Miss Quito en Espa?a se decide en un rinc¨®n de Vallecas: ¡°?Vienen las candidatas!, ?ahora en traje de ba?o!¡±
Un centenar de personas jalearon este s¨¢bado en un asador madrile?o a las aspirantes del certamen de belleza femenina, un tipo de concurso que se resiste a desaparecer
Se supone que son rivales, pero una hora antes de que empiece el concurso, Joselyne Calder¨®n ayuda sobre el escenario a Helen Samaniego, que est¨¢ hecha un manojo de nervios. No se acuerda de los pasos, as¨ª que Joselyne camina junto a ella con las manos en la cintura. La gu¨ªa por la tarima y le indica d¨®nde debe parar. Llegan al borde, junto a un escal¨®n, y se paran. Sonr¨ªen, miran al frente con la cabeza erguida y dan media vuelta.
El hermano de 12 a?os de Helen camina detr¨¢s remed¨¢ndola. Su madre, Liliana, le rega?a: ¡°?Leoneeeel!¡±.
La tercera candidata es ?rika Mora, que llega la ¨²ltima, apresurada, acompa?ada de su t¨ªa, una estilista que trata a menudo con modelos y le ha dado lecciones en los d¨ªas previos: ponte recta, saca pecho, sonr¨ªe. Le duelen los hoyuelos de tanto sonre¨ªr. Hasta hoy hab¨ªa mantenido la calma pero, al pisar el restaurante, ha pensado que esto es irreal: me voy a presentar a un certamen de belleza. ?guau!, ?d¨®nde estoy?
Es s¨¢bado por la noche y las tres se encuentran en un restaurante asador en Vallecas, la Estaci¨®n de los Porches. Espectadores de todas las edades, algunos vestidos con ropa de fiesta, se acomodan en un sal¨®n r¨²stico con mesas de mantel y luces de discoteca. El due?o, Eusebio Mart¨ªnez, un zamorano de casi 80 a?os que seguir¨¢ trabajando ¡°hasta que se muera¡±, aparece decenas de veces en el collage de la entrada del establecimiento: foto con Florentino P¨¦rez, con Lina Morgan, con Enrique Ponce, con Pedja Mijatovi?, con Tom¨¢s Roncero... En ese popurr¨ª destacan dos postales oficiales, una con la imagen y firma del rey em¨¦rito y otra de los Reyes Felipe VI y Letizia. ?Han comido aqu¨ª? ¡°Los reyes viejos s¨ª¡±.
Mart¨ªnez recibe al organizador del evento, un empresario ecuatoriano del sector inmobiliario, Rafael Raza, de 43 a?os, que trabaja como hombre orquesta: coloca la decoraci¨®n, hace las fotos, rega?a al DJ y da instrucciones a las candidatas. De fondo, m¨²sica de pachanga: ¡°Suavementeeee, b¨¦same, que quiero sentir tus labios¡±.
Miss Quito en Espa?a 2023 est¨¢ a punto de comenzar, pero antes, Raza quiere repasar con las candidatas el momento m¨¢s especial, la entrega de premios. Raza recalca que, cuando el jurado designe a la ganadora, deben tener un gesto fraternal. ¡°Es la ¨²nica vez que se rompe el hielo¡±, les recuerda y ellas asienten. ¡°Ah¨ª tienen que abrazarse¡±.
Raza tuvo la idea de crear un concurso de misses en 2013, durante una reuni¨®n informal con otros empresarios ecuatorianos radicados en Madrid. Pensaron que ser¨ªa una buena idea para promocionar sus negocios de comida, ropa o est¨¦tica. Adem¨¢s de hacer caja con la gala, las candidatas har¨ªan un tour publicitario en los d¨ªas previos por los establecimientos patrocinadores. As¨ª nacieron tres competiciones: Miss Quito en Espa?a, Reina de Guayaquil en Espa?a y Miss Ecuador en Espa?a.
Para Raza y sus colegas, los concursos tambi¨¦n supon¨ªan una oportunidad de unir a su comunidad en torno a una tradici¨®n. En Ecuador, las competiciones de belleza femenina son tan populares que durante d¨¦cadas se ha elegido a las ni?as m¨¢s bonitas de los colegios. La designac¨®n de las misses es uno de los platos fuertes en las fiestas de Quito, que este mi¨¦rcoles celebrar¨¢ el 489 aniversario de su fundaci¨®n.
Unas cien personas esperan a que les sirvan la cena. La gran mayor¨ªa son familiares y amigos de las tres candidatas. Los ni?os corretean persiguiendo globos entre las mesas. Cuando se acerca el comienzo, Raza ordena a las candidatas que se despidan de los suyos para dirigirse al ¡°backstage¡±, un pasillo estrecho donde el restaurante guarda sillones de repuesto y donde ellas han dejado las maletas con su ropa. Las candidatas desfilar¨¢n en ropa vaquera, bikini y traje de gala.
