Ropa tendida
Hay cosas que todo el mundo sabe en Madrid y que nadie dice en alto hasta que todo el mundo empieza a decirlas
Yo tard¨¦ casi un d¨ªa en enterarme de la ca¨ªda de ??igo Errej¨®n porque la tarde en que todo vol¨® por los aires estaba en un acto literario en una bodega sin cobertura y despu¨¦s, de fiesta en un garito donde siempre es de noche.
Me llevaron all¨ª unos j¨®venes marchosos tras la presentaci¨®n de la nueva novela de Oscar Garc¨ªa Sierra, titulada Ropa tendida. Esta expresi¨®n ¡°tener ropa tendida¡± se usa en ciertos c¨ªrculos para avisar al que acaba de ir a un ba?o a meterse un tiro de que a¨²n le quedan restos blancos de droguita en las fosas nasales y, por lo tanto, si no lo remedia, todo el mundo se dar¨¢ cuenta de que ha consumido una sustancia ilegal. La novela es una obra prodigiosa que retrata sin caer en clich¨¦s ni en moralismos el vac¨ªo existencial que se genera en los lugares donde a cambio del desmonte de las estructuras que durante mucho tiempo han dado sentido a la vida de las personas, el Estado no ofrece nada y en los que algunos se acaban metiendo en pol¨ªtica solo para encontrar algo a lo que agarrarse. El relato est¨¢ ambientado en Le¨®n, provincia en la que tanto el autor como servidora nacimos, pero lo que ah¨ª pasa podr¨ªa acontecer en cualquier lugar con otras variables. En esta historia los protagonistas se drogan como monas y les pasan cosas horribles aunque la relaci¨®n entre ambos conjuntos no es constante. Ropa tendida es a este respecto la ant¨ªtesis de otra novela muy drogota: la adictiva (nunca mejor dicho) Ciudad de los vivos, en la que el periodista Nicola Gioia reconstruye unos hechos reales. La org¨ªa sangrienta que conmocion¨® a Italia y en la que Manuel Foffo y Marco Prato, dos j¨®venes de ¡°buena familia¡± (?qu¨¦ es una buena familia? ?Existe una familia buena?), torturaron durante horas hasta matar a martillazos a Luca Varani, un chico humilde de ¡°la periferia¡± (?los barrios de rentas altas que est¨¢n afuera de las ciudades no son periferia? ?Le¨®n es periferia?). Recuerdo que el verano que le¨ª esta aclamada obra me chirriaron dos cosas. La primera, que el planteamiento y punto de vista desde el que estaba contada la historia desped¨ªa un sutil tufillo a homofobia juzgona. La segunda cosa que el consumo de unas cantidades de coca¨ªna absolutamente demenciales se presentaba de tal forma que al lector le resulta muy dif¨ªcil no acabar deduciendo una clara relaci¨®n causa efecto entre colocarse como un mandril y acabar cometiendo una carnicer¨ªa gore.
Gioia, seg¨²n le cont¨® ¨¦l mismo al corresponsal de este peri¨®dico, Daniel Verd¨², escribi¨® Ciudad de los vivos porque nadie hab¨ªa conseguido entender el m¨®vil de aquellos j¨®venes asesinos, quienes jam¨¢s dieron explicaciones que justificaran debidamente lo que hicieron. Uno de los chicos incluso pidi¨® que le condenaran a cadena perpetua porque no recordaba nada de lo que hab¨ªa hecho y no sab¨ªa c¨®mo hab¨ªa sido capaz de hacerlo, aunque tampoco estaba muy seguro de no ser capaz de repetirlo. Nadie encontraba explicaciones m¨¢s all¨¢ de lo que sin mucho m¨¢s aditamentos parec¨ªa obvio: los dos chicos que asesinaron eran, simple y llanamente, asesinos. ?A lo mejor es que esa era la ¨²nica explicaci¨®n?
En la misma entrevista de Verd¨², Gioia dice una frase sobre Roma, el escenario de aquellos horrores, que de pronto me pareci¨® extensible a Madrid, una ciudad en la que, de La Ca?ada Real hasta el Congreso de los Diputados, se viven diariamente mil horrores peque?os: ¡°No es una ciudad despiadada, pero es un pantano en el que te puedes hundir lentamente. Y s¨ª, hay tambi¨¦n un cierto cinismo. Parece que nada valga la pena. Es la ciudad eterna, pero muy consciente de que todo pasa y es transitorio¡±. Madrid no es la ciudad eterna, pero s¨ª lo es del eterno retorno. Pasan las d¨¦cadas, cambian las generaciones y los gobiernos, mutan las luchas y, sin embargo, la estructura de las tragedias se repite bajo apariencias muy distintas en la forma pero en el fondo muy parecidas. Unes por otres, pero aqu¨ª siempre hay ropa sucia. A veces se avisa al que la tiene tendida a la vista de todos para que se corte y otras, cuando ya no queda otra, se le deja caer.
No s¨¦ si es muy precipitado llamar asesino a alguien que asesina, drogadicto a alguien que se droga, pol¨ªtico a alguien que hace pol¨ªtica, extorsionador a alguien que extorsiona o abus¨®n a uno que abusa, pero ser una de estas cosas no implica necesariamente ninguna de las dem¨¢s, aunque se pueda ser varias a la vez. Y me acaba de venir a la mente una frase que le¨ª ayer en alguna red social: ¡°Los hombres que estudian filosof¨ªa son incre¨ªbles porque buscan el significado y la verdad en todo, menos en sus acciones¡±.
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