La madama ¡®Pitufina¡¯ y sus cuatro hijas controlaban un negocio de explotaci¨®n sexual en un chalet de Madrid con 21 v¨ªctimas
La Polic¨ªa y la Guardia Civil desarticulan un entramado de trata de mujeres. Encontraron a las v¨ªctimas hacinadas en un s¨®tano, casi todas inmigrantes que hab¨ªan sido enga?adas con un buen trabajo en Espa?a
En apariencia, era un chalet de una zona acomodada de Madrid, en el distrito de Salamanca, con ventanas en forma de c¨ªrculo y una gran puerta de madera, a la que se llega tras subir una peque?a escalinata. En el interior, mujeres que explotaban mujeres. Y m¨¢s oculto a¨²n, en el subsuelo, en el s¨®tano del inmueble, estas esclavas, la mayor¨ªa procedentes de Latinoam¨¦rica y tra¨ªdas en avi¨®n hasta Espa?a, hab¨ªan creado un micromundo en el que pod¨ªan alejarse, pero no mucho, de este terror. All¨ª, en la planta -1, se hacinaban hasta 30 v¨ªctimas que usaban lo que un d¨ªa fue una piscina como tendedero, que amontonaban los zapatos de tac¨®n que deb¨ªan ponerse para resultar m¨¢s apetecibles y que le¨ªan carteles en los que se les prohib¨ªa ¡°coger el tel¨¦fono a los clientes¡±. Establecer cualquier relaci¨®n estaba prohibido. Este era el imperio de terror controlado por una mujer y sus hijas, o lo que es lo mismo, Pitufina y las mamis, como las conoc¨ªan las propias chicas. ¡°Puede tratarse del mayor local dedicado a la prostituci¨®n de Madrid¡±, se?ala uno de los polic¨ªas de la Comisar¨ªa General de Extranjer¨ªa responsables de la investigaci¨®n que ha desmantelado esta trama.
Si quer¨ªan descansar, ten¨ªan que hacerlo maquilladas y con ropa sexy por si las requer¨ªan inmediatamente para un servicio. Los paseos al exterior deb¨ªan ser breves y estaba prohibido pasarse de la hora establecida bajo riesgo de multa. En las condiciones que firmaban nada m¨¢s poner un pie en Espa?a se las obligaba a pagar 100 euros como dep¨®sito y a drogarse con los hombres que pagaban por sexo si estos lo exig¨ªan. La mayor¨ªa eran captadas por redes sociales o en sus lugares de origen por integrantes del entramado, la mayor¨ªa en Colombia y Paraguay. Les promet¨ªan un trabajo estable y en buenas condiciones con perspectiva de conseguir permiso de residencia. Y encontraban un s¨®tano del que solo ten¨ªan permitido salir para ser sometidas y hacer lo que les ordenaran sus captoras.
Todo comenz¨® por dos denuncias an¨®nimas interpuestas en el norte de Espa?a. Dos personas notificaron la existencia de un posible caso de trata y daban algunos detalles de la ubicaci¨®n y las personas responsables del negocio ilegal. ¡°Las vigilancias en estos lugares siempre son complicadas porque son delitos que se producen de puertas para adentro¡±, se?ala el agente responsable del operativo, que se ha desarrollado de forma conjunta entre la Polic¨ªa Nacional y la Guardia Civil. El chalet en cuesti¨®n ya estaba en el punto de mira desde hac¨ªa al menos tres a?os, e incluso otros cuerpos policiales hab¨ªan llegado a identificar a los ocupantes en noviembre de 2020. Su actividad en el a?o de la pandemia, cuando las restricciones encerraron la explotaci¨®n tras los muros de los narcoburdeles, fue incesante. Los responsables policiales esperan que esta operaci¨®n suponga el final de este prost¨ªbulo.
