Malika el Kadduri ya no depende de nadie. Separada hace dos d谷cadas y con tres hijos adultos, esta mujer de 52 a?os del humilde barrio de Cabrerizas (Melilla) se gana la vida cosiendo. Forma parte desde su fundaci車n en 2014 de Lal la Buya, un taller de confecci車n que emplea a mujeres de origen amazigh 每autodenominaci車n de los bereberes每 en riesgo de exclusi車n social y que funciona como un lugar de encuentro entre musulmanas con un pasado similar. ※La m芍quina de coser me quita las penas§, afirma mientras arregla un pantal車n de ch芍ndal de su nieto. Junto con otras siete mujeres, algunas de ellas supervivientes de violencia machista, ha confeccionado el uniforme de la cofrad赤a de Jes迆s Cautivo, una veintena de baberos para una tienda local y unas guayaberas para un hotel de Canarias. ※He perdido mucho tiempo§, cuenta para referirse a su 谷poca de casada.
※Lo primero que tienen que hacer estas mujeres es librarse de la mochila con la que cargan para que el trabajo fluya§, describe Maril車 Navarro, educadora social y coordinadora del taller, que habla cristalino. ※Est芍n mujeres no est芍n en el umbral de la pobreza. ?Dej谷monos de tonter赤as! Est芍n sumidas en la pobreza§, afirma sin ambages. El Kadduri, que naci車 en Nador (Marruecos) y aprendi車 a coser vestidos para mu?ecas cuando era una ni?a, ostenta el rango de auxiliar, por encima del de operaria y por debajo de la maestra. Cuando se le pregunta por su salario remite a Navarro. ※800 euros al mes en una jornada de 20 horas semanales§, informa la agente social, que despu谷s de trabajar 10 a?os en el Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes (CETI) se incorpor車 al taller en 2017. Navarro orienta a las compa?eras que necesitan ayuda. Muchas de ellas vienen derivadas del 芍rea de la Mujer, que depende de la Ciudad Aut車noma de Melilla (CAM). ※Que no te dejen viajar sola o vestir o maquillarte como quieres es una forma de violencia§, afirma.
Lal la Buya, que toma su nombre de una reina bereber defensora de la identidad de su pueblo, no es un taller al uso con una cartera de clientes s車lida. Es un espacio que forma en patronaje y confecci車n a mujeres sin estudios para ofrecerles una salida laboral. ※Me he sacado el graduado escolar hace poco§, cuenta El Kadduri, cuyo hijo peque?o est芍 en la universidad, el mediano en Alemania y la mayor es auxiliar de enfermer赤a. ※De ni?a era muy lista, me dec赤a siempre la profesora. Pero me tuve que poner a trabajar desde muy joven§, explica. El taller depende de pedidos irregulares y de su director, Sergio Gallardo, un empresario de la moda que reside en Madrid. Gracias a sus contactos algunos dise?adores de renombre como Ion Fiz, Mar赤a Lafuente o Mois谷s Casta?eyra han encargado la confecci車n de algunas de sus colecciones al taller, lo que le ha dado visibilidad. Este 迆ltimo modista present車 su colaboraci車n con Lal la Buya en Casa ?rabe en 2015. "Sirve para dar confianza a futuros clientes", justifica el empresario. El taller ha cobrado unos 500 euros por cada uno de los pedidos de estos dise?adores. Gallardo ultima un acuerdo con una empresa para fabricar un millar de art赤culos con material reciclado. El Kadduri y sus compa?eras han confeccionado recientemente 24 trajes de seda salvaje para un certamen en Tailandia.
La mayor parte de los ingresos los obtienen, sin embargo, v赤a convenio con la CAM. Lal la Buya ha recibido una subvenci車n anual en los 迆ltimos tres a?os de 75.000 euros. Est芍n exentos de pagar el alquiler y la luz del local, ubicado en el distrito quinto, de amplia mayor赤a musulmana. ※Nos gustar赤a convertirnos en una empresa social o en una cooperativa. Pero cuesta mucho", explica Navarro, que junto con la maestra es la 迆nica empleada a tiempo completo 每El Kadduri acude al taller ocho meses al a?o每. "Creo a muerte en este proyecto, es la primera iniciativa social en la que trabajo donde las usuarias est芍n contratadas§, resume la coordinadora, que antes de regresar a Melilla trabaj車 en Matar車 24 a?os. Una de las trabajadoras es Dhegbia Murabit. Entiende el espa?ol pero se comunica en rife?o. Lleva a juego la chilaba con el hiyab y la raya del ojo. Muestra en el m車vil una foto de cuando era joven en la que no usaba velo. Soltera y sin hijos, se lleva la mano a la barbilla para indicar que su hermano tiene la barba larga. Desde entonces se cubre la cabeza.
