Polic¨ªas de altos vuelos para proteger la Puerta de Alcal¨¢
El Ayuntamiento de Madrid usa ¨¢guilas y halcones para preservar el monumento de los perjuicios de las palomas
¡°Ah¨ª est¨¢, ah¨ª est¨¢¡±, dice la canci¨®n. ¡°Ah¨ª est¨¢, ah¨ª est¨¢¡±, podr¨ªa decir cualquier turista de las decenas que la rodean y fotograf¨ªan a diario. Y tambi¨¦n podr¨ªa decirlo o piarlo Mimosa, el ¨¢guila harris que la sobrevuela varias veces por semana. La que ah¨ª est¨¢ es la Puerta de Alcal¨¢ que, como dice el tema que popularizaron en los ochenta Ana Bel¨¦n y V¨ªctor Manuel, ve pasar el tiempo, exactamente desde 1778, casi 250 a?os en los que el granito y la caliza que conforman uno de los s¨ªmbolos de Madrid han sufrido y soportado las inclemencias del clima, de la contaminaci¨®n ¨Dlo m¨¢s perjudicial¨D, de los humanos y de otras especies como las palomas. Y para evitar que la sobrepoblaci¨®n de estos p¨¢jaros da?e el monumento con sus excrementos y/o anidando en ¨¦l, el Ayuntamiento ha puesto en marcha un sistema que hasta ahora no hab¨ªa usado para proteger la Puerta: aves rapaces que las mantengan a raya, una especie de polic¨ªas a¨¦reos que vigilan y marcan el territorio. En argot patrimonial: un m¨¦todo de conservaci¨®n preventiva (volador).
Adem¨¢s de Mimosa, en la plantilla de rapaces tambi¨¦n est¨¢n: Falcon y Pichincha, dos ¨¢guilas harris macho (m¨¢s peque?os y m¨¢s r¨¢pidos que las hembras); Sarita, una hembra harris de 19 a?os (suelen vivir unos 30 a?os), y Maipi e Indy, dos halcones macho. Se van turnando, as¨ª las palomas no se acostumbran a la rapaz; no hacen los vuelos a la misma hora, para que tampoco puedan habituarse a una rutina.
Tras la restauraci¨®n que, desde los informes preliminares de 2022 y hasta finales de 2023, trabaj¨® por la limpieza, consolidaci¨®n y revisi¨®n de los materiales y las partes en riesgo del monumento, as¨ª como por la sustituci¨®n de estructuras como las cubiertas de plomo y cost¨® m¨¢s de tres millones de euros, el Consistorio, asesorado por el Instituto de Patrimonio Cultural de Espa?a (IPCE), implement¨® por primera vez el uso de rapaces para proteger el patrimonio. Este m¨¦todo ya se usa en otros ¨¢mbitos para impedir que las palomas vuelen a sus anchas, y as¨ª evitar distintos riesgos, en estadios, hip¨®dromos, aeropuertos...
Beatriz S¨¢nchez ¨Dresponsable del programa de biodiversidad urbana de Seo Birdlife, una ONG cuyo objetivo es, con las aves como bandera, conservar la biodiversidad¨D sostiene que los humanos llevan usando rapaces desde hace siglos. De hecho, en 2010, la Unesco incluy¨® la cetrer¨ªa en su lista de Patrimonio Cultural Inmaterial Mundial.
Pero, S¨¢nchez defiende que m¨¢s all¨¢ de medidas puntuales, como es esta de la Puerta de Alcal¨¢, se deber¨ªan llevar a cabo medidas integrales contra el desequilibrio causado por los humanos. ¡°En los ecosistemas sanos, las especies se regulan solas a trav¨¦s de sus depredadores naturales. Hay que renaturalizar las ciudades. Ahora mismo, para las palomas, las urbes son fuentes de alimento, de agua y de refugio en edificios¡±, explica.
David Gil, de la empresa Marbella Falcons ¨Dla que trabaja con el Ayuntamiento¨D, sujeta a Mimosa o la suelta para que haga alg¨²n vuelo sobre la plaza de la Independencia y ella, obediente, se eleva para regresar a los pocos minutos al mismo lugar. Gil cuenta que los animales pasan controles a diario, sobre todo los que han salido a trabajar el d¨ªa anterior: reconocimiento visual a los ojos, a las plumas, a los excrementos, tocan su quilla y las pesan.
La carne que comen (de paloma o roedores), siempre congelada para evitar problemas. Gil las compara, por su alimentaci¨®n y por su dedicaci¨®n, a deportistas de ¨¦lite. Y como tales las empiezan a educar desde que son pollos, a partir de los cuatro meses, cuando cumplen un a?o ya han desarrollado los huesos y la musculatura. Mimosa, que esa ma?ana era la vigilante de la Puerta de Alcal¨¢, tiene cinco a?os y pesa 950 gramos. Su due?o explica que su nombre se ajusta a su personalidad, que sus padres, que viven en el criadero, tambi¨¦n son as¨ª. ¡°Es obediente y lista¡±, dice orgullos Gil, mientra junta su cabeza a la de Mimosa y ella le responde con el mismo y mimoso gesto.
Las aves que llevan para vigilar el monumento est¨¢n muy hechas a volar en un espacio como la ruidosa rotonda, con un incesante ir y venir de veh¨ªculos. Calculan perfectamente las distancias para no correr ning¨²n riesgo ni ellas ni los transe¨²ntes. Mimosa no se inmuta ni con el ruido del cortac¨¦sped de uno de los jardineros. Gema Sanz Calvo, jefa de la Unidad de Intervenci¨®n de Monumentos del Ayuntamiento, est¨¢ satisfecha con los resultados que hasta ahora han obtenido. Son solo cinco meses, pero ya hay muestras de que el trabajo de Mimosa y de sus compa?eros funciona.
¡°El personal de limpieza ha observado que la cantidad de excrementos de aves es menor¡±, asegura. A lo que Gil a?ade que los edificios de la zona tambi¨¦n est¨¢n encantados: ¡°Sus fachadas est¨¢n m¨¢s limpias¡±. Sanz explica que en abril accedieron a la cornisa de la Puerta de Alcal¨¢ y que solo encontraron restos puntuales. Antes de la restauraci¨®n hab¨ªa nidos hasta en la corona. Los recovecos que son susceptibles de ser utilizados para refugiarse y anidar han sido protegidos con redes, una de las medidas disuasorias tradicionales.
Otras, como los pinchos, ¡°son poco efectivas¡±, dice Sanz. ¡°Las palomas se buscan sus ma?as o se cubren de hojas y acaban sin cumplir su funci¨®n, m¨¢s bien, al contrario, ya que acumulan porquer¨ªa perjudicial para la piedra¡±, sostiene la experta. ¡°Los excrementos de paloma tienen ¨¢cido ¨²rico, f¨®sforo... erosionan la piedra. Cuando se acumulan, adem¨¢s, aparecen l¨ªquenes, hongos¡±, a?ade.
Mimosa alza el vuelo, ve una paloma y su instinto le hace perseguirla para marcar territorio, no la caza. Sabe lo que tiene que hacer. La sigue hasta el Retiro. Luego regresa, se come el trocito de pollo con el que Gil la premia y vuelve a esperar otro motivo en forma de p¨¢jaro para alzar el vuelo y, de paso, proteger la Puerta de Alcal¨¢.
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