Detenido un butronero con 50 detenciones escondido en la habitaci¨®n de su hija y cubierto por mantas
El pr¨®fugo llevaba desde 2019 pr¨¢cticamente encerrado en esa vivienda en la que tambi¨¦n se ha encontrado una plantaci¨®n de marihuana y estaba protegido por su familia
Asomarse brevemente por la ventana le cost¨® a J. A. N. J. el fin de su huida. Se trata de un butronero profesional, de esos que ha hecho de la delincuencia su vida, con m¨¢s de 50 detenciones a sus espaldas. Eso quiere decir, que los golpes que consigui¨® concluir con ¨¦xito probablemente fueron el doble. En 2019 decidi¨® desaparecer del mapa ante la obligaci¨®n de ingresar en prisi¨®n por condenas de hasta seis juzgados diferentes de toda Espa?a. El hombre se ha ocultado durante estos cuatro a?os en una vivienda del distrito de Villaverde, en Madrid. Era su zona de seguridad, donde contaba con una red extensa de familiares y conocidos que le daba cobijo y un sistema de protecci¨®n. Hasta esta semana, cuando los polic¨ªas entraron en la casa y lo detuvieron para que cumpliera sus condenas. Estaba en la habitaci¨®n de su hija, bajo una cama y cubierto por mantas.
Este detenido no ten¨ªa una especialidad concreta. Se dedicaba a acceder por complejos agujeros a todo tipo de establecimientos. Asaltos r¨¢pidos. Penetrar en el interior, hacerse con todo el bot¨ªn posible y desaparecer por el mismo hoyo por el que hab¨ªa accedido. As¨ª fue acumulando un completo expediente lleno de arrestos por robos con violencia, con fuerza y quebrantamientos de condena. En este historial, tambi¨¦n constan requerimientos de seis juzgados de diferentes puntos de Espa?a, entre ellos, Madrid y Toledo.
Como muchos otros fugitivos, J. A. no se march¨® a un pa¨ªs lejano, sino que escogi¨® su barrio como su b¨²nker particular del que escapar de la justicia. Su detenci¨®n, de hecho, se produjo entre un amplio despliegue policial para evitar altercados de su entorno, que ha estado protegi¨¦ndolo todos estos a?os. Ellos eran los que le facilitaran todo lo que necesitara o los que le manten¨ªan alerta de los posibles peligros. Esta red de v¨ªnculos familiares cre¨® un ¡°entorno cerrado, de dif¨ªcil acceso policial¡±, especifica el cuerpo en una nota. Este cerco blindado dificult¨® tremendamente las labores de vigilancia para atestiguar que el fugitivo se encontraba efectivamente en ese domicilio. Pero esta vez, ese entorno no fue suficiente.
El pr¨®fugo apenas sal¨ªa de casa y, si lo hac¨ªa, era en patinete para acelerar sus desplazamientos y no correr mayores riesgos. Dentro ten¨ªa todo lo que necesitaba. Incluso m¨¢s, porque cuando los agentes entraron hallaron en una habitaci¨®n una plantaci¨®n de marihuana con la que desarrollar este negocio il¨ªcito para ganarse la vida de este modo. Pero un d¨ªa se asom¨® a una ventana y los polic¨ªas del Grupo de Fugitivos obtuvieron la prueba definitiva para conseguir que el juez autorizara la entrada y registro y ponerle las esposas. Una imagen a lo lejos en el resquicio fue su error fatal.
La detenci¨®n no estuvo exenta de riesgos porque el barrio se levant¨® contra este arresto. ¡°Tras la detenci¨®n, los agentes salieron r¨¢pidamente con el hombre de la zona, ya que se estaban iniciando disturbios, tanto en el exterior como por parte del vecindario, increpando desde las ventanas¡±, especifica la nota policial. En la operaci¨®n tuvieron que intervenir agentes de la Unidad de Intervenci¨®n Policial (los antidisturbios). La cama de la ni?a fue el ¨²ltimo escondrijo de un delincuente habituado a hacer de los agujeros su herramienta de trabajo.
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