Piruetas por sorpresa en el aeropuerto
Los pasajeros de la T4 del Adolfo Su¨¢rez de Madrid son testigos del D¨ªa Europeo de la M¨²sica con una campa?a que llevar¨¢ actuaciones en directo a una veintena de terminales
Est¨¢ el rumor de las ruedas de las maletas desliz¨¢ndose sobre el m¨¢rmol, y el ¡°ding, dong, ding, presten atenci¨®n a las pantallas y vigilen sus pertenencias¡±. El hilo musical de las tiendas de lujo y las conversaciones en varios idiomas. Susurra el aburrimiento y silba una bandada de azafatas al pasar con prop¨®sito y direcci¨®n, sin titubear, como el resto. El runr¨²n habitual del aeropuerto se rompe entonces con los primeros acordes de I gotta feeling de los Black Eyed Peas a todo volumen.
Un variopinto grupo de viajeros ¡ªun chico con gorro, un se?or con traje, una rapera con top y trenzas¡ª abandonan sus pertenencias y se ponen a bailar entre saltos y piruetas. Alrededor, los pasajeros de verdad, con pinta de estar m¨¢s cansados y llevar m¨¢s trastos colgando, tardan unos segundos en darse cuenta de lo que pasa. Enseguida sacan el m¨®vil. Si uno presencia una flashmob, lo primero que hay que hacer es grabarla.
El baile sorpresa lo ha organizado Aena para celebrar el D¨ªa Europeo de la M¨²sica y arrancar la campa?a Siente el ritmo con la que la gestora p¨²blica de los aeropuertos espa?oles quiere amenizar este verano el paso por sus instalaciones. Hasta septiembre habr¨¢ actuaciones musicales en directo en una veintena de aeropuertos, empezando ma?ana en A Coru?a, el 28 en Barcelona y pasando luego por Reus o Girona.
Hoy la fiesta es en la T4 del Aeropuerto Adolfo Su¨¢rez de Madrid. Margarita, que lleva limpiando en Barajas 18 a?os ¡ª dos m¨¢s de los que lleva en funcionamiento esta terminal que proyect¨® Richard Rogers¡ª, ha pausado su ronda de papeleras para grabar a los bailarines. ¡°En tanto tiempo nunca hab¨ªa visto algo as¨ª, merece una paradita¡±, dice. Viviana, de 40 a?os, graba con una mano y sujeta a Juan Andr¨¦s, de 4, con la otra. Han llegado con dos horas de antelaci¨®n para volver a Guatemala y el show servir¨¢ para entretener al peque?o al menos 15 minutos.
Si se dan una vuelta por Salidas, pueden pillar algunas actuaciones m¨¢s, que se repetir¨¢n cada hora a lo largo del d¨ªa. Por ejemplo, ¡°los peluchones¡±, como llama Ra¨²l G¨®mez, Director de Marketing y Negocio Digital de AENA a los break dancers que llevan unos trajes que recuerdan a un Chewbacca de colores. Lo m¨¢s dif¨ªcil de montar un espect¨¢culo como este es lo m¨¢s dif¨ªcil en general de un aeropuerto, explica: ¡°Entrar y salir, pasar el material por seguridad, que todos los artistas tengan el DNI en vigor¡ Pero merece la pena por entretener un rato a los pasajeros¡±.
Maricarmen Ruiz, 60 a?os, tiene seis horas entre que ha llegado su vuelo de Jerez y que sale el que la llevar¨¢ a Par¨ªs para cuidar de su nieta y echar un cable a su hija. Viaja a Orly pr¨¢cticamente todos los meses, es una experta de estar en tr¨¢nsito: lo mejor de los aeropuertos, dice, es ver a gente tan distinta, escuchar los acentos, imaginar las vidas ajenas, por qu¨¦ llevar¨¢ esa prisa, qu¨¦ pensar¨¢ el ni?o que se sube por primera vez al avi¨®n. Lo peor: los precios (¡°?5,65 euros un caf¨¦ con cruas¨¢n!¡±, lamenta) y las esperas. Por eso, cuando ha visto un escenario en una de las puertas de embarque se ha sentado cerca a ver qu¨¦ pasaba. Se ha llevado gratis la actuaci¨®n de un grupo a capella. ¡°En un aeropuerto pasan muchas cosas: la ¨²ltima vez perd¨ª el avi¨®n y dorm¨ª el d¨ªa de la madre sola en un hotel aqu¨ª al lado y hoy esta sorpresa, siempre que viajo es una aventurilla¡±, dice risue?a mientras las cantantes entonan Happy, de Pharrell Williams. Es la segunda vez que las ve esta ma?ana, ya le ha mandado el v¨ªdeo por WhatsApp a toda su familia.
Elena L¨®pez, una de las bailarinas de la flashmob, preferir¨ªa que la gente bailase a que sacase el m¨®vil, ¡°pero la moda es la moda¡±. No todos se pliegan a ella, en el segundo pase de la ma?ana de la coreograf¨ªa, entre un p¨²blico que sujeta sus tel¨¦fonos en alto, un hombre en bermudas, con un sombrero de paja, sandalias y una larga melena blanca bailotea entregado. Es Richard, un productor de cine jubilado de Hawaii que acaba de hacer el Camino de Santiago. ¡°Cuarenta a?os en la industria, de Blade Runner a Lost, rodeado de c¨¢maras, ahora prefiero estar presente y guardarlo todo aqu¨ª¡±, dice toc¨¢ndose la cabeza con el dedo. Acaba la actuaci¨®n y con un gui?o el viajero se pierde entre los turistas, envuelto en otro sonido poco habitual en un aeropuerto: el aplauso.
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