?Liberadas 12 #v¨ªctimas de explotaci¨®n sexual confinadas en un #s¨®tano por una organizaci¨®n criminal, un espacio sin ventanas donde dorm¨ªan hacinadas en condiciones insalubres
— Polic¨ªa Nacional (@policia) December 8, 2023
??Entre las #v¨ªctimas se encontraba una persona con discapacidad intelectual
?En el chal¨¦ donde se¡ pic.twitter.com/jm78DuuHVK
A su llegada, las mujeres, todas muy j¨®venes, firmaban un contrato que las obligaba a permanecer un m¨ªnimo de tres semanas en el chalet. No hac¨ªan falta cadenas ni agresiones f¨ªsicas. Las explotadoras sab¨ªan que trascurrido ese tiempo no iban a tener ning¨²n otro lugar a donde ir, sin dinero, y muchas estar¨ªan atadas por unas supuestas deudas o por la adicci¨®n a sustancias. Si alguna decid¨ªa marcharse no les importaba porque hab¨ªa chicas de sobra en la reserva. Incluso era bueno para el negocio, pensaban ellas, porque as¨ª hab¨ªa nueva mercanc¨ªa para los clientes habituales. Una siniestra maquinaria que nunca se deten¨ªa. ¡°Hab¨ªa agresiones psicol¨®gicas constantes, las amenazaban por todo. Tan solo hab¨ªa un hombre en este entramado encargado de los temas de seguridad y control de las entradas y salidas¡±, explica el investigador.
Las fuerzas policiales han detenido a 12 personas, incluidas las cabecillas y su red de colaboradores. Pitufina y una de las hijas viv¨ªan en una casa en la localidad madrile?a de Fuentidue?a de Tajo, que tambi¨¦n fue registrada. Los agentes encontraron en los registros 30.000 euros, 30 gramos de coca¨ªna y 13 gramos de marihuana. El d¨ªa en el que las fuerzas policiales entraron al narcoburdel, hab¨ªa 21 mujeres, de las que 12 han aceptado ser v¨ªctimas y recibir ayuda, una de ellas tiene una discapacidad intelectual del 67%. Junto a los agentes, el d¨ªa del desmantelamiento del chalet estaban miembros de las asociaciones destinadas al apoyo a v¨ªctimas de trata Operation Underground Railroad y Amar Dragoste. Carolina S¨¢nchez es la responsable de esta ¨²ltima: ¡°Era una situaci¨®n insalubre, las mujeres ten¨ªan miedo, estaban llorando, asustadas. Hab¨ªan estado sometidas a un control tremendo. Nuestra labor fue la de darles apoyo y brindarles una red asistencial despu¨¦s de ese momento¡±.
Resulta m¨¢s llamativo que este negocio estuviera controlado por una madre y sus cuatro hijas. La l¨ªder, Pitufina, rara vez pasaba por el chalet. Eran las hijas, a las que las mujeres llamaban mamis, las que se turnaban para vigilar y gestionar. ¡°Suministraban comida a las chicas que ten¨ªan que pagar con su trabajo y se la ten¨ªan que comer en el s¨®tano. Tambi¨¦n las obligaban a costear la ropa que ellas llamaban sexy para hacerles fotos y publicarlas en p¨¢ginas de contactos. Tambi¨¦n estaban obligadas por contrato a transportar droga en una red de ch¨®feres particulares de los que dispon¨ªa la organizaci¨®n¡±, resume el investigador. Toda una red bien planificada y engrasada para que nunca acabara la esclavitud de estas mujeres.
Las tarifas estaban claras. Estaba el servicio de media hora; el extendido, de una hora; y por ¨²ltimo se contemplaban servicios especiales. Las mujeres no pod¨ªan decir que no a nada, ni siquiera a practicar sexo sin preservativo. Al principio las mamis les daban una formaci¨®n con el modo de operar en ese chalet de la esclavitud. Una de las cosas que estaban m¨¢s controladas era el hecho de que una de ellas repitiera m¨¢s de la cuenta con alguno de los clientes. 24 horas al d¨ªa, siete d¨ªas a la semana, el prost¨ªbulo oculto en una vivienda de lujo de Madrid no descansaba nunca. La jornada laboral m¨ªnima era de ocho horas y en ella cada una deb¨ªa ofrecer un m¨ªnimo de dos servicios. Una actividad muy lucrativa. Los investigadores han podido acreditar 1,5 millones de euros obtenidos de los pagos a cambio de los servicios sexuales ofrecidos por esta red de trata. La cantidad recabada, por ejemplo, con pagos en efectivo nunca se podr¨¢ probar, pero tambi¨¦n podr¨ªa ser considerable. Carolina S¨¢nchez, de Amar Dragoste, es tajante: ¡°Las mujeres no se deber¨ªan poder comprar ni vender y lo que suced¨ªa en ese chalet es absolutamente terrible¡±.
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