Las tres se conocieron hace dos semanas. El casting hab¨ªa sido anunciado en radios latinas de Madrid, carteles callejeros y redes sociales. Las aspirantes deb¨ªan haber nacido en esos lugares o ser hijas de padres procedentes de all¨ª. La ganadora se llevar¨¢ un viaje a Quito y participar¨¢ como reina en actos de la comunidad durante un a?o, como la entrega de regalos por Navidad o la Cabalgata de Vallecas.
Durante los ¨²ltimos 15 d¨ªas, las candidatas han hecho pi?a mientras visitaban peluquer¨ªas, restaurantes o discotecas. Ahora, en este pasillo estrecho que huele a esmalte, matan los nervios hablando sin freno, se adulan mutuamente y se dan consejos para no tropezar: ¡°No mires a la gente; mira arriba¡±.
En el vestuario, se cuela el sonido amortiguado de la cumbia y la voz de Raza sobre el escenario.
¨D ?Que se escuche desde aqu¨ª a Legan¨¦s un viva Quito!
¨D???Viva!!!
Raza entra a la zona reservada para dar los ¨²ltimos consejos. Se pone unas gafas de aviador y se hace un selfie con ¡°las chicas¡±.
La que parece m¨¢s calmada es Joselyne, una estudiante de empresariales de 24 a?os que est¨¢ acostumbrada a actuar en p¨²blico porque participa en grupos de danza folkl¨®rica que animan las fiestas ecuatorianas como la Mama Negra o el Inti Raymi. ?rika, inform¨¢tica de 25 a?os, ha hecho algunas sesiones de fotos, pero le da verg¨¹enza subirse a un escenario. Helen, estudiante de Relaciones Laborales que este s¨¢bado precisamente cumple 22 a?os, es la ¨²nica que no descarta dedicarse al modelaje.
Escuchan ya la voz de un animador, que trabaja en Superlatina FM, Higinio Woltaire. Llama a la primera: ¡°?Joselyne!¡± y el p¨²blico ruge.
¨DBah, t¨ªo, ?qu¨¦ nervios!
¨DMarica, ?se me han olvidado los pasos!
Miss Quito es uno de los variopintos t¨ªtulos de belleza que se entregan en Espa?a. A pesar de que pueda parecer lo contrario, estos concursos no se han extinguido. Peque?os empresarios siguen promoviendo eventos que recuerdan a un tiempo pasado, antes de la revoluci¨®n feminista. La ¨²ltima vez que se televis¨® Miss Espa?a fue en 2008 en Telecinco y, desde entonces, ninguna otra cadena ha tomado el relevo, una clara se?al de su repudio por buena parte de la sociedad. Sin embargo, los cert¨¢menes de misses siguen ah¨ª.
Hoy los concursos tratan de recuperar el favor social con mensajes amables. Han desechado el canon del 90-60-90 y aceptan a candidatas de menor estatura o entradas en kilos. Tambi¨¦n se venden como un ¡°empoderamiento de la mujer¡±.
Los venezolanos Marthin Montero y Miguel G¨®mez organizan en Madrid los tres concursos provinciales que son el primer paso para acceder a los cert¨¢menes internacionales m¨¢s famosos (Miss Universo, Miss Mundo y Miss Internacional). Hace dos a?os, compraron los derechos al empresario que controla estas tres franquicias a nivel estatal, Cres del Olmo, establecido en Tenerife. Ven¨ªan de llevar una agencia de modelos en Panam¨¢ y les sorprendi¨® que el mundillo de las misses en Espa?a estaba casi muerto. ¡°Durante seis o siete a?os ni siquiera se hab¨ªa celebrado un concurso clasificatorio en Madrid¡±, dice G¨®mez. Una veintena de candidatas se prepara los fines de semana en un gimnasio de Valdebebas para la final madrile?a de Miss Mundo y Miss Internacional, que se celebrar¨¢ el 27 de enero en el Teatro Salesianos de Estrecho, con capacidad para unos 600 espectadores.
En una sala de gimnasio que huele intensamente a perfume de mujer, un joven profesor de oratoria las preparaba este s¨¢bado para una de las pruebas m¨¢s temidas, las preguntas del jurado. Les ha recomendado que lean sobre Gaza, el feminismo y el cambio clim¨¢tico. ¡°Lo nuestro no es belleza porque s¨ª¡±, les advierte. ¡°Lo nuestro es belleza con prop¨®sito¡±. Pero los organizadores reconocen que muchas j¨®venes se niegan a participar. Se siente el rechazo incluso en pa¨ªses latinoamericanos donde las misses han sido un gran espect¨¢culo durante generaciones. El Gobierno de Ecuador prohibi¨® en 2012 la b¨²squeda de reinas de belleza en los colegios.
Una l¨ªder feminista ecuatoriana, Cristina Cachaguay, dice que las audiencias televisivas han ca¨ªdo y que algunas fiestas populares han eliminado el desfile en traje de ba?o o incluso han sustituido el concurso de belleza por competiciones de disfraces o carreras. ¡°Miss Quito en Espa?a es m¨¢s complejo¡±, a?ade. ¡°Los inmigrantes ecuatorianos mantienen estas celebraciones por a?oranza¡±.