Con una extensi車n de 12,5 kil車metros cuadrados y separada de Marruecos por dos vallas de seis metros y una de tres, Melilla ha percibido este a?o 49,94 millones de euros con cargo a los Presupuestos Generales del Estado, seg迆n el Ministerio de Hacienda. La Rioja, con una poblaci車n cuatro veces mayor (315.000 habitantes por los 86.000 de Melilla), recibi車 38,48 millones. La CAM gestiona un presupuesto municipal de 276.787.978 euros, seg迆n el propio Ayuntamiento. El de Talavera de la Reina (Toledo), una localidad con el mismo n迆mero de habitantes, es tres veces inferior. ※No queremos vivir de la caridad ni del dinero p迆blico§, afirma Navarro, que volvi車 a su tierra para estar cerca de su madre. ※Lo que hace falta es que no salga la producci車n fuera. Ya nos podr赤an encargar los uniformes de los bomberos§, propone. ※Estas mujeres cosen como los 芍ngeles. Se van a ahorrar dinero§, afirma.
Coser y hablar
Un repartidor deja la furgoneta en medio de la cuesta de la Vi?a, empinada y sin salida, donde se ubica Lal la Buya, a un cuarto de hora a pie de la plaza de Espa?a. Hace entrega de una bandeja de dulces 芍rabes al taller. El pasado jueves celebraron una jornada especial. Aicha Mohamedi, la maestra costurera 每tambi谷n separada每 que trabaja a jornada completa a cambio de 1.200 euros, ense?a a coger la aguja y coser un dobladillo a mujeres imazighen (plural de amazigh) 每algunas de ellas analfabetas每 que forman parte de la Asociaci車n por la Solidaridad y la Igualdad Social (ASIS). ※?La multa a qui谷n se la doy?§, le dice el repartidor a Navarro, en referencia a la factura. ※D谷jala dentro. Luego me paso a pagar§, contesta. La pausa del t谷 es el momento en que estas mujeres se relajan.
Una de ellas es Mar赤a del Mar Merzok. De origen amazigh y nacida en 1947, saca el DNI para mostrar el nombre cristiano impuesto por las leyes franquistas. Ha trabajado como limpiadora y vendedora de cupones. Mientras aprende a dar unas puntadas enumera los hijos que tiene (12, viven nueve) y los nietos (22). Por las ma?anas asiste a clases de escribir y leer en ASIS. ※Me da igual si no aprendes nada. Lo que m芍s importa es que se te ha curado la depresi車n§, tercia la monitora que acompa?a a las visitantes que han acudido a Lal la Buya. Para el pr車ximo d赤a tienen programado una salida al centro de aves rapaces en los pinares de Rostrogordo, un paraje a las afueras de la ciudad donde los melillenses hacen p赤cnic. ※Pues nos vamos a ir ya. Tengo que pensar qu谷 voy a hacer de comer y recoger a los ni?os del colegio§, dice una de las participantes en la formaci車n. La tasa de abandono escolar es la m芍s alta del pa赤s, un 29,5%, seg迆n el Instituto Nacional de Estad赤stica (INE).
Un asunto pol赤tico
Muchas asociaciones guardan relaci車n con alg迆n partido. Lal la Buya la impuls車 Fadela Mohatar, a la saz車n viceconsejera de la Mujer y exconsejera de Cultura del PP hasta mayo de 2019, en colaboraci車n con la fundaci車n Orbayu y la fundaci車n Ana Bella, que atiende a mujeres que han sufrido violencia machista. Navarro, sin embargo, afirma que nunca le han dicho lo que tiene que votar. "Esto es un proyecto social de la ciudad para las mujeres. Qu谷 m芍s me da de qui谷n parta la iniciativa. A m赤 me importan ellas§, asegura.
Melilla registra el porcentaje m芍s alto de asalariados p迆blicos (47,8%), seg迆n el INE. La cifra en Espa?a es del 19,4%. La presencia de militares es notoria y la abundancia de organismos p迆blicos llena la ciudad de banderas. El 53% de la poblaci車n es de origen musulmana, seg迆n la Uni車n de Comunidades Isl芍micas de Espa?a. Mohatar, diputada del PP por Melilla, se presenta a 迆ltima hora de la ma?ana en el taller. Sonriente y cercana, saluda con dos besos. ※Se trata de no solo dar formaci車n sino trabajo", explica. "Hemos mandado unas muestras recientemente y Sergio Gallardo est芍 abriendo puertas desde Madrid", se muestra al tanto. Navarro, que est芍 en el d赤a a d赤a, prepara dos presupuestos para sendas empresas de moda de fuera de la ciudad.
Amistades tejidas en un taller
El barrio barcelon谷s del Raval acoge tambi谷n un taller textil formado por mujeres. Se trata de un servicio de arreglos de ropa comunitario conocido como Tot a punt. Una decena de inmigrantes ayuda a todo aquel que necesite remendar unos pantalones o coser un roto. La mayor赤a de las voluntarias pasaban el d赤a en casa a cargo de sus hijos y se ocupaban de las tareas dom谷sticas. Tot a punt les brinda la oportunidad de relacionarse entre ellas, tratar con otros vecinos y descubrir sus habilidades mientras perfeccionan el idioma. Se sientan las bases para que consigan en el futuro un trabajo remunerado. Esta manera de hacer barrio es una de las iniciativas que agrupa FeliZiudad, la plataforma digital de Renault que ilustra buenas pr芍cticas destinadas a mejorar la calidad de vida en las ciudades.
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