ªnimo hilo del que empezar a tirar. Graciela, ¨²nica testigo del asesinato, solo acertaba a recordar esa frase: ¡°No te bajes o te rajo¡±. El resto de pruebas forenses no aportaba m¨¢s claves. Hab¨ªa sangre tanto dentro como fuera del coche, pero solo conten¨ªa ADN del fallecido. En sus u?as no qued¨® ning¨²n resto biol¨®gico de su atacante.
¡°Al final solo qued¨® una herramienta, la m¨¢s efectiva en homicidios, los pacientes y lentos interrogatorios¡±, apunta una polic¨ªa. Los investigadores volvieron a hablar una y otra vez con los familiares para regresar sobre detalles que tal vez en un primer momento hubieran pasado desapercibidos y pidi¨¦ndoles que rascaran en su memoria. En su declaraci¨®n, Mari Carmen, hermana de Graciela y cu?ada de Juan Miguel, cont¨® que se hab¨ªa enterado de lo sucedido por su expareja, David, que la llam¨® justo cuando ella acababa de entrar en casa. ?l la telefone¨® para preguntarle si estaba bien, porque le acababan de comentar que hab¨ªa mucha polic¨ªa en la casa de su hermana. Lo hab¨ªan dejado hac¨ªa unos meses y la relaci¨®n entre ellos no era buena pero, en ese instante y ante el miedo de que le hubiese pasado algo a su hermana, Mari Carmen no tuvo tiempo de reparar eso. Pero la polic¨ªa s¨ª. Uno de los hijos de la v¨ªctima, adem¨¢s, les cont¨® que recordaba haber visto a David junto a dos hombres cerca del bar aquel d¨ªa.
Los investigadores insistieron entonces en hablar con ¨¦l. Hasta en cuatro ocasiones lo citaron para tomarle declaraci¨®n. Poco a poco se fueron ganando su confianza, aunque ¨¦l siempre neg¨® estar involucrado en los hechos. Cuando los polic¨ªas ten¨ªan claro que ese hombre de 40 a?os era la clave e iban a llamarlo otra vez, en enero de 2021, la nevada Filomena sepult¨® y paraliz¨® Madrid una semana. Hab¨ªan pasado 10 meses desde el crimen, pero finalmente se produjo ese encuentro.
Cuando los agentes le recordaron esa llamada a su expareja solo unos minutos despu¨¦s del crimen, se derrumb¨®. No pudo soportar m¨¢s la culpa y la presi¨®n. ¡°No puedo dormir¡±, les dijo. Fue entonces cuando cont¨® c¨®mo hab¨ªa acordado con dos hombres el asalto a su excu?ado, ese que tanto le hab¨ªa ayudado econ¨®mica y personalmente y que incluso le hab¨ªa invitado a su casa en Nochebuena. Asegur¨® a los polic¨ªas que el objetivo era robar y que les dio indicaciones sobre los horarios, itinerarios, caracter¨ªsticas f¨ªsicas y lugar en el que estaba el dinero. Dio dos nombres: Jos¨¦ Ram¨®n H. y Manuel O. ¡°Yo esto no me lo como solo¡±, dijo el segundo cuando se sent¨® frente a la polic¨ªa. ¡°?Ven¨ªs por lo de los corzos?¡±, solt¨® el primero cuando le pusieron las esposas. Al parecer, ten¨ªa asuntos pendientes relacionados con la caza.
Frente a la jueza
Tres a?os despu¨¦s del homicidio, durante las dos primeras semanas de junio, los tres se han sentado en el banquillo de los acusados. All¨ª, David se ha vuelto a encontrar con la familia de su excu?ado, con la cabeza baja y llorando en muchos momentos de las sesiones, especialmente en la ¨²ltima cuando, entre sollozos angustiosos, asegur¨® que tard¨® tanto en confesar ¡°por verg¨¹enza¡±, por ¡°miedo¡± a qu¨¦ pensar¨ªan sus hijas y ¡°por la familia¡±. ¡°?C¨®mo voy a querer yo hacer algo a ese hombre que me dio todo?¡±, dijo de forma entrecortada.
D¨ªas antes, hab¨ªa escuchado a su exnovia detr¨¢s de un biombo declarar c¨®mo ¨¦l, David, fue la primera persona a la que abraz¨® cuando lleg¨® al aparcamiento en el que su hermana y su cu?ado hab¨ªan sido atacados. Durante los meses posteriores, regres¨® a la vida de Mari Carmen para apoyarla en esos duros momentos, sigui¨® relatando la mujer. ¡°Ojal¨¢ cojan a esos desgraciados¡±, record¨® ella que le oy¨® comentar. Graciela, la mujer de Juan Miguel, cont¨® que sus hijos llamaban a David ¡°tito¡± y que este los ayud¨® en el bar un tiempo en el que el hostelero tuvo una hernia.
Los tres acusados alegaron que actuaron movidos por sus problemas de drogadicci¨®n y por necesidad econ¨®mica. En la primera jornada del juicio, se palp¨® la tensi¨®n entre los autores materiales, en prisi¨®n provisional, y David, que por ahora est¨¢ en libertad. Manuel, el acusado que se coloc¨® en la ventanilla de Graciela, relat¨® que hab¨ªa conocido al supuesto ide¨®logo del plan en un bar y que le propuso dar un ¡°tir¨®n muy f¨¢cil¡±.
Fue Manuel el que introdujo en el golpe a su amigo Jos¨¦ Ram¨®n, portero de discoteca experto en artes marciales, con idea de poder reducir a la v¨ªctima si se resist¨ªa. Fue ¨¦l quien asest¨® la pu?alada. Los autores materiales confesos aseguraron que David les facilit¨® los cuchillos. ¡°?Eso es mentira!¡±, grito el excu?ado, por lo que fue reprendido por la magistrada. Tambi¨¦n aseguraron que, cuado huyeron del aparcamiento, se reunieron con David, quien les dio otros abrigos. Jos¨¦ Ram¨®n dijo estar ¡°indignado¡± por el hecho de que David estuviera en la calle y ellos, en prisi¨®n.
Los letrados y la fiscal han planteado al jurado popular tres escenarios. Las defensas de los autores materiales sostienen que esta es la historia de un robo que sali¨® mal y que nunca hubo intenci¨®n de matar y que, por eso, deber¨ªan ser condenados a seis a?os de prisi¨®n por homicidio e intento de robo. La letrada del supuesto inductor pide que solo se lo condene por el robo. Las acusaciones, ejercidas por Jos¨¦ Basilio Fonez, Pedro G¨®mez y Jos¨¦ Antonio Cano, solicitan al jurado que tome este crimen como un asesinato porque, por el modo en el que se plane¨®, la v¨ªctima nunca tuvo posibilidad de defensa ¡ªlo que en derecho se conoce como alevos¨ªa¡ª. Adem¨¢s, consideran a David cooperador necesario del plan, no solo inductor. La fiscal cree que este crimen es un homicidio por el que sus autores deben cumplir entre 15 y 17 a?os de condena. El veredicto se alcanzar¨¢ pr¨®ximo el mi¨¦rcoles como fecha l¨ªmite, si nada lo impide.
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