Ese elemento nost¨¢lgico no es excusa para la escritora y periodista Cristina Fallar¨¢s, que pone la diana sobre los organizadores: ¡°Lo que hacen es repugnante y tiene algo parecido a las ferias de ganado¡±. Fallar¨¢s subraya que ser¨ªa un error pensar que este fen¨®meno es exclusivo de la comunidad latina porque estos cert¨¢menes est¨¢n profundamente arraigados en la sociedad espa?ola. A¨²n hoy se mantienen concursos de este tipo en pueblos y ciudades. Las Fallas de Valencia y los Carnavales de Canarias son dos ejemplos. ¡°No hay que olvidar que hasta hace pocos a?os un acad¨¦mico de la lengua como Luis Mar¨ªa Ans¨®n fue presidente del jurado de Miss Espa?a¡±, agrega.
La iron¨ªa es que con las redes sociales nuestras vidas se han convertido en un gran concurso de belleza donde gana quien consigue m¨¢s seguidores y me gusta, dice la profesora de la Universidad de Valencia Yolanda Cabrera: ¡°No necesito que nadie me diga que soy Miss Espa?a. Creo mi propio canal y digo que soy la miss de mi casa¡±.
¡°Mucha mierda y que salga bien¡±
¡°?Vienen las candidatas!, ?ahora en traje de ba?o!¡±, grita Woltaire, el animador de Miss Quito en Espa?a. Las candidatas quite?as hacen su segundo desfile y ¨¦l pide m¨¢s ruido a ¡°las barras¡±, usando el t¨¦rmino de las hinchadas futboleras. El p¨²blico estalla. Golpean los vasos con tenedores y soplan silbatos.
Antes de la recta final, suena m¨²sica folkl¨®rica. Las aspirantes se preparan en el backstage para el desfile con traje de gala y la temida pregunta del jurado. Cada una tiene derecho a que un familiar las acompa?e para maquillarlas. Joselyne y su madre Leila hablan por videollamada con la t¨ªa de la candidata, que es como una segunda madre porque la cri¨® en el pa¨ªs sudamericano hasta los 16 a?os. Leila la mira orgullosa: ¡°Es la mejor hija que una madre pudiera tener¡±.
Las j¨®venes no aguantan los tacones y tienen hambre porque no han cenado. Desean que esto acabe.
¡ªBueno chicas, mucha mierda y que salga bien, dice ?rika.
¡ªY nos abrazamos todas, a?ade Helen.
¡ªQuien gane da igual, responde ?rika.
Los tres miembros del jurado esperan en una mesa frente al escenario sobre la que reposan tres coronas y tres bandas. Como dice el animador, ¡°ninguna se ir¨¢ sin dignidad¡±. La tercera ser¨¢ premiada como Se?orita Simpat¨ªa y la segunda como Se?orita Confraternidad.
Los jueces esperan con caras serias que contrastan con el furor de ¡°las barras¡±. Son dos hombres colegas de Raza en el sector inmobiliario y una adolescente de 18 a?os que concurs¨® en Reina de Guayaquil 2023.
Cuando acaba el pase de gala, las candidatas abren un sobre para descubrir qu¨¦ pregunta les toca. ?Qu¨¦ recuerdos bonitos tienes de Quito y qu¨¦ sitios le recomendar¨ªas a la gente?, ?Qu¨¦ es lo que m¨¢s te gusta de ti? y ?por qu¨¦ deber¨ªas ganar?
Las tres responden con entereza y el jurado se retira a deliberar. Las barras tratan de influir coreando los nombres de sus favoritas. Ellas esperan haci¨¦ndose selfies con los asistentes y, por fin, vuelven los jueces. ¡°?M¨¢xima atenci¨®n!¡±, pide el animador, ¡°?habla el jurado calificador!¡±.
Se hace el silencio mientras la jurado que concurs¨® en Reina de Guayaquil abre los sobres. ?rika, tercera; Joselyne, segunda; y Helen, nueva miss Quito en Espa?a.
Se palpa la decepci¨®n de dos tercios del p¨²blico. Como suele pasar, la reina rompe a llorar, pero este final no se parece al guionizado. Las dos semifinalistas permanecen quietas con los brazos en jarra mirando al horizonte. Se han olvidado de abrazar a su amiga campeona. El p¨²blico no ayuda a rebajar la tensi¨®n. Se oyen silbidos y quejas. ¡°?Esto es un robo!¡±. ¡°?El VAR?, ?d¨®nde est¨¢?¡±.
Mientras Helen es coronada, las perdedoras aguantan el tipo. ?Se han olvidado del abrazo por nervios o por celos? Se retiran y dejan a Helen en el escenario abrazada a sus familiares, con una corona deslumbrante que pesa casi dos kilos.
Contacta al autor en fpeinado@elpais.es o fernandopeinado@protonmail.com
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