Ganarse el pan a 40 grados: ¡°Esto es ilegal, pero a las empresas se la suda, literalmente¡±
El trabajo informal y los jefes abusivos reflejan los mayores peligros para los empleados en tiempos de ola de calor
Marco Cochachin, de 20 a?os, trabaja ocasionalmente ¡°pegando pladur¡±, en el empleo sumergido del sector de la construcci¨®n. Pero cuando no hay faena en este sector, sale a ganarse la vida a la rotonda de plaza El¨ªptica, donde cada d¨ªa decenas de hombres ofrecen sus brazos por dos duros para trabajos ef¨ªmeros. Este jueves, a las 11.30, ah¨ª estaba Cochachin, abanic¨¢ndose con un folleto de publicidad bajo un sol despiadado y en medio del pavimento reverberante. Ten¨ªa la mirada clavada en la autov¨ªa y levantaba la mano a cada furgoneta que pasaba, incluso a las de los servicios del Ayuntamiento. Este peruano lleg¨® hace dos a?os a Madrid en b¨²squeda de eso que persiguen todos los migrantes. Le falta un a?o para aspirar a tener una residencia por arraigo: ¡°Hay que currar en lo que sea. Hay que aguantar tres a?os hasta que salgan los papeles¡±, ha dicho Cochachin, mientras le brotaban unas gotas de sudor encima de los labios. Aguantar, aunque sea bajo el sol en plena ola de calor; aguantar, aunque el term¨®metro marque 32 grados a la sombra; aguantar, aunque los trabajos de plaza El¨ªptica se restrinjan a la construcci¨®n o la mudanza, lo que en este contexto solo implica m¨¢s calor.
Delante de Cochachin y separados apenas por un metro, un hombre de origen latino y otro de ra¨ªces africanas tambi¨¦n se disputan la plaza y, detr¨¢s de ellos, al menos una treintena se reponen a la sombra, antes de lanzarse en otro intento. Aqu¨ª nadie aplica los protocolos de altas temperaturas. Aqu¨ª la supervivencia es una lucha entre la sombra y la comida.
Aunque plaza El¨ªptica es uno de los puntos m¨¢s sofocantes de la capital, la isla de calor m¨¢s abrasadora de Madrid es la plaza de Juan Pujol, en Malasa?a, seg¨²n un estudio de Urban Heat Snapshot, realizado a partir de inteligencia artificial e im¨¢genes satelitales captadas en julio de 2023. El documento ha detallado que la plaza ¡°tiene m¨¢s de un 90% de superficies impermeables ¡ªque son duras y suelen absorber o retener el calor¡ª, muy pocas zonas verdes y muy poca cubierta vegetal¡±, lo que explica el ambiente infernal de este espacio.
A las 15.30 de este jueves dicho estudio ha cobrado vida a trav¨¦s del term¨®metro de EL PA?S, que ha marcado 42,7 grados bajo el sol, en diferentes puntos de esta plaza pavimentada. En estas condiciones trabajaba Iv¨¢n Manzano, repartidor de Coca Cola. La lleva ¡°muy mal¡± con el calor, seg¨²n cuenta, ya que le ha provocado mareos, fatiga, estr¨¦s y ansiedad. ¡°Te vuelves irritable, est¨¢s cabreado y te enfadas con el compa?ero¡±, ha ilustrado este empleado madrile?o, mientras descargaba el cami¨®n y cargaba el carro con canastas de refrescos, aguas y bebidas energizantes.
Manzano ha comentado algunos casos de compa?eros que no solo han sufrido golpes de calor, sino ca¨ªdas o golpes con el carro. ¡°Por el calor no est¨¢s al cien por cien. Si est¨¢s fresco es diferente, pero cuando est¨¢s fatigado no es lo mismo, vas m¨¢s lento¡±, ha detallado Manzano, antes de protestar. ¡°Esto es ilegal, pero a las empresas se la suda, literalmente. Esto tiene que acabar¡±. Tras su reclamo, Manzano ha apurado la despedida con una explicaci¨®n: ¡°Se va a enojar mi compa?ero porque estoy parado y tenemos que terminar¡±.
Al frente del cami¨®n de Coca Cola, un trabajador de la construcci¨®n que se queja del calor. Viste un mono azul y una gorra bajo la cual ha puesto una camiseta para protegerse el cuello del sol. Prefiere no identificarse. Beb¨¦ de una botella de agua como si de ella dependiese su vida. Y puede que s¨ª: est¨¢ remodelando el techo de uno de los edificios que bordean la isla de calor m¨¢s potente de Madrid. Empez¨® a trabajar a las siete y, siendo las 15.45, le falta terminar la faena. Sabe que por ley su jornada ya deb¨ªa haber terminado, ya que a partir del 15 de julio y hasta el 16 de agosto el sector de la construcci¨®n est¨¢ trabajando en horario continuo de siete horas. ?l va a ajustar su novena. ¡°Ve y habla con el jefe y dile que [el horario es] hasta las tres a ver si le gusta¡±. El empleado asegura que, como se hidrata constantemente y toma sombra cada tanto, no ha experimentado s¨ªntomas por las altas temperaturas, aunque teme por los pr¨®ximos d¨ªas, cuando deba ¡°coger el soplete¡±.
Hay trabajos que nunca se detiene e incluso que son m¨¢s exigentes en ese momento en que el descanso es m¨¢s necesario. Es el caso de los llamados riders, que pedalean por toda la ciudad para asegurar la comida en muchas mesas. La mayor¨ªa de ellos son migrantes sin permiso de trabajo, una condici¨®n que conoce un venezolano de 31 a?os que ha solicitado que su nombre no se publique por miedo a entorpecer su regularizaci¨®n migratoria. Son las 15.00 y el term¨®metro escala hasta los 39 grados. ¡°No es lo que deber¨ªa ser, porque deber¨ªamos estar con las medidas preventivas, pero a nosotros nos toca exponernos. Yo lo hago por necesidad¡±, ha explicado el hombre que lleva a cuestas una mochila de Glovo.
Aun as¨ª, este trabajador venezolano se preocupa de tomar las medidas: ¡°Vengo equipado con agua y ropa ligera y bloqueador¡±. Es su segundo verano montado en la bicicleta. Del primero, aprendi¨® que no deb¨ªa vestir pantalones cortos ni camisetas de manga corta para evitar las quemaduras. Aunque no ha presentado s¨ªntomas inmediatos por estar expuesto a calor extremo, le inquietan las consecuencias que pueda experimentar a largo plazo: ¡°Mi padre sufre de c¨¢ncer de piel y no s¨¦ si yo voy a tener predisposici¨®n¡±.
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